"Los jabalíes no entienden de fronteras": los alcaldes combaten la plaga por separado

La aplicación de métodos de control distintos por parte de los ayuntamientos complica la gestión de la fauna salvaje fuera de los parques naturales

Un jabalí en Collserola
15/12/2025
5 min

Barcelona"Los jabalíes no entienden de fronteras". Son palabras de una técnica de medio ambiente de un municipio del Baix Llobregat que resumen bien cuál es la problemática que afrontan los ayuntamientos con el control de la fauna salvaje. Todo ello ha tomado protagonismo a raíz de la crisis por el brote de la peste porcina africana, pero hace meses –y en algunos casos, años– que los municipios metropolitanos con montaña cerca se arremangan para mantener a raya a estos porcinos. El problema llega cuando, fuera de los parques naturales, la opción que elige un municipio afecta a la situación del otro: ya sea porque opta por la cacería, que hace que los jabalíes –muy sensibles al ruido– se muevan hacia otra zona, o porque no hace nada por controlarlos. Es un escenario que hace que la gestión municipal del control del jabalí se convierta en un auténtico campo para la teoría de juegos.

Este dilema se produce, por ejemplo, en Sant Climent y en los pueblos del entorno de la montaña de Sant Ramon. La sociedad de cazadores del pueblo hace habitualmente redadas de jabalíes dentro del término municipal, que es todo área de caza. Ahora bien, desde el ayuntamiento advierten que estos esfuerzos son "insuficientes si los municipios vecinos no aplican medidas similares" o si se restringe la caza en áreas cercanas –así ocurre en las llamadas zonas de seguridad–. Es, por ejemplo, el caso de Sant Boi de Llobregat, donde el método de control ordinario es la captura con jaula y posterior anestesia por parte de un veterinario, y Viladecans, donde están en proceso de contratar a una empresa especializada para hacer lo mismo a raíz de los incidentes que se produjeron en otoño en el casco urbano.

El método de la captura y sacrificio es también la opción por la que en el 2021 optó Corbera de Llobregat, que captura unos 130 jabalíes al año ante el riesgo de que causen accidentes de tráfico, destrozos en espacios verdes o que se abalanzan en los contenedores para comer. Esplugues tiene un sistema similar desde 2024, que incluye un servicio de emergencias.

En Pallejà, una densidad de jabalíes superior a la de Collserola, aplican un doble método ante su proliferación en zonas donde el bosque ha ido avanzando por el abandono de los cultivos. Hay una sociedad de cazadores que recibe apoyo económico municipal y, en paralelo, desde 2024 han contratado un servicio de captura con jaulas trampa en urbanizaciones donde no cazar. "Cada municipio utiliza las herramientas que tiene a su alcance", apunta Alberto Segura, concejal de Educación e Infancia, Cultura, Comunicación, Sostenibilidad y Medio Ambiente. En Pallejà iniciaron conversaciones con la Generalitat para que ayudara a instalar contenedores de cadáveres por jabalíes, que ayudarían a los cazadores, pero finalmente no se llegó a ningún entendimiento. "Ahora habrá que reanudarlo para seguir avanzando", añade Segura.

Los cazadores se reivindican

Según sostiene Àngel Obiols, de la Federación Catalana de Caza, acudir a empresas de control de fauna salvaje es una decisión puramente política, porque en el Baix Llobregat hay tradición de caza y una comunidad de cazadores lo suficientemente formada para asumir "con rigor" este encargo. "El coste para las administraciones es mucho más elevado: sólo la anestesia puede costar unos 500 euros por ejemplar y, además, el cadáver debe quemarse. Cuando se caza, la carne se puede consumir o vender", explica Obiols, cabeza de grupo de los cazadores de Sant Just Desvern. Este colectivo mantiene desde hace diez años un acuerdo con el ayuntamiento, que ambas partes valoran muy positivamente: el consistorio contribuye a sus gastos; a cambio, los cazadores estudian la evolución del jabalí y actúan según un plan técnico aprobado por la Generalitat, revisando licencias de todo el que interviene.

En Matadepera, en la comarca vecina del Vallès Occidental, los cazadores ayudan al control de la fauna –del jabalí, pero también del corzo–, sin escopeta y sólo con la voluntad de ahuyentarlos. Este método se combina con capturas con jaula que realiza una empresa externa, explica el alcalde, Guillem Montagut. La situación es similar a Castellbisbal, que da apoyo económico a los cazadores para que hagan acecho nocturno. Matadepera, pero también Sant Cugat y Corbera, han participado en estudios de la UAB para reducir la tasa de reproducción del jabalí, que cría mucho y con mucha facilidad.

Pero, de nuevo, las fronteras municipales condicionan la estrategia: cuando un jabalí atraviesa la línea que separa Sant Just de Sant Feliu de Llobregat, los cazadores no pueden apretar el gatillo. Ha habido reuniones con los alcaldes para abordar esta cuestión, aunque desde Sant Feliu remarcan que los incidentes con jabalíes son "puntuales" y que existe buena coordinación supramunicipal. Según Obiols, uno de los grandes reservorios de jabalíes se encuentra en la zona del parque de Barcelona, ​​donde las autorizaciones para realizar redadas excepcionales cuestan "mucho de obtener", por razones políticas, mantiene, pero también por la afluencia de gente. Obiols lamenta la existencia de un "prejuicio" frente a los cazadores basado en un estereotipo que "no se corresponde con el perfil actual" del que practica esta actividad, más profesionalizada que generaciones atrás.

Coordinación supramunicipal

Con la idea de evitar el sálvese quien pueda, los consistorios del Baix Llobregat intentan ordenar la gestión de la fauna salvaje. Las montañas del Baix son un primer espacio de coordinación. Además, y según trasladan al ARA fuentes del Consell Comarcal, la idea es iniciar contactos con el departamento de Agricultura en el primer trimestre de 2026 para "avanzar" en las medidas de control que han acordado. Aparte, el Consorcio del Parque Agrario de la comarca tiene convenios con El Prat, Sant Boi, Santa Coloma de Cervelló y Viladecans para facilitar redadas excepcionales, con la autorización de la Generalitat. En cuanto al Papiol, si "puntualmente" hay alguna entrada de jabalíes en la zona del Parc Agrari, protegida con vallas, son los campesinos quienes lo gestionan con los cazadores o el consorcio, según fuentes municipales.

En Collserola, la coordinación se vehicula a través del parque, donde periódicamente se autorizan redadas de caza. Sin embargo, esto desencadena movimientos de jabalíes por el macizo, con un impacto desigual en los municipios. En Cerdanyola del Vallès –donde este 2025 ha habido tres redadas en la zona de Collserola–, generan "incomodidad y admiración más que problemas", dicen desde el consistorio. En cambio, en el Ayuntamiento de Sant Cugat empezaron a recibir quejas ya en el 2009 y, en dieciocho años, han invertido 600.000 euros para remediarlo. En 2015 se llegó a una situación límite, con hasta 230 jabalíes viviendo en la ciudad. Fuentes de este municipio son tajantes: "La captura de jabalíes [en Collserola] no es suficiente para reducir la población dentro de la zona urbana". Con la crisis por la peste encima, la Generalitat se propone ahora reducir a la mitad la población de jabalíes en Cataluña.

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