Déjame decirte

El fracaso del PP y Vox contra Sánchez

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en la comisión Koldo en el Senado
01/11/2025
4 min

MadridEn ese punto de su vida política, y sobre todo por cómo está yendo la actual legislatura, no hay dudas de que Pedro Sánchez es un hombre de suerte. No se trata sólo de su capacidad de resistencia, sino de cómo sabe aprovechar las ocasiones que le proporciona el azar. En la comparecencia del jueves en el Senado, el líder socialista tuvo la suerte de tener por delante a un representante del PP que difícilmente pudo ser menos competente. Sánchez había sido citado para dar explicaciones a la comisión de investigación sobre el caso Koldo que pusieron en funcionamiento los populares como parte de su estrategia de desgaste del gobierno de coalición del PSOE y Sumar. El PP lo había pensado mucho, durante más de año y medio. Esta iniciativa se aprobó en marzo del 2024. Pero hasta ahora no había citado a quien considera como el principal responsable político del asunto, que ya no es el caso Koldo –un simple asesor de un exministro, José Luis Ábalos–, sino que implica lo propio extitular del ministerio de Fomento y Santos Cerdán, estos dos últimos ex secretarios de organización del PSOE. La cita de Sánchez suponía un paso cualitativo muy importante: pasar de las actuaciones preliminares a una redada de caza mayor.

El resultado fue bastante negativo tanto para el PP como para Vox. Ni el representante popular, Alejo Miranda, ni el de Vox, Ángel Pelayo Gordillo, lograron poner nervioso a Sánchez, al que persiguieron con ansiedad en los interrogatorios. Por el contrario, el líder socialista fue creciendo a medida que avanzaba la sesión. Primero calificó al órgano que le había citado de "comisión de difamación" y, más tarde, de "circo". Ni el presidente del acto, Eloy Suárez (PP), ni los mencionados portavoces supieron ni pudieron contenerle. Es una mala imagen para el Senado, pero la experiencia demostró que la iniciativa del PP fue imprudente. Para sentar a un presidente del gobierno a un simbólico banquillo de los acusados ​​en sede política se deben tener los antecedentes del caso bien ligados y, sobre todo, hay que saber interrogar. Miranda y Gordillo, en cambio, protagonizaron secuencias de preguntas atropelladas que no les llevaron a ninguna parte.

El fracaso institucional del Senado no consistió en la incapacidad de los mencionados portavoces para tumbar a Sánchez, sino en la pérdida de tiempo y energías por las cinco horas dedicadas de forma nada ejemplar a este propósito. No se puede acudir a una comisión de investigación sin un buen haz de antecedentes y material probatorio. Fiar todo a las sospechas, o incluso a los indicios, puede ser útil en una sesión de control al gobierno, para hacerle reproches y crear un clima de recelo, si damos por supuesto que el líder de un partido en el que se ha descubierto un caso de corrupción debía saberlo todo, porque lo contrario resulta inexplicable. Pero el fin de una comparecencia como la de Sánchez iba lógicamente más lejos. Se trataba de vincularle estrechamente con una presunta financiación ilegal del PSOE y conseguir que apareciera como conocedor y, por tanto, como principal implicado en los delitos atribuidos a Koldo, Ábalos y Cerdán. Pero ese objetivo, los portavoces de la oposición, Miranda y Gordillo, no lo lograron.

Es verdad, en todo caso, que el relato de Pedro Sánchez en relación a sus dos exsecretarios de organización –en especial en lo que respecta al exministro José Luis Ábalos– tiene puntos débiles. El PSOE nos ha explicado que su lucha contra la corrupción es muy decidida y carece de grietas. Pero tiene zonas de sombra. Una pregunta esencial haría referencia a la continuidad de Ábalos en las listas electorales tras salir del gobierno en julio del 2021. Es cierto que la salida coincidió con una mayor remodelación que supuso el cambio de una vicepresidenta –Carmen Calvo, hoy presidenta del Consejo de Estado– y seis ministros. Ya en esos momentos sorprendió la baja de Ábalos, y los hechos posteriores han despertado la seria sospecha de que se le apartó del gobierno, pero no del Congreso, por no dejarlo en la estacada.

Decisiones tardías

Sánchez explicó en el Senado que el cambio en la composición del consejo de ministros se realizó para proporcionar un nuevo impulso a la acción del ejecutivo. Ábalos fue suspendido de militancia en el partido en febrero del 2024, cuando se conocieron los informes iniciales de la Unidad Central Operativa (UCO), de la Guardia Civil, sobre la trama relativa a la percepción de comisiones ilegales durante la pandemia. Estos atestados sirvieron para bautizar el asunto como caso Koldo. Ahora bien, el exministro no fue expulsado del PSOE hasta junio pasado, cuando se acababan de conocer los nuevos informes de la UCO que también implicaban a Santos Cerdán en la trama de comisiones. La baja de Ábalos llegó, por tanto, dieciséis meses después de que se le abriera el mencionado expediente. La cuestión es por qué la acción decidida del PSOE contra la corrupción no se manifestó con mayor rapidez y contundencia desde el primer momento.

Por otra parte, es lógico que Sánchez respondiera a la comisión con un "no me consta" cuando le preguntaron si conocía las extrañas actuaciones de la fontanera y ex militante socialista Leire Díez, que según la Fiscalía lideraba un "plan delictivo" para desacreditar a mandos de la Guardia Civil y fiscales de Anticorrupción. Ahora bien, ¿por qué las actividades de la tal Leire –que fue directora general de Filatelia y Relaciones Institucionales de Correos entre 2022 y 2024–, el PSOE no las detectó hasta que aparecieron unas grabaciones en las que ella decía actuar en nombre del entorno socialista? Estas preguntas son pertinentes y pueden formar parte de la crítica política en la organización socialista.

Sin embargo, para intentar vincular a Sánchez con responsabilidades de carácter penal no basta con que haya "incógnitas" sobre las implicaciones del caso Koldo-Ábalos-Cerdán. Y es en esa palabra, incógnitas, en la que se basa el último auto del magistrado Leopoldo Puente, que lleva el caso al Supremo, para remitir a la Audiencia Nacional la investigación sobre los pagos en metálico del PSOE a Ábalos y Koldo mientras tuvieron poder en el partido. En definitiva, PP y Vox han fracasado en el Senado por intentar, con gran impericia, convertir una sede parlamentaria en un órgano judicial. Es necesario mucho más que "incógnitas" para tumbar a un gobierno.

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