Acoso sexual

"Te adoro. Te deseo. Te necesito". Hablan las otras víctimas del acosador de Paula Bonet

En los últimos años el chico ha perseguido a otras chicas ligadas al mundo de la cultura y dos lo han denunciado

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A la derecha, el hombre acusado de amenazar Paula Bonet.

Barcelona / Sant CugatPaula Bonet no fue la primera. Antes de acosar a la artista y escritora de Villarreal, Víctor G.T. había hecho lo mismo con otras chicas. Es el caso de Laura, que también se dedica al mundo creativo, a la música. Él le escribió por Instagram y le planteó quedar. "Un fan", pensó ella para quitarle importancia. El 3 de marzo del 2018 Laura dio un concierto en la sala Apolo. Cuando acabó se fue hasta el espacio joven Les Basses, donde tocaban unos amigos. Un chico solitario se les acercó, se presentó y se quedó allí plantado. "A este chico lo hemos visto en tu concierto", le dijo una amiga. La escena se fue repitiendo durante los siguientes meses. En abril también lo vio en un concierto en Vic. Después en el Heliogàbal de Barcelona, donde apenas había 20 personas entre el público. Víctor la abordó afuera, cuando ella recogía el material. Era ya por la noche y Laura agradeció más que nunca ir acompañada. Después lo vio en primera fila del festival Vida, en Vilanova i la Geltrú, y en octubre en una sesión musical en un hotel de Barcelona. Él estaba en silencio. Solo. Mirándola fijamente durante todo el concierto. Aquel día Laura tuvo miedo. Estaba sola y no quería volver a encontrárselo, así que llamó a escondidas a un amigo para que lo fuera a recoger.

Laura ya sabía quién era aquel chico que aparecía en todos sus conciertos. Él le había enviado mensajes a través de Facebook. "Te adoro". "Te deseo". "Te necesito". Ella mantenía silencio, él insistía regularmente. El 19 de enero del 2019, en Girona, él se le acercó nuevamente a un concierto y al día siguiente volvió a la carga a través de Facebook: "No esperaba que me quisieras tanto. ¿En qué vida te hice daño, Laura? [...] Me gustaría quererte pero me rechazas en cada ocasión. [...] No te pido ningún sacrificio, sencillamente un poco de correspondencia".

Aparición repentina

El domingo 10 de febrero de 2019 llamaron a la casa de Laura. Abrió su pareja y se encontró a Víctor, que pedía hablar con ella. Ella se negó y él acabó yéndose. Inmediatamente, la chica comprobó si su dirección salía en alguna página de internet. Nada. Aquel chico solitario que la perseguía de concierto en concierto la había seguido hasta casa. Se asustó mucho. Fue a los Mossos a poner una denuncia pero el agente le dijo que no serviría de nada. Laura se compró un espray de autodefensa, tuvo que dejar las clases de yoga que hacía por la tarde y empezó a estar alerta cada vez que salía de casa o subía al coche. También hizo caso al agente y le escribió a Víctor para dejarle claro que tenía que parar. "No tengo ningún interés en ti. Te pido que nunca más te vuelvas a presentar en mi casa, que no insistas más para vernos o hablar", le dijo. "Te lo estás tomando demasiado personalmente", respondió él. Aquella misma semana Laura fue a una exposición en una tienda de Barcelona. No lo había dicho en ninguna parte y él volvió a aparecer. La había seguido nuevamente. Se quedó en la calle mirándola fijamente hasta que el grupo de amigos de la chica lo hizo marchar.

Justo un año después de la primera visita a casa, el 10 de febrero del 2020, llamaron nuevamente a la puerta. Era Víctor, escondido bajo una máscara. "Decía que era yo quien lo asediaba, que no marcharía hasta que pudiera hablar conmigo", recuerda ella. Su pareja consiguió que se marchara con la amenaza que si no lo hacía avisaría a los Mossos. Al día siguiente Laura fue a poner la denuncia y un caporal de los Mossos se la quedó mirando: "Es ella". Durante el temporal Gloria habían encontrado a Víctor por la calle buscándola. El hombre dijo a los agentes que él y Laura tenían una historia de amor, y los mostró una fotografía de ella: la tenía de fondo de pantalla en el móvil.

Laura tuvo que declarar en un juicio rápido –en el cual la fiscal la regañó por no haber bloqueado a Víctor en las redes, cuando ella no lo hacía para reunir pruebas– pero no le dijeron nunca más nada más sobre la denuncia. Casi un año más tarde, en diciembre, la madre de Laura recibió un mensaje de Víctor en el que le preguntaba si era la madre de Laura. También intentó contactar con dos amigas de la chica. Desde entonces, no supo nada más hasta que la fotografía de Víctor apareció en los medios de comunicación a raíz del caso que ahora espera sentencia, el acoso a Paula Bonet. "Es consciente de las consecuencias y el mal que hace", sostiene Laura, que a través de la abogada Carla Vall ha reabierto su causa.

Víctor G.T. dejó flores en el local de Paula Bonet, también una anguila troceada dentro de un sobre. La artista de Villarreal tiene un libro que se titula precisamente 'La anguila'. En el juicio celebrado hace tres semanas, la acusación pidió ocho años de prisión para el presunto acosador, y la Fiscalía tres. La defensa solicitó la absolución del joven de Sant Cugat con el argumento que sufre un trastorno mental. A la salida de los juzgados, el chico dijo a los periodistas que los mensajes enviados a Bonet eran sarcásticos.

