La legislatura catalana

El entorno de Puigdemont se decanta por salir del Govern

Exigen que ERC se mueva mientras Turull hace equilibrios entre Waterloo y los partidarios de continuar en el ejecutivo

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Reunió de JxCat

BarcelonaLa cumbre de este miércoles en el Palau de Pedralbes con Esquerra no fue bien. Las posiciones son antagónicas entre los dos bandos y cada cual puso sobre la mesa su lista de reproches con la amenaza de una ruptura de la coalición de Govern en el horizonte. Pero este jueves a primera hora, en una reunión de la dirección de Junts, el secretario general, Jordi Turull, y la presidenta del partido, Laura Borràs, han pedido "confianza" al resto de miembros de la cúpula y discreción para negociar con los republicanos. No quieren declaraciones públicas de partidarios o detractores de quedarse dentro del Govern para evitar la imagen de lío interno y, además, para poner el foco sobre ERC. Por eso, piden a los republicanos que aclaren si quieren cumplir o no el pacto de legislatura. Pero los republicanos no piensan variar su rumbo y creen que lo único que hace Junts es trasladar sus problemas internos al ejecutivo. La situación ahora mismo es compleja y la ruptura por la Diada entre la ANC y el president, Pere Aragonès, ha dado alas a los que dentro de Junts quieren romper la coalición con Esquerra: se perfila un nuevo cambio en la correlación de fuerzas en el partido.

Y es en este punto en el que gana importancia la opinión de Carles Puigdemont. Según varias fuentes consultadas por el ARA, el entorno del expresident se decanta por salir del Govern si los republicanos no se muestran dispuestos a aceptar alguna de las condiciones que JxCat ha puesto sobre la mesa: la recuperación de la dirección estratégica del Procés, la coordinación de los grupos parlamentarios en Madrid o la reformulación de la mesa de diálogo para que se hable "de amnistía y autodeterminación". Esta es la línea que en varias conversaciones en privado defiende el presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, y el portavoz del partido, Josep Rius, que son los miembros de la ejecutiva más próximos al exilio. También el vicepresidente, Jordi Puigneró, va en esta dirección.

Turull, que antes del verano defendía claramente quedarse en el Govern, ahora mismo hace equilibrios entre Waterloo y el sector de Laura Borràs, que ya pedía romper la coalición cuando Esquerra se alineó con la oposición para suspenderla como presidenta del Parlament. Tal como adelanta este miércoles La Vanguardia y también explican fuentes del partido al ARA, el secretario general de Junts, después de hablar con Puigdemont en verano, ha endurecido su posicionamiento. "Salir del gobierno es una opción real", dijo en su última entrevista a Catalunya Ràdio, además de reiterar en los últimos días que Junts no puede "aguantarle la escalera" a los republicanos si no acuerdan un rumbo.

Porque, a pesar de que el expresident Carles Puigdemont se retiró de la presidencia del partido y no interviene directamente en el debate interno, el que piensa tiene mucha influencia todavía en la organización y ahora mismo topa directamente con el rumbo de los republicanos, sobre todo después de la Diada. El 11 de septiembre Puigdemont publicó este tuit: "Han estigmatizado la manifestación, han boicoteado la participación y la han querido excluir de la agenda política. Han fracasado. Hoy la corriente central del independentismo ha demostrado inclusión, civismo y sobre todo fortaleza".

La tesis de los puigdemontistas es que si Esquerra no se mueve, Junts puede decidir salir del Govern y hacer de oposición a pesar de ser el tercer partido de la cámara, marcando perfil en términos nacionales y también ideológicos. Esto querría decir que los republicanos se quedarían solos en el ejecutivo y que tendrían que decidir si convocan nuevas elecciones o si optan por gobernar con los socialistas y los comuns justo antes de las elecciones municipales.

El escenario de quedarse en la oposición, de hecho, ya lo preveía Puigdemont en 2021 porque no veía claro firmar el acuerdo de gobernabilidad con los republicanos –estaba sobre la mesa investir a Aragonès y quedarse en la oposición–, pero en aquel momento Jordi Sànchez defendió entrar en el Govern y cerró el acuerdo con Esquerra. La militancia avaló aquel pacto con un 83% de apoyo, pero entonces nadie –tampoco Puigdemont– hizo campaña en contra. Ahora es una incógnita saber qué dirán las bases cuando se las consulte, previsiblemente en noviembre.

Los pragmáticos, en el Govern

Estos movimientos de placas tectónicas ponen en alerta el sottogoverno de la Generalitat, que ve cómo la tarea del ejecutivo está en juego. Desde el partido se ha dado la orden a los secretarios generales de continuar haciendo su trabajo al margen del debate, a pesar de que a nadie se le escapa que dependiendo de cómo vayan las cosas de aquí un par de meses puede haber saltado todo por los aires. La mayoría de cargos del ejecutivo –así como numerosos alcaldes que tienen que afrontar las municipales– no son partidarios en ningún caso de romper el Govern y piden que, al menos, se les explique cuál sería el rumbo desde fuera. "¿Cuál es el plan en la oposición"?, se preguntan algunos cargos gubernamentales.

Dentro del Govern, quien hasta ahora se ha mostrado partidario de continuar en el ejecutivo abiertamente es el conseller de Economía, Jaume Giró, que esta semana ha pedido a ERC que cumpla el acuerdo de legislatura, pero también ha dicho de manera clara que "es mejor un Govern con Junts que un Govern sin los consellers de Junts". En esta línea también está la consellera de Exteriores, Victòria Alsina, y el titular de Salud, Josep Maria Argimon, así como el ex secretario general Jordi Sànchez, que en una entrevista al programa Més 324 dejó claro que él no defendía salir del Govern. A su vez, el exalcalde Xavier Trias, que valora si volver a presentarse con Junts en Barcelona, también ha asegurado este jueves a Betevé que romper el Govern sería un "escollo importante" para su candidatura y, en este sentido, ha dicho que no decidirá qué hacer hasta que haya ideas claras a este aspecto.

La otra posibilidad a la que también apuntan algunas fuentes, como solución intermedia, es hacer una remodelación exhaustiva del ejecutivo. Es decir, que haya un cambio de consellers, al menos en el lado de Junts, teniendo en cuenta también que si prospera la candidatura de Trias está previsto que Argimon dé el paso en Barcelona también. Ahora bien, esto también significaría abrir la caja de los truenos sobre los nombres y ya han empezado las quinielas: aparecen Rius, Batet y las personas de confianza política que también quisiera poner Laura Borràs.

La partida de póquer

La resolución del debate de Junts está conectada directamente al resultado de la negociación con Esquerra, que tiene que decidir también si acepta alguna propuesta de sus socios o si se arriesga a gobernar con solo 33 diputados. Como ya pasó en la negociación de la investidura, la coalición vuelve a jugar a póquer: como los republicanos creen que los de Borràs no se atreverán a romper el ejecutivo, hoy por hoy mantienen la posición y abocan a su socio a discutir internamente e incluso a la rotura; y los de Junts piensan que finalmente Esquerra cederá porque un gobierno en solitario dependiente de los socialistas antes de las municipales no les conviene. Quedan quince días –hasta el debate de política general– para ver si en este juego de la gallina uno de los socios frena antes para evitar, por enésima vez, la ruptura.

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