Cloacas del Estado

Sexo, drogas y Juan Carlos I: el regreso de Villarejo al Congreso

El ex comisario dice que sugirió al rey emérito rebajarle la líbido por “razones de estado”

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OT SERRA
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El excomisario  José Manuel Villarejo ayer a la comisión Kitchen del Congreso .

MadridJosé Manuel Villarejo afirma que ha tenido y tiene amigos homosexuales, respondiendo a una pregunta del diputado del PP Luis Santamaría sobre un supuesto negocio de prostíbulos del suegro de Pedro Sánchez. En este momento de la sesión de la comisión Kitchen del Congreso, todavía nadie sabe que el titular de la comparecencia del ex comisario en la mayoría de medios estará relacionado con Juan Carlos I y el sexo. Macarena Olona, diputada de Vox, sin embargo, lo ve venir: “No haré preguntas tan interesantes como el portavoz del PP, o acabaremos hablando de sexo”.

Pero el diputado de Unidas Podemos Ismael Cortés pone sobre la mesa el archivo Jano. Villarejo explica que se trata de una compilación de información sensible de personas de relevancia en España que controla el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Uno de los fichados resulta ser Juan Carlos I, y el ex comisario explica que se le suministraron hormonas femeninas, “inhibidores de testosterona para rebajarle la libido”. “Se consideraba que era un problema de estado que fuera tan ardiente”, asegura Villarejo. Al cabo de un rato, recuerda que hay una grabación de su ex amante Corinna Larsen que también lo comenta y que existen informes de una clínica que lo corroboran.

Y del sexo, a las drogas. En el archivo Jano había una subdivisión, expone Villarejo, que se llamaba Control de togas. “Determina el que tiene tendencias con menores, el que ha pegado a su mujer, el que es alcohólico...”, afirma el compareciente. Todo ello, sirve para “controlar” a estas personas, a pesar de que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, lo describe como “chantajear”. Los que extorsionan son un “grupo que existe” –dice Villarejo, con sus maneras abstractas habituales– que denomina encaladores. Se dedican a “surtir de cocaína a todo el mundo a quien interesa controlar”, explica el ex comisario, que también especifica que el nombre viene de la cal, que es de color blanco. “¡No sé qué me pasará a partir de hoy!”, exclama Villarejo cuando cree que ha hablado demasiado.

El portavoz de Cs, Edmundo Bal, ve conspiranoia y pide que concrete qué jueces han sido sometidos a este tipo de chantajes. Al policía no le gusta que pongan en entredicho sus afirmaciones y pregunta al diputado de Cs si “también es de los que me amenazan”. Los que tienen claro que lo hacen son los fiscales, que no descartan solicitar que vuelva a la prisión antes de que acabe el juicio que apenas ha empezado sobre tres piezas del caso Tándem.

La trama de sexo, drogas y chantajes forma parte de la dosis de espectáculo que Villarejo acostumbra a aportar en sus visitas al Congreso, pero también colabora a su manera en el esclarecimiento del caso Kitchen. Corrobora la información del diario Público sobre una reunión en Génova con María Dolores de Cospedal en marzo del 2014 en la cual irrumpe Mariano Rajoy y dice: “A trabajar, ¿eh?”. Villarejo dice que quería asegurarse que estaba detrás de las órdenes que recibía a través de intermediarios e interpretó que sí. Algunos diputados no lo tienen del todo claro.

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