Un mapa en movimiento
ERC es la formación que tiene el electorado repartido de forma más homogénea por el territorio
Más allá del reparto de escaños, las elecciones nos permiten dibujar muchos mapas de la realidad sociopolítica del país. Si en 2017 en los mapas de la formación más votada había un predominio del color naranja de Ciudadanos en la costa y una hegemonía de Junts per Catalunya en el resto del país, en esta ocasión el PSC ha sustituido a Ciudadanos como primera fuerza en las zonas metropolitanas. ERC, por su parte, conserva sus feudos ya consolidados de las Terres de l'Ebre, y ensancha el perímetro de su primera posición hacia Ponent y la Anoia. Pero Junts conserva la primera posición en buena parte de las comarcas interiores del país, y sobre todo en la demarcación de Girona y en la Catalunya Central.
Aun así, los mapas de la fuerza más votada son necesariamente simplificadores. Pintamos de un color cada comarca, pero a menudo las diferencias entre los primeros partidos son muy pequeñas. Por eso, el mapa de la segunda fuerza más votada nos ayuda a complementar y entender mejor cuál es el patrón de distribución territorial del voto. Y en el segundo mapa se observa un predominio del color amarillo de ERC. Esta es la pauta que ya observamos en 2017: ERC consigue una implantación bastante homogénea en toda Catalunya, pero no logra una hegemonía clara prácticamente en ninguna parte, con la excepción de las Terres de l'Ebre.
La gráfica de la concentración territorial del voto nos da más claves para explicar estos mapas. En esta gráfica podemos ver un patrón claro. Por un lado, Junts se ha convertido en una formación muy especializada territorialmente. A medida que han pasado los años, la formación de Carles Puigdemont ha ido concentrándose en determinadas partes del territorio, como Girona o las comarcas centrales, mientras que se debilitaba en otras, como el sur del país o las zonas metropolitanas.
Por otro lado, el PSC ha conseguido revertir la tendencia. A comienzos del periodo analizado era el partido mejor implantado en todo el territorio, porque conseguía grandes mayorías en la zona metropolitana y era segunda fuerza en el resto del país. A medida que se fue haciendo pequeño, el PSC se fue especializando en determinadas zonas, pero ahora se ha vuelto a extender por todo del país.
Sin hegemonías
En este caso, sin embargo, destaca Esquerra Republicana. Es el partido con un índice de concentración más bajo. Si antes era un partido con el voto muy concentrado, actualmente es todavía el partido que tiene una implantación territorial más homogénea. Esquerra no es hegemónica prácticamente en ninguna parte, pero tiene una presencia muy consistente en zonas metropolitanas y rurales, en la costa y en el interior. Por eso su índice de concentración territorial del voto sigue siendo el más bajo de todos los partidos, como ya lo fue en 2017. Parece que la apuesta de Oriol Junqueras para convertir a ERC en un partido catch-all, capaz de arrastrar a votantes diversos, habría conseguido una penetración muy equilibrada. No le ha servido para conseguir hegemonías consistentes (más allá de las Terres de l'Ebre), pero sí para tener una presencia consistente en el conjunto del territorio.
Los otros partidos, por su naturaleza, tienen un electorado más concentrado territorialmente, con la excepción parcial de los comunes y, curiosamente, de Vox, que consigue penetrar más allá de sus feudos más evidentes. Todo ello configura una geografía electoral en transformación, que nos da pistas sobre las bases profundas del nuevo sistema catalán de partidos. Muy fragmentado, sin hegemonías claras, pero con una formación que consigue penetrar de manera relativamente homogénea en las diversas zonas del país.