Barcelona

Los problemas de convivencia con los vecinos se disparan un 68% el año del covid en Barcelona

Se multiplican las quejas por molestias en el espacio privado y JxCat acusa a Colau de esconder los datos de incivsimo

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Dos chicas en la Plaza Real de Barcelona durante el toque de queda.

BarcelonaEl covid y todas las limitaciones de movimiento que ha llevado asociadas han hecho que en 2020 se minimizaran en Barcelona las quejas que suelen ser habituales, como las molestias asociadas a los pisos de uso turístico, pero que en cambio molestara mucho más todo aquello que hacían los vecinos en su casa o en los botellones en la calle. Las quejas llegadas a IRIS, que es el sistema que gestiona las reclamaciones que se comunican al Ayuntamiento vinculadas con la convivencia, crecieron un 60% y el aumento se notó de manera significativa en los conflictos en el ámbito privado, que se dispararon un 68%. Por el contrario, la Guardia Urbana sancionó la mitad de personas que el año pasado por motivos de convivencia –se pasó de 84.246 denuncias a 43.335– en un declive que el gobierno municipal atribuye a las restricciones de movilidad, que hicieron que hubiera mucha menos gente en las calles. Han caído, por ejemplo, las sanciones por hacer necesidades fisiológicas en la calle, que han pasado de 4.365 en 2019 a 1.880, o por venta ambulante irregular.

Los que se han multiplicado con la pandemia son los problemas de convivencia con los vecinos –las quejas por este motivo han pasado de 684 a 1.147– y las llamadas que han recibido los números de emergencia por motivos de este tipo superaron las 60.000, un aumento del 63% en un solo año, especialmente notorio durante las semanas de confinamiento. Si se mira el registro municipal de reclamaciones, también suben las que denunciaban personas que estaban consumiendo alcohol en la calle –de 90 a 128– y, de manera muy especial, los problemas vinculados con las bicicletas, que se han disparado un 700% –de 646 a 5.191– y han llevado a crear nuevas categorías de queja. De hecho, el crecimiento responde, sobre todo, al boom de reclamaciones por incidencias de Bicing, que acumula más de la mitad de las quejas, y no a los problemas de disciplina viaria, que, con el confinamiento de por medio, fueron a la baja: se pasó de 474 quejas a 363.

Sí que irrumpe, en cambio, el malestar por la manera en la que están señalizados algunos carriles bici (209 quejas), por los cambios en aparcamientos (387) o por bicicletas abandonadas (537). También aumentan las incidencias vinculadas con ocupaciones de pisos, que se sitúan en 225, 43 más que en 2019.

El aumento de quejas por lo que hacen los vecinos en su casa y por temas relacionados con la bicicleta o con vehículos abandonados explica el repunte de quejas vinculadas con la ordenanza de convivencia durante 2020, que el gobierno de Colau dio a conocer ayer después de las reiteradas demandas de los grupos de la oposición para hacer público el balance de seguimiento de la ordenanza del 2019 y del 2020. El portavoz de JxCat, Jordi Martí, acusa al gobierno de haber "escondido" unos datos que asegura que tenían disponibles desde el mes de enero y que se han publicado una vez acabado el curso político, ya sin opciones de debatirlas en comisiones o plenos.

JxCat reclama una reflexión sobre la "incapacidad" de la Guardia Urbana y otros servicios municipales de dar una respuesta a las demandas ciudadanas sobre problemáticas de civismo. Piden abrir el debate sobre una posible modificación de la ordenanza, un reto que el gobierno de Colau quería encarar el mandato pasado y que acabó dejando en el cajón. Los comunes pretendían introducir cambios en el texto para "evitar criminalizar a los más vulnerables" y, por ejemplo, acabar con las sanciones por dormir en la calle.

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