Barcelona

Barcelona cierra las últimas paradas de pajareros de la Rambla

Técnicos municipales precintan las cinco paradas que todavía quedaban abiertas en el paseo

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Trabajadores vaciando el tenderete de la Rambla mientras los operarios esperan para precintarlo

BarcelonaDesde este lunes por la mañana, la Rambla de Barcelona ya no tiene abierta ninguna de las emblemáticas paradas de los antiguos pajareros. Técnicos del Instituto Municipal de Mercados se personaron poco después de las 10 de la mañana ante las cinco paradas que todavía quedaban abiertas para proceder a su cierre forzoso. Como ya hicieron el 21 de agosto pasado con el resto de paradas, mostraron la orden judicial que les amparaba para decretar su cierre, que se produjo sin incidentes.

Pocos minutos después de que abrieran las paradas, la comitiva municipal se ha personado ante las paradas que todavía quedaban abiertas para proceder a su cierre. Ha empezado a partir de ahí un pequeño litigio en medio de la Rambla entre los técnicos municipales y la propiedad de los puestos y sus abogados, que pedían al Ayuntamiento un día de margen para poder realizar un cierre más aseado. En declaraciones al ARA, el propietario de los puestos, Javier Cuenca, lamentaba que el consistorio se haya plantado en las tiendas sin previo aviso.

A pesar de la petición de los paradistas, el Ayuntamiento no ha dado su brazo a torcer y, pocos minutos después de las 11 de la mañana, los trabajadores de los antiguos puestos de pajareros empezaban a recoger ya poner el material en cajas . Todo ello, bajo la mirada impasible de los turistas que seguían chismorreando entre la tienda e incluso haciendo las últimas compras de la historia en estas paradas de la Rambla.

Los propietarios de las paradas de los antiguos pajareros hablando con agentes de la Guardia Urbana.

Visiblemente emocionados por lo que supone dejar atrás toda una vida vendiendo en la Rambla –primer animales y después otro tipo de productos–, Javier Cuenca y su padre José –que había trabajado en la parada en el pasado– acababan de acordar con los técnicos de mercados el procedimiento a partir de ahora. El Ayuntamiento les acompañará en los próximos días a las paradas para que puedan acabar de vaciarlas, y pondrá a su disposición almacenes y también neveras para que puedan guardar productos como los helados que vendían en alguna de las paradas.

Después de que en julio los propietarios de los puestos se negaran a entregar las llaves de los establecimientos, el Ayuntamiento activó la vía judicial para poder forzar su cierre. Ahora, con el aval judicial en la mano para actuar en estas primeras seis paradas, se ha procedido al cierre. Las mismas fuentes municipales apuntan a que se estudiará cuál es el momento más adecuado para el derribo. Todo ello llega de la mano de la reforma de la Rambla.

Hace años que el Ayuntamiento batalla por suprimir estas paradas, que desde el 2009 ya no podían vender animales y habían ido cambiando de actividad hasta convertirse en vendedores de helados, turrones o souvenirs, sin rastro ya de los animales exóticos que llegaron a vender durante todo el siglo XX. De hecho, en el Plan Especial de Ordenación de la Rambla, aprobado definitivamente en 2016, ya no se preveía la continuidad de estos puestos.

Un convenio anulado

Este julio, el director de los servicios jurídicos del consistorio barcelonés, Manel Mallo, explicó que el Ayuntamiento está avalado por "cinco juzgados y veinte resoluciones judiciales distintas", que sostienen que las paradas de los antiguos pajareros "no pueden vender estos productos". Se refería a los helados, turrones y souvenirs que comercializan desde que en el 2009 firmaron el convenio con el distrito y el Instituto Municipal de Mercados de Barcelona (IMMB), un convenio que posteriormente el propio Ayuntamiento echó atrás al declararlo nulo.

Los pajareros de la Rambla se establecieron en el paseo en 1855. Antes trabajaban dentro del Mercado de la Boqueria, pero un decreto de aquella época aprobó que los animales vivos debían disponer de un espacio propio alejado de los animales muertos por motivos de higiene y evitar la transmisión de enfermedades.

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