La 'fontanera' y la pintura negra de Goya
MadridLa agenda política sigue marcada por actuaciones de jueces, policías y fiscales en un totum revolutum que hace difícil distinguir culpas y responsabilidades. Sobre todo cuando PP y PSOE rivalizan a la hora de señalarse mutuamente mientras no dan explicaciones sobre los casos que les afectan. En cualquier caso, hay escenas, vídeos y grabaciones que componen un cuadro de actualidad insólito, de puro surrealismo. Las reuniones de una militante socialista como Leire Díez Castro con empresarios afectados por investigaciones sobre delitos económicos en busca de datos para desacreditar a mandos de la Guardia Civil tiene el aire de un guión cinematográfico inverosímil. Pero ha pasado y ha dejado rastro. En este sentido, resulta muy curioso cómo es posible que intentos de confabulación de este tipo queden registrados y circulen con tanta facilidad. Es simplista hablar inmediatamente de mafia, porque las organizaciones de este tipo suelen trabajar con mayor eficacia. Ahora bien, el episodio exige y merece investigaciones y aclaraciones.
Por fuerza, el gobierno debe estar muy preocupado por hechos de esta naturaleza, sobre todo –pero no sólo– para que una militante del PSOE y antigua trabajadora de empresas públicas participe en actividades de búsqueda de datos contra la Unión Central Operativa (UCO), dedicada a combatir los casos de corrupción. Que empresarios relacionados con el fraude de hidrocarburos opten por esta vía por defenderse ya es suficientemente grave. Pero que a media fiesta aparezca una supuesta espontánea socialista dando garantías de poder influir a la Fiscalía a cambio de información contra cargos concretos de la citada unidad de un cuerpo que funciona como policía judicial otorga al asunto el perfil de las pinturas negras de Goya. Fue André Malraux quien, en su ensayo sobre el pintor aragonés, consideró aquellas obras precursoras del movimiento surrealista desarrollado cien años más tarde. Si visita el Museo del Prado no se detiene sólo delante del Duelo a palos –quizás la escena más conocida–, sino también ante la composición titulada Hombres leyendo, interpretada como un réflex del período de inestabilidad política que atravesaba el país en aquellos años –entre 1820 y 1823–, los del Trienio Liberal, tras seis pronunciamientos, el último de los cuales, el del coronel Rafael del Riego, triunfó.
Ya quisiera el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, poder inspirarse en algunos pasajes del discurso que Riego hizo a sus tropas en enero de 1820, cuando el próximo 8 de junio se dirija a sus militantes y partidarios, convocados ahora a la sexta manifestación contra el presidente del gobierno instalar en Madrid en el 2022. "España –dijo el coronel– está viviendo bajo un poder arbitrario y absoluto, ejercido sin respeto a las leyes fundamentales de la nación". Riego criticaba con estas palabras al rey Fernando VII, que no había jurado la Constitución, descrita por el militar como un "pacto entre el monarca y el pueblo, fundamento y encarnación de toda nación moderna". La política española, sin embargo, no se hace ahora con grandes palabras. Lo hemos visto claramente estos días. El líder popular ha aportado a la historia de este período otro tipo de conceptos, entre ellos el calificativo de "capo" de una organización mafiosa dedicado a Pedro Sánchez. "Eso va de democracia o mafia", añadió. Sin duda, el PSOE debe una explicación sobre las actividades de su militante, bautizada para siempre como la fontanera, un nuevo título de participación política que todavía no sabemos si gozará de la condición del aforo.
Las palabras de Aznar
Esta vez me ha parecido más acertado el expresidente del gobierno, José María Aznar, que en vez de apoyar a Feijóo en sus ganas de presentar una moción de censura, ha optado por un análisis más realista Aznar ha dicho que ve a Sánchez en una situación "insoportable", pero admite que pueden quedar todavía dos años. Probablemente pensaba en las reuniones conspirativas de la fontanera cuando añadió que "hay que tener cuidado cuando los bajos fondos de la sociedad suben a puestos de responsabilidad, hay que estar en estado de máxima preocupación y alerta", porque "España está en manos de los bajos fondos". Pero esto lo dijo coincidiendo con decisiones judiciales bastante perjudiciales para su partido. Por un lado, el ingreso en prisión provisional de Francisco Martínez, ex secretario de estado de Seguridad de la época de Mariano Rajoy como presidente, por su presunta implicación en una trama de compraventa de datos robados y blanqueo. Y la segunda novedad, el procesamiento de Alberto González Amador –pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso– por delitos de fraude fiscal y falsificación de documentos.
Todo ello, mientras el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, sigue colgando de un hilo por un presunto delito de revelación de secretos en relación con el supuesto intento de pacto entre González Amador y la Fiscalía de Madrid para que el empresario reconociera el fraude a Hacienda a cambio de no. Una cuestión en la que también ha sido interesante constatar las contradicciones entre el procesado y su exabogado, Carlos Neira. El primero dice que no le autorizó a negociar y el segundo afirma que lo consultó antes con el cliente.
En paralelo, en Extremadura el líder regional socialista y expresidente de la Diputación de Badajoz, Miguel Ángel Gallardo, se estrenaba en el Parlamento autonómico, con la condición de aforado adquirida recientemente, como diputado de la cámara, una vez la juez le había enviado a juicio por supuesto de supuesto de colocación irregular del hermano de Pedro Sánchez en el 2016. Un movimiento, éste, el de ir al Parlamento extremeño tras la oportuna renuncia de otra diputada, destinado a tratar de facilitar el archivo de la causa. Y, junto a todo esto, un PSOE incapaz de dar una explicación razonable sobre la conducta de su militante y fontanera, a quien se le ha abierto un expediente informativo, no disciplinario, y sin suspensión de militancia ni medida cautelar. Visto el panorama, ¿quiere más surrealismo y más pintura negra? Y algunos se preguntan después por qué puede subir Vox.