Perro Sanxe muerde a Feijóo y seduce a Nogueras

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Llegada de Pedro Sánchez al Congreso, donde se celebra el primer día del debate de investidura en el que Sánchez expone el nuevo programa de Gobierno y pide la confianza en la Cámara para revalidar su mandato en la Moncloa.

MadridSin ser consciente de ello, la derecha ha creado un personaje que se le ha vuelto en contra: Perro Sanxe. La idea era denigrar al presidente español, pero él ha sabido aprovecharlo en su favor y lo ha convertido en una especie de superhéroe que se enfrenta a la derecha y, como en las películas de Marvel, siempre la derrota. Hoy Pedro Sánchez ha sido más Perro Sanxe que nunca, y ha demostrado que cuando decide pasar al ataque y morder es especialmente peligroso. El líder socialista ha protagonizado un ejercicio de deconstrucción del personaje Núñez Feijóo, rozando el ensañamiento.

Sánchez en Feijóo: "Esta es muy buena, no es presidente porque no quiere"

Es cierto que el líder popular también ha sido contundente y se ha ganado el aplauso de los suyos, pero este jueves uno será presidente y otro jefe de la oposición. Uno habrá ganado y el otro habrá perdido. Y esto en política es lo que importa.

Fiel a la consigna de que la mejor defensa siempre es un buen ataque, y también al lema "Siempre adelante", Sánchez ha dibujado antes que nada el terreno de juego que más le conviene, y se ha presentado ante la opinión pública como el dique de contención de la ola ultraconservadora que inunda Europa y que él considera que ha detenido en España (con la ayuda inestimable de los nacionalistas catalanes y vascos, que se han sumado al barco en defensa propia). Por tanto, ¿quién le puede cuestionar los pactos o la amnistía cuando quien habla es un superhéroe a nivel mundial, que es como él se siente? En algún momento, Sánchez incluso ha pecado de sobrado, haciendo las delicias de sus seguidores. Tras días de acoso y altercados en Ferraz, hoy las bases socialistas han recibido una dosis de autoestima por parte de su líder. En eso nadie le gana.

Sánchez ha mojado pan en los pactos PP-Vox en ayuntamientos y comunidades autónomas, que fueron la palanca que le permitió movilizar al electorado de izquierdas y especialmente al femenino. "España o sigue avanzando o retrocede", ha dicho, incidiendo en la dicotomía sobre la que se construye el debate político hoy en España. O blanco o negro. O PP-Vox o yo. Por tanto, una vez presentado el personaje Perro Sanxe en escena, el Sánchez más político ha podido defender sin problemas la amnistía como la mejor manera de recuperar la "concordia" entre españoles. Y encima recordando incluso los indultos aprobados por los gobiernos del PP a miembros de Terra Lliure condenados por terrorismo.

Pero su objetivo preferente ha sido la figura de Feijóo, a quien ha reprochado todos sus vaivenes y contradicciones sobre Catalunya para intentar ser investido, sobre todo por su intento de sumar los votos del PNV y Junts a los de Vox. "Usted no es presidente porque la extrema derecha se lo impide", sentenció. El liderazgo de Feijóo en el PP no peligra, es verdad, pero es dudoso que pueda mantener la tensión y la crispación de forma indefinida. Por su parte, Santiago Abascal ha decidido que él quiere ser el líder de la derecha que sale a la calle. Ya no aspira a atraer a votantes del PP sino a compactar a su electorado más ultra. Su renuncia a debatir cara a cara con Sánchez denota que ya ha agotado la vía parlamentaria: tras compararlo con Hitler y enfrentarse con la presidenta de la Cámara ya ha agotado todos los recursos.

Sin esperanza para la derecha

Al fin y al cabo, el objetivo de Sánchez era lanzar dos mensajes clave, uno de cara al electorado progresista y uno a la derecha. A la España progresista el líder socialista le ha dicho que el precio de tener un gobierno de izquierdas es la amnistía, que además será buena a largo plazo. Y a la derecha le dice que pierda toda esperanza, que su gobierno va a durar cuatro años y que a Feijóo le van a salir muchas canas esperando su turno. Y que si en algún momento las cosas se complican, aparecerá Perro Sanxe y con alguno de sus golpes de efecto volverá a cambiar el guion y a dejarlos con la boca abierta. Se llama guerra psicológica.

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