Todos contra todos dentro del unionismo para liderar la alternativa al Procés

La triple derecha ataca a Salvador Illa mientras que el candidato socialista se presenta como el voto útil

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Salvador Illa y Nadia Calviño, en un acto electoral este lunes

BarcelonaTodas las encuestas que se han ido haciendo públicas hasta ahora –este lunes era el último día para publicar– apuntan que los tres partidos de la derecha se quedarían muy lejos de sumar una mayoría que sirviera para entrar en el Palau de la Generalitat. El PP, Ciudadanos y Vox necesitarían los votos del PSC para intentar una alternativa al independentismo y, ni así, conseguirían sumar 68 escaños –los comunes han garantizado este lunes que no entrarían en ninguna mayoría con Vox–. Un acuerdo de gobierno constitucionalista es, con los sondeos en la mano, prácticamente imposible y, por eso, la pugna hasta el 14-F entre el PP, Cs y Vox, pero también con el PSC, pasa por saber quién acaba liderando la alternativa al independentismo. Los socialistas son los que lo tienen más de cara y, por eso, son el foco de las críticas. El PP y Vox incluso han dicho que vetarán su investidura. Los populares han apostado por un candidato constitucionalista de consenso que no han descartado que pueda ser un socialista.

El PSC confía en que el llamado efecto Illa les sirva, como mínimo, para rentabilizar la derrota de Cs que pronostican las encuestas. El presidente español, Pedro Sánchez, se ha volcado en la campaña electoral catalana para intentar reforzar la jugada de convertir, a pesar de la pandemia, a su ministro de Sanidad en presidenciable. Se erigen en el voto útil de las izquierdas para conseguir trasladar a Catalunya la coalición de gobierno estatal con Podemos. De hecho, el propio candidato socialista, Salvador Illa, ha dejado claro varias veces que los comunes son su socio preferente. "No es lo mismo que gobierne una coalición progresista o que lo haga la derecha", decía Pedro Sánchez en uno de los actos de domingo del PSC.

Como los comunes, los socialistas apuestan también por un gobierno de izquierdas, pero, a diferencia de los de Jéssica Albiach, Illa veta que el gobierno sea con ERC –también lo hacen los republicanos–. "Tenemos que pasar página", no se ha cansado de decir desde el inicio de la campaña. Pasar página del Procés supone, para el PSC, no incorporar a ningún partido independentista en el Govern, a pesar de que este lunes se ha abierto a aceptar el apoyo externo en cuestiones puntuales de los republicanos. Abrir este nuevo capítulo también significa para el PSC descartar un gran frente unionista con Cs y el PP porque, en palabras del propio Illa, "viven en la trinchera de la confrontación". A pesar de las negativas, sus pretendientes no se desesperan. Carrizosa se muestra convencido de que Illa "se verá forzado a pactar con los constitucionalistas" y Albiach insiste en que "encontrarán la fórmula" para que ERC y el PSC se entiendan.

La batalla porliderar la derecha

El tripartito que públicamente solo defienden los comunes lo insinúan en forma de fantasma el PP, Ciudadanos y Vox, que disputan su particular carrera para no quedar desdibujados por un gran resultado del PSC. En 2017 Inés Arrimadas consiguió capitalizar el temor al 1-O de una parte importante del unionismo, pero desde hace meses las encuestas pronostican una bajada importante del partido naranja. La fuga de votos se va mayoritariamente hacia el PSC, pero el PP y Vox también esperan convencer a una parte de los indecisos. "Los partidos que lideran las encuestas son los indecisos y los abstencionistas", ha dicho en varias ocasiones Arrimadas. Según la encuesta publicada por el ARA este fin de semana, del 22% de personas que todavía no habrían decidido qué papeleta elegir el 14-F, solo un 2% dudan entre el PP, Cs y Vox.

Alejandro Fernández y Pablo Casado este domingo en el acto de l'Hospitalet de Llobregat

Hace unas semanas, los sondeos pronosticaban un PP al alza que podía doblar sus cuatro escaños y, de hecho, en la sala de máquinas del partido confiaban incluso en el sorpasso a Ciudadanos. Ahora bien, las últimas previsiones demoscópicas auguran un estancamiento. Y, además, la campaña se les ha complicado con el juicio sobre la caja B del PP y la amenaza del extesorero Luis Bárcenas de confesarlo todo. Lo admitía el propio líder conservador, Pablo Casado, este lunes en una entrevista a Onda Cero, en la que aseguraba que este asunto le estaba suponiendo "un terrible" coste electoral y que estaba "harto".

Los populares habían intentado obviar la cuestión en los actos electorales de los últimos días, pero este el pasado domingo el candidato, Alejandro Fernández, decidió cambiar de estrategia y salir en defensa del partido: "El PP no es Bárcenas. El PP es Miguel Ángel Blanco, Paco Cano y héroes que dieron la vida por la libertad y por España". Varios dirigentes populares han intentado desvincularse del caso Bárcenas presentándolo como una cosa del pasado. Lo ha hecho este lunes el propio Fernández, que ha asegurado que el partido trabaja con "honradez y honestidad". "Son otras etapas", ha dicho en una entrevista a SER Catalunya. Desde la cúpula popular, sin embargo, han ido más allá y Pablo Casado, por ejemplo, ha acusado a Pedro Sánchez de usar la Fiscalía : "No me dirá que no es casualidad que el pasado jueves saliera este tema de Bárcenas por parte de la Fiscalía que ocupa la exministra de Sánchez".

La bandera de la anticorrupción

¿Quién podría salir beneficiado? Una de las opciones es que lo sea Vox. Por eso desde hace dos días los populares han empezado a entrar en cuerpo a cuerpo con el partido de extrema derecha. Este lunes Fernández ha asegurado que la entrada de la extrema derecha –él no los llama así– en el Parlament provocará más "inestabilidad", y el domingo intentó desmontar la idea de suprimir el estado de las autonomías que propone Vox. El candidato popular se ha presentado durante toda la campaña como el antídoto a los movimientos populistas, en los que incluye al independentismo, pero también a Vox. Ahora bien, hasta hace dos días no había entrado en desmontar propuestas concretas del partido de Santiago Abascal.

Carlos Carrizosa y Edmundo Bal este lunes ante el Palau de la Música

La estrategia de no agresión entre la derecha, pues, se ha roto con la confesión de Bárcenas, también por parte de Cs y Vox. Este lunes, tanto naranjas como ultraderechistas han hurgado en la herida de la corrupción. Cs ha hecho venir especialmente desde Madrid a Edmundo Bal para la ocasión. El exzabogado del Estado tuvo un papel relevante en la acusación contra la trama Gürtel y han utilizado su figura para cargar contra el PP. "En lugar de aceptarlo y colaborar, están diciendo que aquello es una época pasada", ha espetado Bal contra la dirección actual de los populares. Y sabiendo que un desencantamiento de los votantes con el PP puede favorecer a Vox, los ha puesto a todos en el mismo saco: "Antes de crear Vox, muchos de sus dirigentes también estaban cobrando sueldos del PP", ha dicho Bal. Por su parte, el partido de extrema derecha todavía ha sido más directo y ha apelado a los votantes del PP que están "hartos" de tanta corrupción. "Vox los defenderá", ha dicho Garriga.

Durante la primera semana los ataques volaban básicamente contra los independentistas, pero a medida que se acerca el 14-F la lucha se ensaña dentro del bloque unionista, conscientes todos los partidos de que el botín que deje el PSC podría ser demasiado escaso.

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