Barcelona"Me dirán que soy un nostálgico del consenso. Lo soy, lo he sido y da la impresión de que lo seguiré siendo. No tiene sentido disimular". Hacia el final de su conferencia, el abogado y expolítico Miquel Roca realiza esta confesión ante un auditorio que está a punto de estallar en aplausos. Acabamos de asistir a la segunda edición de la Conferencia Jaume Vicens Vives, con la que el Círculo de Economía recuerda aquel mítico encuentro de 1958 en el que el historiador y teórico del catalanismo habló de los "capitanes de la industria" y, de de alguna manera, significó la génesis del propio Círculo. Y si el año pasado el físico Lluís Torner dibujó la Catalunya del futuro, este año se ha querido reivindicar una determinada forma de hacer política y de entender la democracia en la figura de uno de los padres de la Constitución.
Como ya ocurrió hace unos días con Angela Merkel, en primera fila estaba Jordi Pujol y también otras figuras de aquella Convergència bifront (pujolistas y roquistas) como Xavier Trias o Lluís Recoder. De políticos en activo pocos, si acaso Jaume Giró (Juntos) o Antoni Balmón (PSC) junto al expresidente José Montilla.
La tesis de Roca es que, a pesar de los cambios radicales que han transformado el país desde 1958, los problemas que citaba Vicens Vives son en esencia los mismos: la preservación de la identidad, la necesidad de liderazgos, la adaptación al cambio económico y la lucha contra la desigualdad. En realidad, Roca describe el programa de la Convergencia de inspiración socialcristiana donde él militó y que hoy, desaparecida, sobrevive como un espíritu y una forma de hacer que no acaba de encontrar un encaje cómodo en ninguno de los partidos actuales.
Financiación singular
"Catalunya es un hecho de libertad", proclama poniendo el énfasis en la necesidad del respeto a la diferencia, el pacto y la voluntad de acuerdo para dar respuesta a una realidad plural y diversa. Y aquí lanza un aviso para navegantes (independentistas): "Sí a más autogobierno, sí a más financiación, sí a más respeto para Catalunya, pero nunca una ambición legítima puede castigar el bienestar de la gente". La idea es clara: nunca se pueden defender unas ideas si está en detrimento de la economía. Precisamente, la defensa que hace Roca de la financiación singular para Catalunya es la única punta que liga directamente su discurso con la actualidad. "Hay que defender la singularidad de la financiación, que es plenamente constitucional, porque cada uno tiene derecho a su singularidad". Aquí Roca exhibe el pragmatismo pícaro de aquel que fue en el origen del "café para todos" y defiende que debe combinarse la bilateralidad con la multilateralidad.
El segundo apunte que hace referencia a la actualidad es cuando Roca recuerda la figura de Isak Andik y lo pone como ejemplo de liderazgo empresarial. "Nada justifica la indiferencia y menos el desprecio" hacia lo público, mantiene, hasta y todo por hacer el "trabajo ingrato de ir a contracorriente". la polarización y del todo o nada, "que muy a menudo termina en nada" y se muestra muy crítico con el populismo, que identifica claramente con las posturas antiinmigración y que considera un peligro para la convivencia social También recomienda respeto institucional y termina con una última advertencia a quienes pueden tener la tentación de patrimonializar el concepto de Cataluña desde posiciones maximalistas: "En democracia cada fuerza representa a quienes le han votado, a nadie más. No se puede imponer aquello que los ciudadanos han rechazado". Por tanto, sólo queda un camino transitable hacia el progreso y que, en boca de Roca, es una palabra hecha carne y hecha persona: pacto.