ANÁLISIS

Así se lucha por la hegemonía catalana en Madrid

PSC, ERC y Junts compiten por ser el partido más útil para los intereses de Catalunya

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Miriam Nogueras, Gabriel Rufián y Francesc Vallès

MadridEl resultado de las elecciones del 14-F dibujó una Catalunya con tres grandes partidos que luchan por la hegemonía: el PSC, ERC y Junts. La batalla se juega en el Parlament, pero también en Madrid, donde cada uno ejerce un rol diferente con un mismo objetivo: presentarse como el partido más útil para los intereses de Catalunya. Veámoslo.

PSC

El partido que está en la sala de máquinas de La Moncloa

Los socialistas catalanes tienen una obsesión: hacer presente el gobierno de Sánchez en Catalunya. Con este objetivo han puesto en marcha en Madrid una agenda mediática propia, que busca que los ministros tengan una presencia normalizada en los medios catalanes más influyentes, con Tv3 al frente pero también en RAC1 o el ARA. El PSC ocupa ahora dos ministerios, el de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (el antiguo ministerio de Fomento), con la exalcaldesa de Gavà Raquel Sánchez, y el de Cultura, con el veterano Miquel Iceta. Se trata de dos ministerios que quieren tener una mirada propia sobre Catalunya desde sus equipos de comunicación, puesto que tratan dos temas tan sensibles como las infraestructuras y la cultura, que en teoría tendrían que servir para proyectar la visión más federalista del PSC. Iceta ya ha hecho gestos en este sentido, como la visita a la Setmana del Llibre en Català, y habrá que ver qué hace Raquel Sánchez con Cercanías.

Pero la pieza especialmente relevante en esta lucha política es la que representa el nuevo secretario de estado de comunicación, el reusense Francesc Vallès, que cuenta con la confianza total de Pedro Sánchez y es consciente que buena parte del futuro político del partido socialista se juega en Catalunya y en su pulso con los independentistas. La implosión del mundo posconvergente consideran que les da la oportunidad de presentarse como el clásico partido "conseguidor" para Catalunya y por eso cultivan también la relación con el mundo económico, donde el PP no progresa. De momento se han apuntado la medalla del fin de los peajes y han culpado a los independentistas del fracaso de la ampliación del aeropuerto. Su problema es que, si quieren sobrevivir como gobierno, tienen que dar oxígeno a sus competidores, especialmente a ERC.

ERC

El dique antifascista que practica el "peix al cove"

Esquerra compite con el PSC por el título de partido más influyente en Madrid, no en vano sus 13 votos son necesarios para la mayoría de proyectos legislativos del gobierno. Aún así, al menos en cuanto a discurso, rechazan la etiqueta de ser como la antigua CiU y practicar el "peix al cove", a pesar de que no renuncian a obtener resultados concretos para Catalunya. Su apuesta por ser el socio preferente del ejecutivo tiene otras bases. La primera es su apuesta estratégica por el diálogo para resolver el conflicto político entre Catalunya y el Estado. La existencia de la mesa de diálogo es su principal éxito (fue fruto del acuerdo de investidura), pero a la vez resta margen de maniobra negociadora a los republicanos. ¿Por qué? Pues porque como necesitan que este gobierno de PSOE y Unidas Podemos perdure en el tiempo, esto los empuja a darle estabilidad.

Ahora bien, su discurso no es tanto que consiguen cosas de Madrid (como hacen el PNV y hacía CiU) sino que ejercen de dique de contención del fascismo y la ultraderecha. Gabriel Rufián insiste mucho en este punto: ERC es la garantía de que no habrá un gobierno PP-Vox en el Estado, un discurso que cuaja entre el electorado más de izquierdas y metropolitano, donde los republicanos batallan por cada voto con los socialistas y los comuns. Su estrategia para ser hegemónicos en Catalunya se sostiene, pues, en estas dos patas: la apuesta por el diálogo y la bandera antifascista. En un segundo plano, sin embargo, saben que también necesitan poder presentar frutos concretos para ser útiles, el "peix al cove", y aquí es donde sufren más porque no forma parte de su ADN a pesar de que en los últimos años han tenido que hacer un cursillo acelerado de negociación con el Estado.

JxCat

El difícil equilibrio entre la exigencia y la negociación

Junts está intentando recuperar centralidad en Catalunya (y aquí la figura de Jaume Giró es muy importante) y esto pasa por recuperar un cierto protagonismo en Madrid y no descartarse como posible socio de presupuestos del gobierno español. Las últimas intervenciones tanto de la portavoz en el Congreso, Miríam Nogueras, como del portavoz en el Senado, Josep Lluís Cleries, han ido en esta línea. El segundo es el que lo hizo con más convicción el pasado martes en el Senado, mientras que a Nogueras, que tiene un perfil más combativo que negociador, le cuesta más trasladar un mensaje conciliador.

El problema de Junts en Madrid es que, por un lado, el espacio de la antigua CiU como partido muleta de los gobiernos progresistas ya lo ha ocupado ERC, y por el otro tiene un sector interno unilateralista que no ve con buenos ojos ningún tipo de acercamiento al ejecutivo de Sánchez, y más cuando el presidente del partido, Carles Puigdemont, todavía está en el exilio y perseguido por los tribunales españoles. Esto les obliga a practicar una especie de ducha escocesa en las intervenciones, con una parte muy dura en primer lugar, y una invitación al diálogo y a la negociación, al final. Así buscan por un lado retener al votante más puigdemontista y por el otro recuperar una parte de la herencia de la antigua CiU.

PDECat y CUP

Dos partidos en busca de perfil propio

Aparte de los tres partidos grandes, en el Congreso hay dos formaciones más que buscan hacerse un lugar en el tablero del catalanismo. Por un lado el PDECat, que tiene 4 diputados que son prácticamente la única plataforma de proyección con la que cuenta un partido que es el heredero directo de CDC pero extraparlamentario en Catalunya. A su favor está que conservan el know how convergente de cómo se negocian unos presupuestos y se consiguen contrapartidas concretas, sobre todo para sus ayuntamientos. También consideran que el perfil de Junts en el Congreso es muy de izquierdas, y que personas como el católico Ferran Bel (que votó en contra de la ley de eutanasia) los acercan al votante soberanista más conservador.

Por su parte, la CUP está ensayando ahora una nueva estrategia que pasa por jugar a fondo la carta de los Países Catalanes para tener un discurso diferenciado. La idea es implicarse en cuestiones como la lucha contra la ampliación del puerto de Valencia o contra las placas fotovoltaicas en las Baleares, y hacer presión así tanto a Compromís como a Més. De este modo, matan dos pájaros de un tiro: consiguen diferenciarse de ERC, Junts y el PDECat en Catalunya, y refuerzan la implantación de la izquierda independentista y anticapitalista en estos territorios.

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