Sánchez, Felipe VI, Feijóo y la pelea de gatos
MadridEl año se cierra prácticamente como había empezado: con una pelea de gatos permanente, pero con una circunstancia relativamente nueva surgida en los últimos días. Se trata de las diversas apelaciones a cambiar de clima y prestar cierta atención en posibles iniciativas de diálogo y consenso, aprovechando los buenos datos de la marcha económica del país. La política no es siempre coherente, pero sería un contrasentido que en un momento en el que existen buenas cifras de crecimiento y empleo –con 21,3 millones de afiliados a la Seguridad Social– hubiera dificultades insalvables para aprobar los presupuestos del 2025 .En este escenario no debería haber obstáculos insuperables para coincidir en un diseño de actuaciones que permitan aprovechar la marcha económica positiva del país. Los obstáculos serán en todo caso de otro tipo, sobre todo de estrategias políticas, de cálculos de interés particular de cada fuerza política. Se puede gobernar sin presupuestos, ha ocurrido en varias ocasiones. Ahora bien, no aprobarlos significa estrechar el camino, especialmente para el gobierno, pero con efectos sobre toda la ciudadanía.
Por contraste, estas Navidades hemos oído invocar el consenso con especial intensidad en discursos que nunca se llevarán a la práctica. Por eso hablo de contradicciones entre lo que se dice y lo que se está dispuesto a hacer. Solo ha sido necesario escuchar las reacciones de los partidos –en especial las del PP y el PSOE, los de más larga experiencia de gobierno– sobre el discurso del rey Felipe VI en Nochebuena. Tanto los populares como los socialistas cumplieron el papel de dar por recibido el mensaje con más o menos elogios para el monarca, pero sin sentirse aludidos por la exhortación a cambiar el clima político y evitar el ruido permanente. De hecho, no están dispuestos a intentar ningún ejercicio de moderación. Las incógnitas se centran más bien en las políticas de alianzas, en cuanto le durarán al PSOE sus socios de investidura –ninguno de los cuales quiere una moción de censura– y en la posible repetición de las votaciones en las que el PP pueda volver a coincidir con Junts, mientras intenta restablecer algún puente con el PNV, con pocas perspectivas de éxito.
De momento, todo el mundo quiere presionar al gobierno, esconder con posibles infidelidades, pero sin hacer peligrar la estabilidad que en el fondo tiene la legislatura. El juego va a seguir siendo una lenta lucha de desgaste. Según Feijóo, una agonía para el PSOE. Según los socialistas, una interminable etapa de oposición para los populares, siempre amenazados por los radicalismos de Vox. Con este panorama, el rey quiso aprovechar la experiencia de DANA para pedir que el esfuerzo de reconstrucción sea un ejemplo para unir voluntades en bien del país, en lugar de perseverar en las continuas descalificaciones y los debates crispados. Pero ya vemos que la tragedia que ha afectado a la Comunidad Valenciana tampoco consigue un efecto real de cierre de filas. Quizás hubiera habido alguna posibilidad si el gobierno valenciano hubiera asumido responsabilidades políticas, pero los cambios acordados por el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (PP), se quedaron muy cortos. En este contexto, las apelaciones de Felipe VI a buscar políticas de consenso no tenían demasiadas perspectivas de prosperar. Y eso que en su balance de gestión durante el próximo año, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, también exhortó al PP a cambiar de estrategia, matizando por medio de la ironía su habitual discurso agrio hacia Feijóo.
La aproximación entre Junts y el PP
En esta ocasión, el líder socialista volvió a criticar a su rival popular reprochándole "la enorme hipocresía" de haber coincidido ahora con Junts en aspectos importantes de la política fiscal –como el rechazo al impuesto a las energéticas– , cuando aún no hace un año en el PP se oían voces a favor de la posible ilegalización de los partidos independentistas. Y una de las últimas frases del presidente del gobierno en su comparecencia de balance fue para subrayar que, "dado que hay un deshielo entre Feijóo y Junts, a ver si el próximo año se produce un deshielo entre Feijóo y el PSOE". Es obvio que cuando Sánchez pronunció esta frase ya conocía el discurso de Navidad del rey, porque el gobierno le recibe con antelación. En estas circunstancias resulta curioso que la única concesión a las demandas conciliadoras del monarca, en favor de trabajar para responder a "la exigencia del bien común", fuera por parte de Sánchez el deseo de un improbable "deshielo". Sin duda, cada uno estaba cumpliendo su papel en este episodio institucional y político de Nochevieja. El líder socialista sacando pecho por las expectativas de crecimiento de la economía y mostrándose confiado sobre la estabilidad de la legislatura hasta su final en el 2027. El presidente del PP sintetizando las perspectivas del 2025 como una etapa que "discurrirá entre los juzgados, algo de Waterloo y quizás algo de Franco", al cumplirse los cincuenta años de la muerte del dictador. Y en medio, Felipe VI –que habló entre las respectivas comparecencias de Sánchez y Feijóo– predicando aparentemente en el desierto para decir que es necesario que la lucha política "legítima, pero a veces ensordecedora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad".
Una consideración final. Conviene mucho que en el 2025 despeje el camino de la ley de amnistía. Es evidente que Sánchez quiso tranquilizar a Puigdemont dejando abierta la posibilidad de un contacto personal incluso antes de que el Constitucional haya dictado sus sentencias. Juntos se ha quejado muy rotundamente por la lentitud en la aplicación de la ley. Por su parte, Feijóo reclama que Puigdemont debería estar detenido, y en su balance repitió la idea de que él no es presidente del gobierno porque no quiso aceptar chantajes de los independentistas. Cuando el líder del PP dijo eso mismo en el Congreso, Sánchez se dio una risa. La novedad, en cualquier caso, es la reciente aproximación entre Junts y el PP. En este contexto resulta significativo que los populares empezaran el año convocando manifestaciones contra la amnistía y lo acaben coincidiendo con Junts en votaciones en el Congreso. Posiblemente por eso Sánchez ha valorado por primera vez la mencionada hipótesis de un encuentro personal con Puigdemont, con el objetivo de no facilitar las dinámicas de pinza contra el gobierno.