Marta Rovira y Jordi Turull: el 'super glue' de ERC y Junts para rehacer una relación rota
Ambos son los encargados de explorar si existen posibilidades de unidad estratégica en la investidura de Pedro Sánchez
BarcelonaCarles Puigdemont fue investido presidente de la Generalitat el 10 de enero del 2016, prácticamente en el límite de la repetición electoral. No tuvo mucho margen en la elección de su ejecutivo con Oriol Junqueras de vicepresidente y conseller de Economia, fruto del pacto al que habían llegado ERC y CDC. Ambos partidos, que se habían presentado en coalición a las elecciones, definieron un Gobierno enfocado a la desconexión unilateral del Estado –algunos perfiles convergentes tuvieron que cambiar forzosamente antes del otoño del 2017–, pero se reservaron dos nombres clave para la batalla parlamentaria. Marta Rovira y Jordi Turull fueron los encargados de vencer las suspicacias, malentendidos y desconfianzas entre los dos partidos en el Parlament y tejieron ya entonces una estrecha relación, que les ha convertido en super glue que ahora intenta rehacer unas relaciones entre los dos partidos que están muy deterioradas.
Siete años después, ambos como secretarios generales de sus respectivos espacios, vuelven a ser los encargados de explorar un acuerdo que se vislumbra muy difícil. ¿El objetivo? Encontrar una posición conjunta respecto a la investidura de Pedro Sánchez. ¿La realidad? Hacerlo sin terminar de enseñar las cartas a su principal rival electoral. Rovira y Turull ya tuvieron que superar durante la legislatura del referendo las sospechas que cada uno tenía sobre el otro. Pasaron unos meses hasta que se autoconvencieron de que no querían hacerse la zancadilla mutuamente y juntos consiguieron resolver buena parte de los conflictos que se iban generando dentro del movimiento independentista.
La relación entre Puigdemont y Junqueras es inexistente, y fuentes de una formación y de otra no creen que haya margen para reconducirla. Por eso era tan importante intentar reactivar la de los números 2 de los partidos. Rovira y Turull también se habían ido distanciando, fruto de la guerra abierta entre Junts y ERC, con el episodio de la ruptura del gobierno como colofón. Y ellos también necesitaron intermediarios para reconducir la situación. Algunas fuentes apuntan a que ha tenido un papel relevante Òmnium Cultural, en especial su presidente, Xavier Antich. Ahora, explican las fuentes, vuelve a haber una vía de comunicación abierta entre ambos.
Reunión sin frutos
Después del primer toque de atención que significaron las elecciones municipales para los partidos independentistas y ante la amenaza de un hipotético gobierno de la derecha y la extrema derecha en el Estado, el presidente del Gobierno, Pere Aragonès, hizo un llamamiento para construir un frente común del soberanismo. Pocos días después, eran precisamente Rovira y Turull, acompañados de otros dirigentes de ambos partidos, los que se reunían en junio en Ginebra (Suiza). Sobre la mesa, pactos poselectorales, especialmente en las diputaciones catalanas, y una aproximación inicial a una posible estrategia común de ERC y Junts de cara a las elecciones generales que ya estaban convocadas. Ni lo uno ni lo otro acabaron saliendo bien. De hecho, las críticas internas han empezado a apuntar hacia su figura, no sólo por los resultados en las urnas sino también por los pactos poselectorales y la pérdida de poder institucional. La investidura española parece haber aplazado estos debates, pero tendrán que afrontarse a medio plazo.
Fuentes de ambos partidos explican que, de hecho, el precio para la investidura de Pedro Sánchez ya había sido objeto de conversaciones antes del 23-J y que ni siquiera se logró profundizar mínimamente. Las posiciones de inicio están tan alejadas y están tan llenas de reproches que, cuando se abordan los detalles, el acuerdo se convierte en una quimera. ERC apuesta por una posición más pragmática, reivindicando los acuerdos alcanzados la pasada legislatura y planteando la continuidad de los mecanismos de diálogo, y Junts, que menosprecia la labor de los republicanos, exige una posición de máximos para reclamar la amnistía y la autodeterminación, al menos en el inicio de las negociaciones. Desde el 23-J Rovira y Turull ya han hablado, y saben que no tendrán una tarea sencilla, especialmente porque la prioridad máxima de las direcciones de los dos partidos es, hoy por hoy, la lucha por la hegemonía dentro del movimiento independentista.
Dos decisiones distintas
Entre las muchas cosas que unen Rovira y Turull está su posición antes de la declaración de independencia de 2017. Ambos fueron piezas clave en la organización del referéndum y ambos eran partidarios de la DUI hasta el último momento . Turull, que había entrado en el Govern en julio de ese año, y Josep Rull pidieron a Puigdemont que renunciara a la convocatoria de elecciones que el entonces presidente tenía cuello abajo y Rovira fue quien más activamente defendió la DUI desde la dirección de ERC en los momentos en que Junqueras hacía equilibrios y adoptaba una pose más enigmática.
El 23 de marzo de 2018, al terminar el pleno de investidura del propio Turull, ambos tuvieron que tomar una decisión. Citados por el Tribunal Supremo, se daba por sentado su encarcelamiento. Turull, junto con Josep Rull, Raül Romeva, Dolors Bassa y Carme Forcadell optaron por presentarse ante el juez. Rovira, que ya no participó en la reunión de esa misma noche en la sede de ERC, puso rumbo a Suiza. Dos decisiones que les diferencian el uno del otro y también de sus respectivos líderes porque si Junqueras también había optado por asumir una más que probable cárcel, Puigdemont decidió tener más margen para seguir haciendo política desde el exilio.
Turull fue indultado tres años después y Rovira vive desde entonces en Ginebra esperando la brecha para poder volver a Catalunya. Parecía haberse abierto con la reforma del Código Penal. Ahora el Tribunal Supremo sólo le acusa por desobediencia, delito que no conlleva prisión, pero la causa del Tsunami Democrático en la Audiencia Nacional podría apuntar hacia ella directamente como responsable. De momento, Rovira desde Suiza y Turull desde Catalunya, continuarán siendo los responsables de intentar mantener desbrozado el camino que separa Junts y ERC por si algún día deben volver a transitarlo.