Barcelona

El 12-M trastoca los planes de Collboni en Barcelona

Las elecciones enfrían el pacto con Esquerra y dan una nueva carta a Colau

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Jaume Collboni y Elisenda Alamany conversando al inicio del pleno del mes de febrero en Barcelona

BarcelonaJaume Collboni tendrá que esperar. Después de las elecciones catalanas del domingo, el alcalde de Barcelona tiene muy difícil cumplir con su promesa de encontrar algún socio de gobierno antes del verano. El horizonte en el Ayuntamiento siempre fue cerrar, tras aprobar los presupuestos, el pacto que PSC y ERC habían ido tejiendo en los últimos meses, pero la derrota de Esquerra el 12-M lo ha congelado todo. La derrota electoral ha dejado a los republicanos en choque, lo que imposibilita que tomen pronto una decisión de esa magnitud. Menos aún cuando la próxima cita con las urnas -las elecciones europeas- la tenemos aquí mismo.

La primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, rechazaba este lunes en Betevé que los resultados del 12-M y las negociaciones por la investidura del futuro presidente de la Generalitat puedan condicionar los pactos en Barcelona. "El momento en el que llegamos a un acuerdo será priorizando a Barcelona y no dependiendo de otros escenarios", dijo. La realidad, sin embargo, es que en el Ayuntamiento todo el mundo hace cábalas desde el domingo. Y la conclusión mayoritaria es que poco se moverá antes del verano.

Collboni se encamina así a cumplir un año entero de gobierno en solitario y con sólo diez concejales. Una franca minoría que le ha generado dolores de cabeza –no ha podido aprobar las ordenanzas fiscales ni el plan de actuación municipal (PAM) y el pleno lo ha castigado varias veces– pero que, sin embargo, no le ha impedido tener presupuestos aprobados mediante, eso sí, una cuestión de confianza. Precisamente el hecho de tener las cuentas vigentes desde hace dos semanas es un balón de oxígeno para los socialistas que rebaja sus urgencias por encontrar socios.

Sin embargo, tener sólo diez concejales genera otros inconvenientes más allá de los problemas para aprobar medidas. Hace tiempo que los miembros del gobierno municipal admiten en privado que van sobrepasados ​​de trabajo. De ahí que muchos esperaban cerrar pronto la alianza con Esquerra y que los cinco concejales de Elisenda Alamany se arremangaran para gestionar el día a día de la ciudad.

Entrar a formar parte del gobierno de Collboni era, de hecho, la prioridad del grupo municipal republicano, que creía haber conseguido vencer las reticencias que un acuerdo con el PSC en la capital generaba dentro del partido. Ahora, sin embargo, la derrota electoral reaviva esta oposición a un acuerdo con Collboni que, además, costaría presentar si al mismo tiempo ERC rechaza frontalmente investir a Salvador Illa en la Generalitat.

¿Los comunes vuelven al escenario?

Una de las derivadas del acuerdo entre el PSC y ERC en la ciudad era que dejaba a los comunes fuera del pacto. El no de los de Ada Colau en los presupuestos municipales fue la munición que llevaba meses esperando Collboni para cerrar la puerta de su ejecutivo al grupo de la exalcaldesa. Ahora, sin embargo, habrá que ver si esta decisión se mantiene. Pese a los malos resultados obtenidos en el Parlament –solo seis diputados, una cifra que el espacio que antes ocupaba ICV no obtenía desde 1999–, los comunes son claves ahora para una hipotética investidura de Salvador Illa, y podrían reclamar a cambio el su trozo de tarta en Barcelona.

Todavía es más incierto lo que puede pasar con Junts per Catalunya. Durante los primeros compases del mandato, Collboni exploró la sintonía que podía haber con los de Xavier Trias, pero el entendimiento acabó descartándose por las dudas que generaba la estabilidad del grupo juntero una vez Trias se pliegue y por el hecho de que el PSC quedaría en minoría dentro del gobierno municipal. Quiebras aquellas conversaciones, Trias solemnizó su papel de jefe de la oposición. En el contexto de la investidura en Catalunya, y con Carles Puigdemont pidiendo a Salvador Illa que se abstenga por hacerlo a él presidente, no parece tampoco fácil que se reanuden aquellas conversaciones, como mínimo a corto plazo.

La resaca del 12-M hace pensar que Collboni aún tendrá que esperar.

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