Ventorro, con lista de espera: "Estamos trabajando como nunca"

El restaurante donde almorzaron Mazón y Vilaplana vive un boom de reservas

Cientos de personas se manifiestan ante el restaurante El Ventorro de Valencia.
05/11/2025
3 min

BarcelonaEn el primer aniversario de la dana, la concentración de protesta contra el gobierno valenciano terminó a las puertas de El Ventorro. La comida de casi cuatro horas entre Carlos Mazón y Maribel Vilaplana en este restaurante se ha convertido en la prueba más sobrecogedora de la gestión negligente del jefe del Consell el 29 de octubre del pasado año. Tanto es así que su propietario, Alfredo Romero, decidió retirar el rótulo de la entrada para reducir la afluencia de ciudadanos que cada día se detienen frente al establecimiento para fotografiarlo.

Pero ni estar en el ojo del huracán ni las irónicas reseñas que aparecen en Google le han pasado factura. Al revés. Este céntrico restaurante situado a sólo diez minutos del Palau de la Generalitat, en la confluencia entre las calles Bonaire y Tertúlia se ha puesto de moda y ya no es sólo el santuario del poder político y económico de la ciudad. "Estamos trabajando como nunca", afirman desde el restaurante, que solo ofrece almuerzos de lunes a viernes. El ARA lo ha podido contrastar. Esta semana es imposible reservar una mesa para comer y la próxima semana tampoco hay ninguna libre.

"Es muy complicado reservar mesa en las últimas semanas", corrobora un cliente habitual, que lo atribuye a la popularidad que ha adquirido el establecimiento desde la polémica comida. "Siempre le ha ido bien porque es pequeño y los clientes son empresarios y políticos, pero ahora se suman los curiosos", dice. Y es que El Ventorro no es Ricard Camarena, Poblet, La Salita, o Arrels, algunos de los mejores restaurantes de la ciudad de Valencia, pero ahora mucha gente quiere ir para comer al mismo lugar donde comió Mazón con Vilaplana ese fatídico día.

También se acerca gente que no es del País Valenciano, como Martí, un joven vallesano que consiguió mesa hace un mes. Aprovechando que tenía un congreso en la Ciudad de las Artes llamó para reservar mesa. "Quería ir por morbo, para hacer el cachondeo, y llamé hace medio año, pero no me dieron mesa y diez días antes volví a llamar y sí me la dieron", señala. Explica que no sacó el tema porque la primera vez que llamó lo hizo y el propietario se mostró esquivo: "Vi que no quería hablar de ello y cuando estuve allí ya no hice ningún comentario".

Ventorro, pues, ha pasado página a las primeras semanas después de la dana, cuando poca gente se dejaba caer. "Intentamos sobrevivir", se limitaba a decir al ARA en febrero su propietario, Alfredo Romero, quien ha declinado hablar con ningún medio desde que se supo que Mazón se encontraba en su restaurante la fatídica tarde de la riada. Ahora habrá que ver cómo le afecta su comparecencia en el juzgado después de que la magistrada que instruye el caso haya decidido este miércoles citarlo como testigo, tras negarse a declarar voluntariamente cómo le reclamaban las víctimas.

Lo ha hecho a raíz de la testifical de Vilaplana que manifestó ante la juez que Romero era la única persona que entraba y salía a la sala donde almorzaron y que también le entregó unos papeles que llevó a un funcionario al establecimiento y esperó a que les firmara para devolverle. Durante esas entradas y salidas, Nuria Ruiz Tobarra considera que Romero podría haber escuchado alguna conversación de Mazón con Salomé Pradas cuando el primero consideró oportuno coger el teléfono en la segunda. Hasta ahora, ni él ni ninguno de los camareros han explicado nada de lo que vieron o escucharon ese día haciendo gala de la discreción que siempre ha caracterizado esta casa de comida casera de cuchara.

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