Patrón de conducta

En el mismo periodo en el que Víctor intentaba establecer vínculos con Laura y Paula, contactó con Lídia, otra chica vinculada al mundo del arte, en este caso a la fotografía. Ella también lo ha denunciado. La encontró por Facebook, buscándola por su nombre, a pesar de que ella tiene la cuenta cerrada y usaba un pseudónimo en las redes. "Tienes cara de sida", le dijo él. Los mensajes se fueron repitiendo, hasta el verano del 2020. También en Twitter y por correo electrónico. "Yo creo que te comería la cara", llegó a escribirle. Un amigo de Lídia intercedió para que Víctor parara y ella misma también se lo pidió. "Solo lo hago para que madures", respondió él. "¡Cómo te puedo dejar en paz con lo malvada que eres!", insistió, y lo remató con un "Ya verás cómo un día te reparo, te actualizo y te incorporo la marcha atrás". En este punto ella lo bloqueó y se olvidó del tema hasta que se hizo público el caso de la Paula Bonet. "Tiene que haber un patrón, siempre hay un patrón y no sé cuál es", reflexiona Lídia con la perspectiva del tiempo y después de hablar con otras chicas que han vivido situaciones similares.

Gemma y Magda lo conocieron en 2017. Los tres estudiaban arquitectura en la UPC. Él había empezado antes filosofía, pero lo había dejado. Ellas dos formaban parte de una asociación que trataba temas como el ecologismo o el feminismo y se alejaba de la arquitectura más convencional. Él empezó a dejarse ver, siempre tímido, muy interesado en la parte teórica y filosófica. Estaba normalmente callado y acostumbraba a ir solo. Al cabo de un tiempo les escribió. Poco a poco fue "saltándose barreras" y "subiendo el tono". "Apelaba a mi intimidad, con tono de burla, un punto siniestro. Yo lo ignoraba y empezó a tener conversaciones consigo mismo. Se respondía a sí mismo. Escribía a deshoras, de madrugada", relata Gemma, que también había estudiado bellas artes. Se lo explicó a una amiga, Magda, a quien también él había escrito para pedirle ir a tomar una cerveza para hablar y profundizar en los temas que trataban en la asociación. Las dos chicas decidieron tener una charla con él para cortar de raíz aquella situación. "Él no entendía las posiciones del feminismo que le explicábamos", recuerda Gemma. "No entendía por qué esto molestaba, no se cuestionó nada", añade Magda.

Fuentes de la defensa de Víctor G.T. sostienen que en ningún caso se puede hablar de acoso, sino que se trata de una persona enamorada que podría haber cometido un delito de injurias o un ataque al honor cuando se sintió perseguido por la opinión pública: "Víctor estaba enamorado, pero después él reacciona a las publicaciones que aparecen y que lo hacen quedar como un monstruo". De hecho, la tesis de la defensa durante el juicio giró alrededor del trastorno erotomaníaco –un delirio por el cual alguien se piensa que otra persona está enamorada de él– que, dicen, sufre el chico.

El feminismo

La abogada de Paula Bonet, Carla Vall, apuntó después del juicio que Víctor G.T. tiene "rasgos de misoginia" y un "odio a las mujeres". El ARA ha hablado con varias personas que lo conocieron durante su adolescencia, desde secundaria hasta la universidad, y vieron cómo evolucionaba su carácter. Lo definen como una persona extremadamente inteligente, reservada y a quien le gustaba mucho debatir y profundizar en temas filosóficos. "Leía mucho, daba vueltas siempre a cosas de la vida, a temas oscuros, a la vida y la muerte", relata una persona que lo conoció mucho con 14 años, en una escuela de su ciudad, Sant Cugat. Son varias las chicas que recibieron mensajes de Víctor al cabo de años en los que les proponía retomar el contacto. A menudo las conversaciones se volvían extrañas y ellas acababan bloqueándolo o no respondiéndole.

Uno de los temas que fue ganando presencia en el universo de Víctor fue el feminismo. El chico hizo tuits contra el movimiento, como uno del 19 de diciembre del 2021: "Ahora ya no tengo ninguna duda de que el feminismo es un movimiento de mujeres malcriadas con un montón de complejos enmarcados dentro de un cuadro de histeria y psicopatía narcisista". A una chica con quien volvió a contactar en 2019, muchos años después de despedirse, le pidió quedar y después le escribió hablando de feminismo e invitándola a una exposición en el MNAC: Art, dones, memòria i lluita. "Él sabía que yo tenía una perspectiva feminista, me preguntó cosas muy personales, sobre la pareja, la monogamia... se estaba formando su propia teoría", relata esta chica, a quien Víctor admitió en 2020 que le hacía daño algo. "Hace tiempo que pienso que estoy somatizando algo", le confesó él. Una tercera persona apunta que hubo un "hecho dramático" hace siete años que lo afectó "muchísimo".

La cuenta de Twitter de Víctor antes de que la eliminara.

Alguna cosa había pasado hacía años. Él mismo tenía un mensaje enigmático –pero a la vez claro– en Twitter: "Víctima del cuasi-ostracismo y bajo amenaza de linchamiento popular, debido al carácter paranoico-obsesivo-compulsivo de Blanca y Paula y sus consabidas sectas". Paula es Paula Bonet, a quien Víctor G.T. amenazó con estrangularla, descuartizarla y violarla, a quien persiguió durante casi tres años y en cuyo taller se presentó por la noche en numerosas ocasiones, como certifica un testigo, Carine. Esto hizo que el chico estuviera 10 meses en prisión provisional. Blanca fue muy importante para Víctor hasta finales del 2015, poco antes de que él empezara a obsesionarse con chicas creativas vinculadas al mundo del arte y el feminismo.

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