LA SEMANA DE... PASOS PERDIDOS

Un nuevo tándem para superar las desconfianzas entre ERC y JxCat

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GERARD PRUNA
3 min
Jordi Sànchez y Pere Aragonès paseante  por Prats de Lluçanès el pasado fin de semana.

No es ningún secreto que la pésima relación entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras ha sido determinante para muchas de las cosas que han pasado en Catalunya. Tan cierto es que estas desconfianzas actuaron muchas veces de motor para hacer posible el 1-O -no aparecer como el que se echaba hacia atrás fue la gasolina en muchos momentos críticos-, como desde entonces los recelos entre los dos líderes y sus respectivos partidos han influido decisivamente en el bloqueo de la política catalana, hasta el punto que hasta hace una semana la legislatura en la que el independentismo había superado por primera vez el 50% ha estado a punto de irse a pique.

Lo impidieron a última hora Pere Aragonès y Jordi Sànchez, que se ugaban más que nadie. El coordinador nacional de ERC y el secretario general de Junts decidieron aislarse de sus partidos -para disgusto de parte de sus equipos negociadores- para cerrar un acuerdo frente a frente y construir las confianzas mínimas para poner en marcha un Govern la fortaleza del cual dependerá, en buena medida, del hecho que se mantenga la sintonía entre ellos dos.

La negativa de Artadi a formar parte del Govern todavía refuerza más este vínculo Sànchez-Aragonès. Sin un liderazgo claro de JxCat en el ejecutivo -el futuro vicepresident, sea quien sea, se lo tendrá que construir desde cero-, el exlíder del ANC tendrá el control sobre la parte de Junts del Govern -la elección de los consellers la está pilotando él desde Lledoners- y se dibuja como el interlocutor principal del nuevo president de la Generalitat cuando lleguen las decisiones clave del futuro Govern. Entre los dos tendrán que conducir el aterrizaje independentista después de las turbulencias posteriores al 1-O. “Tocar de pies en el suelo”, dijo Aragonès viernes, antes de emprender nuevos vuelos.

El tercer actor en discordia en este acuerdo es la CUP, que después de haber empujado como nunca a favor de la alianza entre Esquerra y Junts empieza sospechar con los primeros compases del futuro ejecutivo. Los silencios del acuerdo cerrado entre Sànchez y Aragonès en cuanto a aspectos capitales del pacto de Esquerra con los anticapitalistas es ensordecedor, y la elección de Jaume Giró como nuevo conseller de Economía no ha hecho sino aumentar las dudas de los cupaires sobre el giro a la izquierda que esperaban imprimir en el futuro Govern. Las primeras advertencias llegaron ya en este último debate de investidura, pero irán a más en las próximas semanas.

Y desde la distancia se lo mira el gobierno español, a quien toca mover pieza pronto, primero con los indultos y después llenando de contenido la mesa de diálogo. Se ha dicho mucho que el independentismo no podía desaprovechar la oportunidad que supone un gobierno de PSOE y Unidas Podemos en Madrid, pero ¿puede el ejecutivo de Pedro Sánchez dejar escapar también la ventana que abre un ejecutivo catalán que quiere dar una oportunidad a la negociación?

EL DETALLE

Buscar emplazamientos al aire libre es un trabajo arduo. Lunes, para presentar el acuerdo entre Aragonès y Sànchez se optó por Palau Robert. El escenario, con un jardín como trasfondo, tenía que ser bucólico, pero la exposición del Tricicle jugó una mala pasada. Por encima de los dos líderes, unos gigantes Paco Mir, Joan Gràcia y Carles Sans se ponían las manos a la cabeza, quien sabe si previendo un Govern lleno de turbulencias.

Con los 74 votos conseguidos viernes, Pere Aragonès empató con Pasqual Maragall en el podio de presidentes con más apoyos. Quizás para desempatar, intentó contabilizar como medio voto el lapsus de Alícia Romero, que cuando tuvo que cantar el voto de su compañera Elena Díaz dijo “sí” antes de rectificar rápidamente y decir “no”. “Gracias por tu medio voto”, le dijo después con ironía el nuevo president.

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