La gobernabilidad del Estado

¿Flirtear con el PP desgasta a Puigdemont?

Puigdemont
01/01/2025
3 min

BarcelonaDesde el 9 de noviembre de 2023, cuando Carles Puigdemont presentó en Bruselas el acuerdo para investir a Pedro Sánchez, que Junts empezó a insistir en que su relación con el PSOE sería diferente a la de los socios progresistas. "Hay que abordar la resolución del conflicto en términos diferentes a la última legislatura", remarcó Puigdemont hace un año. Lo repitió en la conferencia que ofreció de balance del pacto hace tres semanas y consta, de hecho, como frase literal en el primer párrafo del acuerdo de investidura con los socialistas. Esto, traducido al lenguaje de la política catalana, significa que Junts quiere diferenciarse de la estrategia seguida por Esquerra –tan criticada por los junteros–, a pesar de formar parte de la misma mayoría que apoya al gobierno español.

Un año después, más allá de los triunfos materiales que se lleve uno u otro partido –todavía está por concretar el traspaso de competencias de inmigración de Junts o la financiación singular de Esquerra–, el cambio fundamental respecto a los republicanos es el flirteo de Junts con el PP, lo que da más poder de negociación a los de Puigdemont frente al PSOE.

La coincidencia con el PP, sobre todo en temas económicos, les da margen de maniobra ante el gobierno español, tanto para marcar perfil de derechas –un electorado que abandonaron durante el Proceso– como para que el PSOE esté más pendiente de ellos que de los otros socios, que sí se sienten parte de un blog progresista. En las últimas semanas se ha constatado con la alianza de Junts con el PP contra el impuesto de la producción eléctrica y el impuesto para las energéticas en contra de la voluntad del gobierno español. Ahora bien, ¿estas alianzas perjudican las perspectivas electorales de Puigdemont? ¿Le desgastan los titulares en los que sale de la mano del PP?

El pacto del Majestic

Por un lado, está claro que flirtear con los populares beneficia a Puigdemont a la hora de intentar sacar más jugo de su relación con Pedro Sánchez. Su voto no se da por supuesto y esto le proporciona atención mediática y política en cada votación. Le permite marcar la agenda continuamente. Sin embargo, los precedentes indican que Junts juega con fuego acercándose a los de Alberto Núñez Feijóo, y más ahora que cualquier ecuación con el PP implica también a la extrema derecha de Vox. No sólo porque sus votantes prefieren mucho mayoritariamente a Pedro Sánchez antes que al líder del PP –véase el último barómetro del CEO–, sino porque el precedente dice que aliarse con los populares acaba restando en Catalunya. Basta con mirar qué ocurrió cuando la CiU de Jordi Pujol, con un partido y un liderazgo fuertes, decidió apoyar a José María Aznar en 1996.

Aunque el Pacto del Majestic fue a cambio de grandes contrapartidas por en la Generalitat, como el traspaso de tráfico a los Mossos o también el fin del servicio militar obligatorio y los gobernadores civiles, los convergentes sufrieron un desgaste importante en Cataluña en términos electorales. También internamente por el rechazo al pacto del ala más soberanista de la antigua Convergència. En las elecciones catalanas de 1999, todavía durante la primera legislatura de apoyo a Aznar, Pujol ganó en escaños pero perdió por primera vez en votos ante Pasqual Maragall (PSC); en las municipales del mismo año CiU perdió 200.000 votos respecto a las de 1995; mientras que en las españolas del 2000, cuando Aznar saca la mayoría absoluta, la federación nacionalista también perdió apoyo –unos 180.000 votos– y ganó el PP en Catalunya.

Probablemente porque son conscientes del desgaste que les supondría a Catalunya derribar a Sánchez, Junts flirtea con el PP sin contraer matrimonio. Es decir, por eso se agarra a una cuestión de confianza y no a una moción de censura, como explicaba Aleix Moldes. Ahora bien, esto no significa que Puigdemont no esté tentado a intentar matar al gobierno español por inanición, lo que está por ver si le comportaría una ganancia o perjuicio electoral teniendo en cuenta los últimos resultados de Sánchez en Catalunya.

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