Feijóo es el tapón que evita una guerra civil dentro del PP

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Alberto Núñez Feijóo esta semana rodeado de algunos de los cargos, como Cuca Gamarra, que ahora planea cambiar.

MadridMientras Pedro Sánchez sigue acaparando titulares con su hiperactividad (ahora anunciando una reunión con Junts en Suiza, ahora provocando una crisis diplomática con Israel), Alberto Núñez Feijóo navega perdido en medio del océano madrileño sin saber hacia dónde debe dirigirse para salvarse.

Feijóo intenta ahora reafirmar su poder dentro del PP con una reestructuración interna. Lo que pasa es que la jugada le está saliendo muy mal. El paso de los días, en vez de reforzarlo, está provocando el efecto contrario: filtraciones de nombres y de gente descontenta (Elías Bendodo) están agravando el ambiente en el partido y proyectando la imagen de líder paralizado, dudoso y superado por las circunstancias. En ocasiones, el tiempo juega a favor del glamour de los líderes y refuerza su autoridad, por ejemplo, con el fin de semana de espera de Pedro Sánchez a sus ministros. En otras ocasiones es al revés. Demasiado tiempo hace que se pierda el efecto buscado y das la oportunidad a los descontentos de maniobrar. Pero lo peor es cuando parece que el líder no sabe qué hacer. Como ahora.

Todos los problemas de Feijóo tienen el mismo origen, y es que su liderazgo solo se podía consolidar llegando a la Moncloa. Este era el plan. Desde allí pudo cuadrar a Ayuso y a los barones a través de las poderosas palancas del Estado (y los 3.000 cargos de confianza que nombra el partido ganador). La pregunta en Madrid ahora ya no es si el gobierno Sánchez va a durar cuatro años, sino si Feijóo podrá resistir en la oposición. Cualquier presidente autonómico tiene ahora más poder real que Feijóo, algo que ya le ocurría a Casado.

¿Primarias entre Ayuso y Moreno?

Entonces la pregunta es: ¿por qué no se va? Y la respuesta también es muy simple: Feijóo es ahora mismo el tapón que evita una guerra civil en el PP como la que supondría un proceso de primarias en el que se enfrentaran, por ejemplo, Isabel Díaz-Ayuso y Juanma Moreno. En ese caso, el partido se partiría por la mitad entre el sector duro y el sector moderado, mostrando sus vergüenzas de forma pública. Son los barones moderados los que más presionan a Feijóo para que no se vaya. Porque saben que si hay primarias ganará a Ayuso, que es imbatible entre las bases. Entonces el PP caería ya de forma irremediable del lado del populismo y los centristas quedarían huérfanos.

Mientras, el PSOE le receta tila al PP, que se calme y se sosiegue porque este gobierno durará cuatro años. Por eso la palabra clave que repiten una y otra vez en la Moncloa estos días es “estabilidad” y “tranquilidad”. La intención es presentar al PP como unos histéricos que no han aceptado el resultado electoral, y de ahí sus patinazos constantes, como cuando Feijóo dijo que Sánchez tenía "tics patológicos". Y así, con “tranquilidad”, Sánchez se dispone a hacer frente a la judicatura con la amnistía y a cambiar la ley del CGPJ, si es necesario. Lo que no hará es, como Feijóo, hacer la esfinge y quedarse quieto.

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