FORMACIONES POLÍTICAS

El improbable caso de liderar diez años un partido político

Cada vez es más insólito tener liderazgos longevos en Catalunya, cuando no hace tanto eran mucho más habituales

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QUIM BERTOMEU
4 min
01. Junqueras en junio . 02. Navarro y Montilla el 2011. 03. Camacho en un mitin del PP.

BarcelonaEl próximo 17 de septiembre Oriol Junqueras y Marta Rovira cumplirán 10 años al frente de Esquerra. A pesar de que esta efeméride está cerca, supone un caso de longevidad cada vez más insólito en la política catalana. En la última década los liderazgos de los partidos han sufrido una fuerte sacudida y son pocos los dirigentes que aguantan un periodo de tiempo largo en los máximos cargos ejecutivos. Todo cambia y lo hace rápido. ¿A qué se debe este nuevo paradigma?

Si damos un vistazo a las dos últimas décadas del siglo XX y a la primera del XXI la situación era muy diferente. Hay ejemplos en la izquierda y en la derecha del espectro político, y tanto en partidos grandes y con poder como en formaciones pequeñas y a la oposición. Es el caso de los 23 años de presidencia en CDC de Jordi Pujol, los 19 de Josep Antoni Duran y Lleida en Unió o los 12 de Artur Mas en la secretaría general de Convergència. Pero también los casi 13 de Raimon Obiols al frente del PSC, los 11 de José Montilla, los también 11 de Rafael Ribó en el PSUC o los 13 de Joan Saura en Iniciativa. Solo ERC y el PP catalán, históricamente convulsos, se escapaban de esta dinámica.

Una protagonista a la inversa es Gemma Ubasart, politóloga de la Universitat de Girona (UdG) y, durante un breve periodo de tiempo, líder de Podemos en Catalunya. Para ella, una de las razones que explican el cambio es la “triple crisis” que empieza a producirse a finales de la primera década del siglo XXI: la crisis económica-recortes-, la institucional -descontento y 15-M- y la territorial -el Procés-. Una de las múltiples derivadas que ocasiona es un “cambio profundo en el sistema de partidos” catalán. Y no solo esto, sino que se podría decir que hay un mundo viejo que se acaba pero también hay un mundo nuevo que no acaba de llegar o, como mínimo, de consolidarse. Adaptando una tesis gramsciana, Ubasart lo resume así: “El sistema de partidos antiguo ha muerto, pero todavía no surge uno nuevo”. Entremedias, partidos que desaparecen, otros que se crean, algunos que se disparan y vuelven a retroceder y, en resumen, liderazgos más volátiles.

Uno de los cambios principales en el sistema de partidos catalán es que, a partir de 2010, se empieza a deshacer el bipartidismo imperfecto que regía Catalunya con CiU y el PSC repartiéndose las principales sillas del poder. En plena triple crisis, en diciembre de 2011, aterriza al frente del PSC Pere Navarro, el actual delegado del Estado en el Consorcio de la Zona franca. En conversación con el ARA, recuerda el contexto difícil que se encontró: “Cuando soy primer secretario, el partido está hecho un desastre. Muchas tensiones internas, no gobernamos en ninguna parte -ni en la Generalitat, ni en Barcelona, ni en el Estado - y tener el poder es un cemento muy poderoso”. Navarro está convencido de que Mas convocó elecciones en 2012, entre otros motivos, porque creía que podría “eliminar” al PSC aprovechando la debilidad. Los socialistas retrocedieron, pero los convergentes también. Y no solo esto: aquellos serían los últimos comicios catalanes con la papeleta de CiU. Todo había cambiado.

En 2014 Navarro dejaría el cargo. En aquel periodo de tiempo habría muchos ejemplos más de liderazgos breves: Joan Puigcercós (ERC), Joan Herrera y Dolors Camats (ICV), Xavier García Albiol (PP), Oriol Pujol (CDC), Artur Mas y Marta Pascal (PDECat) y Xavier Domènech (Comuns), para citar solo algunos ejemplos.

Casi treinta años antes de que lo hiciera Navarro, en 1983 llegaba al frente del PSC Raimon Obiols. También intentaría infructuosamente el salto a la presidencia de la Generalitat. A pesar de todo, durante casi 13 años llevaría el timón del socialismo catalán. Él también detecta un cambio de época, o de estilo, más bien. “Entonces era un tiempo de más confianza en el futuro, de más entendimiento, con más tendencia a converger que divergir”, recuerda. Ahora, visto desde fuera, ve una política y una sociedad “más febriles y aceleradas”. “La política se ha hecho más teatral”, resume.

Nuevos partidos

El estallido del sistema de partidos convencional lleva asociado la muerte, el nacimiento y la reformulación de nuevas formaciones. Habla el politólogo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Ivan Serrano: “Todo se vuelve convulso. De Iniciativa se pasa a los comuns y Podemos. Está la reconceptualización del espacio de Convergència y la aparición y derrumbamiento de Cs, y esto se refleja en los liderazgos políticos”. Según él, lo que es excepcional no es tanto que Junqueras haya durado tanto, sino que hay otros “que han durado muy poco”. Incluso detecta una cierta “excepcionalidad catalana”, puesto que la misma condición de liderazgos efímeros en Catalunya no es extrapolable a otros contextos. En el europeo, por ejemplo, con Angela Merkel liderando la CDU durante 18 años. En ERC encuentra actualmente lo que hace unos años era una característica propia de otros partidos: “Se ha consolidado como partido de gobierno y se ha convertido en una organización más estable”.

Alícia Sánchez Camacho, ahora diputada en la asamblea de Madrid, no logró la década liderando el PP de Catalunya, pero poco le faltó, lo que nadie más ha repetido en este partido en Catalunya. “Venía de Girona y no conocía el partido con toda su intensidad. Hice mucho territorio”, dice. Desde fuera, considera que ahora esto se ha perdido y, con las redes, “cualquiera desde el sofá de casa hace unas declaraciones”.

De cara al futuro, y Junqueras y Rovira aparte, no parece que la tendencia se tenga que revertir, como mínimo a corto plazo. El siguiente líder más longevo es el del PSC, Miquel Iceta, con seis años, pero no tardará mucho en pasar el testigo a Salvador Illa, probablemente a principios de año que viene. Además, también hay una tendencia a la alza, que es la de la limitación de mandatos, como la que se impuso JxCat en su congreso fundacional, o la renuncia a tener líderes visibles, como el que aplica la CUP. Un mundo nuevo que llega con una característica que empieza a imponerse: unos liderazgos que no pueden eternizarse.

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