A Sánchez le estalla una bomba inesperada

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Pedro Sánchez y María Jesús Montero en el Congreso antes de saber el adelanto electoral en Catalunya.

MadridAcostumbrado a lidiar con toros de todo tipo y condición, a Pedro Sánchez la convocatoria de elecciones en Catalunya le agarra a contrapié y le obliga a reprogramar el GPS de la legislatura. Con todos los flancos que tenía abiertos (amnistía, Puigdemont, caso Koldo, Ábalos, Podemos...) el de unas elecciones anticipadas en Catalunya no estaba en el radar de la Moncloa hasta hace muy pocas horas, cuando se han ido convenciendo de que los comunes no estaban en una mera estrategia negociadora sino que tenían la voluntad política de castigar al PSC y ERC por el menosprecio que están sufriendo en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​singularmente la figura de Ada Colau. Hasta el martes por la noche en el gobierno español no empezaron a ser conscientes de la bomba que estaba a punto de estallar.

La situación es ahora de máxima incertidumbre. La primera consecuencia es que Pedro Sánchez ya ha renunciado a elaborar los presupuestos del 2024 y ha ordenado trabajar ya en los del 2025. El motivo es que ERC no podía entrar ahora en una negociación presupuestaria en plena precampaña electoral y, por tanto, no era necesario ni siquiera iniciar un proceso negociador con tan pocas posibilidades de éxito. Tampoco se trata de ningún drama para Sánchez porque eran unas cuentas que habrían tenido una vida muy corta, un máximo de medio año. En cambio, los del 2025, que en principio tendrán que ser restrictivos, serán los que marcarán si hay o no legislatura.

¿Qué Gobierno le conviene a Sánchez?

El caso es que los dos meses que faltan para las elecciones catalanas coincidirán en Madrid con la tramitación de la amnistía en el Senado, por lo que será una suerte de tiempo muerto durante el que todo quedará en vilo y la política se limitará a las comisiones de investigación y en el circo del PP en la cámara alta. A mediados de mayo habrá ya amnistía aprobada y se habrá clarificado el mapa político catalán, por lo que será el momento de volver a recalcular la legislatura. Y aquí es donde la cosa se pone interesante, ¿por qué cuál es el resultado, o mejor dicho el Gobierno resultante, que más conviene a Sánchez para asegurarse la legislatura?

Paradójicamente, a Sánchez le podría convenir más un gobierno ERC-Junts (o Junts-ERC) que uno con el PSC porque de esta manera todos sus socios estarían involucrados en la gobernabilidad y podrían entrar en una dinámica de intercambio de favores. En cambio, un escenario con Salvador Illa de presidente desincentivaría el apoyo a Sánchez de republicanos o junteros, sobre todo en caso de que uno de los dos o ambos quedaran fuera del ejecutivo. Es por eso que Isla siempre dice que aspira a una suerte de gobierno de unidad nacional con ERC, Junts i comuns, pero ésta es una posibilidad ciertamente remota. Todo el mundo dentro del mismo barco. Isla se enfrenta ahora al mismo problema que ya sufrieron otros antes que él: los intereses del PSOE no tienen porqué siempre coincidir con los del PSC, sobre todo cuando el inquilino de la Moncloa depende de los votos de los nacionalistas/independentistas.

En cuanto al PP, la noticia ha sido recibida con mucha satisfacción –incluso con un punto de euforia– porque creen que esto puede ser el fin de la aventura de Sánchez y sus constantes malabarismos. Ahora bien, para Feijóo será también un examen difícil porque vendrá de unas vascas donde habrá sacado resultados testimoniales, ya las catalanas, por muy bien que vayan al PP catalán, no dejará de tener un papel marginal. Eso sí, es una oportunidad para fagocitar a Ciutadans y situarse como primer partido de la derecha españolista en el Parlament, por delante de Vox, e incluso aspirar a la cuarta plaza codo con codo con los comunes.

A Sánchez una victoria del PSC le servirá para tomar impulso de cara a las europeas, por lo que se implicará al máximo en la campaña. Pero, como decíamos, otra cosa será el Gobierno que le convenga. Ganar sí, gobernar... ya veremos. ¿Y Yolanda Díaz? Este miércoles no fue un buen día para ella. En su entorno hay quienes no comparten una decisión que, tarde o temprano, se le puede girar en contra en el Congreso.

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