Un 40% de la superficie de Catalunya, contaminada por los purines
Greenpeace pide reducir la ganadería intensiva para frenar la expansión de los nitratos en las aguas subterráneas
BarcelonaMás de 25.500 explotaciones ganaderas y 62,5 millones de cabezas de ganado. Con este censo, Catalunya es uno de los grandes motores del sector ganadero en el Estado, con un predominio del modelo intensivo de grandes explotaciones por encima de las explotaciones extensivas (con menos densidad de ganado). La contrapartida de esta actividad es que a su vez ha situado al país como uno de los territorios del Estado con las aguas subterráneas más contaminadas por los nitratos asociados a los purines: un 40% de la superficie ya se encuentra afectada dentro de lo que se denominan zonas vulnerables por nitratos. Para revertir la situación, y esquivar un posible expediente de la UE, la Generalitat dictó hace tres años una moratoria que limitaba el crecimiento de granjas en más de 60 municipios, una medida que ahora ha prorrogado cuatro años más. Pero, de momento, los resultados no han servido para que la contaminación remita, según alerta Greenpeace en un informe publicado este jueves. Las zonas vulnerables por nitratos han crecido en 200.000 hectáreas en la última década y la contaminación se ha disparado un 45% entre el 2016 y el 2019.
La moratoria para ampliar las granjas de cerdos en buena parte del territorio, que la conselleria de Acción Climática ha prorrogado cuatro años más, y la limitación a 600 vacas de las nuevas explotaciones ganaderas, que acaba de anunciar la consellera Teresa Jordà, son "insuficientes" para paliar el problema, según la ONG medioambiental. El problema no es la ganadería sino el modelo, expone, y por eso propone extender la moratoria a todo el país y "empezar a reducir drásticamente el número de animales en intensivo".
Catalunya es el paciente cero del informe ("el ejemplo que no se ha de seguir", dice Greenpeace), pero otras comunidades autónomas van por el mismo camino y, además, presentan curvas de crecimiento de explotaciones mucho más aceleradas. Es el caso de Aragón, que en los últimos cinco años ha llegado a los 8,5 millones de cerdos y ya es la primera comunidad en cabaña porcina, por delante de los 8,1 millones con los que Catalunya lideraba el ranking. De hecho, Aragón y Castilla y León son los territorios donde más ha crecido la cabaña porcina y vacuna, respectivamente, en los últimos diez años y, en consecuencia, donde más se ha incrementado la superficie afectada por nitratos. Aun así, el País Valenciano y Castilla-La Mancha son, junto con Catalunya, los territorios más contaminados por ahora.
En todo el Estado, sin embargo, la contaminación por nitratos se disparó un 50% en solo cuatro años (entre el 2016 y el 2019) y una cuarta parte del territorio ya está señalada como zona vulnerable. Se da el caso que Murcia fue la que alcanzó picos más altos en 2019, en este caso fruto de otra gran fuente de contaminación, los fertilizantes de la agricultura intensiva, en la zona cercana a la laguna del Mar Menor.
El informe critica que, mientras el problema crece y Bruselas ya ha advertido del "problema sistémico" que tiene España, los gobiernos no paran las autorizaciones para ampliar explotaciones intensivas. En Catalunya, el ritmo de autorizaciones se ha mantenido constante en los últimos seis años, un dato que no se ha podido comparar con la de otras comunidades autónomas porque ha sido imposible de obtener, reconoce Greenpeace. De hecho, a diferencia de la mayoría de comunidades, la información de la Generalitat permite saber que el modelo intensivo es el que impera en el 100% de la cría de aves, el 99% de explotaciones de cerdos, el 78% del ganado vacuno, el 43% del cabruno y el 34% del ovino, que es donde el modelo extensivo está más presente.
Las consecuencias de un modelo ganadero industrial también agravan la crisis climática. Catalunya emite casi el 30% de todos los gases de efecto invernadero atribuibles a la ganadería en España, que el informe cifra globalmente en más de 69 millones de toneladas de CO2, con datos del 2019. Por eso, el ONG propone no solo una reducción de la cabaña ganadera intensiva en la próxima década sino también la creación de un impuesto en origen sobre las emisiones del sector, siguiendo el principio de "quien contamina, paga".