El presidente que no necesita titulares

El presidente Salvador Illa, en su intervención en el pleno del Parlament de este martes.
08/10/2024
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BarcelonaLa ortodoxia comunicativa marca que un presidente de un Gobierno debe soltar un par o tres titulares en sus intervenciones más destacadas. Así lo hace, por ejemplo, Pedro Sánchez. Pero no es el caso de Salvador Illa, quien ha fundamentado su perfil político en la ausencia de titulares. Si acaso, los recicla, como hace con los famosos 50.000 pisos que ya anunció en el debate de investidura. La bancada socialista intenta animar la jornada con algunos aplausos puntuales, pero con timidez y sin querer romper una puesta en escena que era gris.

Titulares quizás no, pero ideas bastante que ayudan a desentrañar a la hermenéutica illista, sí. Al inicio de su intervención, Illa cita a Pau Casals y hace un repaso de la situación geopolítica mundial al más puro estilo Jordi Pujol ya continuación desgrana un programa socialdemócrata clásico, “aferrado a la realidad” y aderezado con citas de Willy Brandt , con un tono que remite a José Montilla y los tripartitos de antes de la crisis del 2008. Es una intersección difícil, quizás imposible, pero son las coordenadas donde habría que situar al actual presidente: Cataluña en el mundo a través de España y Europa.

Salvador Illa, como Pujol, tiene algo de alemán, de ética del trabajo protestante, y por eso cuando habla de crear una reserva de suelo público y de empezar a construir de forma rápida parece que se transmuta en contratista mayor del Principado y es fácil imaginárselo mirando promociones sobre planos como un general dirigiendo una “batalla”, como él mismo lo define. Las socialdemocracias centroeuropeas se construyeron sobre una gran inversión en vivienda pública, un esquema que Isla quiere copiar aunque sea con medio siglo de retraso. Y al ser una receta compartida por la derecha, es una apuesta infalible que todo hace pensar que querrá convertir en su bandera. Una Catalunya-Viena para contraponer al Madrid-Miami de Ayuso.

La cuestión es: ¿quién se puede oponer a construir vivienda? ¿A mejorar los servicios públicos? ¿A cambiar el sistema de financiación? Este miércoles la oposición sudará para encontrar rendijas por las que atacar a Isla, que es como aquellos boxeadores que no atacan, pero tampoco dejan ningún flanco descubierto, que es correjoso (difícil de mascar), aprovecha cada ocasión para abrazarse al oponente y que acaba ganando por agotamiento.

El beso de Giró

Pero en el hemiciclo hay alguien que mira el debate desde la tribuna con cara de querer subir al atril. Pero una sentencia judicial por fraccionar contratos se lo impide. Es Laura Borràs, que está extrañamente sola y que antes de empezar el debate ha tomado un beso en el aire que le ha lanzado, atención, Jaume Giró. No hay otro expresidente, ni de la Generalitat ni del Parlament. Ni tampoco Oriol Junqueras, el otro protagonista involuntario de la jornada. Quien sí está, pero en el lado de los periodistas, es Anna Grau, que tras el naufragio de Cs ha vuelto a hacer de articulista por Abc.

A la salida, los diputados ponen cara de circunstancias, pero es uno de Vox el que resume con una frase la esperanza de unos y el gran temor de otros: “Tenemos Isla por mucho tiempo”.

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