Seguridad

Buscar posibles violadores y ofrecer rutas seguras: los Mossos, contra la violencia sexual

La Rambla y el Frente Marítimo son dos puntos de Barcelona donde la policía catalana se despliega para prevenir estos delitos

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Dos agentes de los Mossos con un coche patrulla en la plaza Real de Barcelona.

BarcelonaUno de los seis va vestido de torero e intenta captar la atención con los colores brillantes que luce. Los que lo rodean contribuyen con gritos y frases en inglés. Este grupo de británicos, que aprovechan una despedida de soltero para añadirse a los turistas que vienen a Barcelona, hacen como si nada cuando pasan por al lado de los mossos d'escuadra que los observan. Faltan pocos minutos para la medianoche del viernes al sábado y en la calle Escudellers, en la esquina con la Rambla, se dejan ver dos furgonetas de la ARRO de los Mossos. Los agentes, algunos con armas largas, están fuera de los vehículos y miran qué los rodea: no solo están pendientes del hormigueo de turistas –y autóctonos– que circulan, del incivismo y de los robos. También tienen el encargo de hacer visibles unos itinerarios seguros contra la violencia sexual.

“Las rutas van de los locales de ocio nocturno a las bocas del metro”, explica el subjefe de los Mossos en Ciutat Vella, el inspector Víctor Martín Carbó. La Rambla es uno de los puntos de Barcelona donde la policía despliega su presencia para que las mujeres se sientan más seguras. También llega al Frente Marítimo y a otras partes del distrito de Sant Martí, al Paral·lel, al Eixample y a Sarrià. Los agentes se ponen en las zonas de ocio donde se han denunciado más delitos sexuales para hacerse notar y buscar posibles víctimas de violadores oportunistas o depredadores. El objetivo es “detectar a personas que puedan ser vulnerables de sufrir cualquier violencia sexual”, asegura Martín. El patrullaje de prevención forma parte del plan de los Mossos para este verano, que empezó hace una semana y se acabará a principios de septiembre.

Por la noche y de madrugada es cuando se concentran las víctimas potenciales de ataques por sumisión química –cuando el agresor droga la víctima, normalmente añadiendo una sustancia en la bebida, para anular su voluntad– y vulnerabilidad química –cuando alguien se aprovecha de una persona que está bajo los efectos del alcohol u otra droga–. Después “manifiestan que no recuerdan nada”, dice Martín. Para tener más ojos que estén alerta para prevenir estos casos, antes de este dispositivo nocturno los Mossos se han reunido con personal del ocio nocturno, la hostelería y la restauración. 250 personas que trabajan en la seguridad privada, la limpieza y otros ámbitos de este sector en Barcelona han participado en el encuentro, donde la policía ha querido “sensibilizar” de que si ven a posibles víctimas los avisen llamando al 112.

El ARA explicó hace una semana que una chica había sufrido sumisión química por inyección en una discoteca de Ibiza. En Catalunya, según Martín, hasta ahora los Mossos no han detectado ningún caso parecido. Ante una sospecha de sumisión, el inspector defiende que enseguida se active el protocolo, porque las drogas que se usan pueden desaparecer del cuerpo en pocas horas y es necesario que los hospitales de referencia atiendan a las víctimas para encontrar posibles indicios.

¿Taxis que intentan hacer negocio?

Una preocupación que ha salido de la reunión de los Mossos con el sector del ocio nocturno es que a partir de las cinco de la madrugada, coincidiendo con el cierre de los locales, algunos taxistas piden un mínimo de entre 30 y 50 euros a los clientes por cada trayecto. Es una queja que la policía quiere investigar para comprobar si realmente se intenta hacer este negocio, sobre todo con los turistas, que también implica que víctimas vulnerables puedan quedarse sin transporte.

A la una de la madrugada una de las furgonetas de la ARRO que vigilaban la esquina de la calle Escudellers con la Rambla tiene que irse por el aviso de una pelea en el distrito de Sant Martí. A pocos metros, la plaza Rieal de Barcelona todavía es un bullicio de gente que hace cola para entrar en los locales con latas de cerveza en las manos –algunas ya están en el suelo– o vasos de plástico con alcohol. En medio hay dos furgonetas de la Brimo de los Mossos, que al cabo de media hora tienen que salir corriendo por un incidente de orden público en Nou Barris.

¿Esta presencia de la policía hace que las mujeres se sientan más seguras? “Solo están un rato y no se ven en todas las zonas. Quedan algunas oscuras”, responde Ana María. En cambio, Elisa y Sara opinan que los agentes “no pueden estar en cada lugar” y que la seguridad depende de uno mismo. A Estel·la la presencia policial la pone “nerviosa" porque "no siempre es signo de seguridad” y piensa que el dispositivo de las unidades antidisturbios de los Mossos podría tener más agentes mujeres, porque ahora la gran mayoría son hombres.

Es más hacia la madrugada, cuando las discotecas cierran, que aumentan las posibilidades de la violencia sexual. La policía insiste en que, a pesar de que los agresores y las víctimas se pueden conocer en las zonas de ocio, los delitos se suelen cometer en los domicilios. Aparte del patrullaje con vehículos, los agentes de paisano, más dedicados a pillar a los ladrones que roban, pueden entrar en los locales y controlar también la violencia sexual, a pesar de que hasta ahora no han hecho ninguna detención dentro de un establecimiento por este motivo. En cambio, en la última noche han arrestado a seis personas por la sustracción de una cadena de oro y dos móviles.

Los delitos sexuales “son una prioridad por lo que conlleva a las víctimas”, apunta el inspector de los Mossos, después de que se hayan convertido en uno de los que más se han disparado con el fin de la pandemia: este año se han denunciado un 31% más de agresiones sexuales y un 11% más de abusos en Barcelona respecto a 2019. Se atribuye no solo al hecho de que se cometen más, sino que se denuncian más.

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