Turismo

Barcelona exprime la fiscalidad sobre el turismo

El sector denuncia "asfixia" ante las medidas que buscan aumentar su aportación

Grupo de turistas en Montjuïc, con vista panorámica de Barcelona.
13/10/2024
5 min

BarcelonaEntre julio y agosto, por el aeropuerto de El Prat pasaron 10,8 millones de pasajeros, un 8,9% más que en los mismos meses del año pasado. En el caso de los cruceros, el crecimiento durante estos dos meses de verano rozó el 5%, con 909.000 cruceristas moviéndose por el puerto de la capital catalana. Si se cumplen los pronósticos, Barcelona alcanzará este año su absoluto récord de turistas. Ante las dificultades para frenar este flujo de visitantes a pesar de admitir que la ciudad está llegando al "límite" de su capacidad, el Ayuntamiento lleva tiempo exprimiendo la vía de la fiscalidad para, al menos, aumentar la aportación que el turista y el sector hacen en la ciudad.

El último ejemplo es el proyecto deordenanzas fiscales que presentó el viernes el gobierno municipal. De los 42,6 millones de euros que el consistorio prevé recaudar en el 2025 a través de impuestos y tasas, dos terceras partes provienen de los bolsillos de los turistas o de los recursos del sector, que ya ha elevado el tono con algunas voces hablando de "asfixia fiscal". Barcelona en Comú y ERC, los socios prioritarios del gobierno de Jaume Collboni para sacar adelante las cuentas, todavía creen que hay mayor recorrido en este campo. Grupos como Junts per Catalunya o el PP, por el contrario, acusan al ejecutivo del PSC de "criminalizar" al sector.

El debate sobre si esta presión fiscal es poca, suficiente o excesiva tiene voces para todos los gustos. Un estudio del año 2020 del Instituto de Economía de Barcelona y de la Universidad de Barcelona sostiene que el impacto neto del turismo sobre el presupuesto municipal puede llegar a suponer un coste de 121 millones de euros, cantidad que no cubre lo que recauda el consistorio a través de la tasa turística y que no tiene en cuenta la inflación de los últimos años. Tampoco entraba en la ecuación el impacto sobre la seguridad social de un sector en el que los sueldos habitualmente son bajos y existe una alta temporalidad.

Desde el Gremio de Hoteles, en cambio, se considera "peregrina, alarmante e incendiaria" la idea de que "la actividad turística es deficitaria económicamente para Barcelona y, por tanto, subvencionada por los barceloneses". En un comunicado hecho público esta semana, defendía que, más allá de la tasa turística –que paga el visitante–, el sector hotelero aporta más de 400 millones de euros anuales en impuestos como el IVA, el Impuesto sobre Sociedades, IAE y el IBI. Por todo ello, cargaba contra la "asfixia fiscal" que, dicen, está sufriendo el sector, alertando de que no está dispuesto "a seguir siendo la fuente constante de financiación para las administraciones".

De la tasa turística en el IBI de hoteles y cruceros

¿Pero qué tasas y tributos soportan particularmente los turistas y los operadores turísticos en Barcelona? La principal es la tasa turística, que de la mano del recargo municipal es ya la tercera fuente de ingresos del Ayuntamiento por detrás del IBI y la plusvalía. La previsión del Ayuntamiento para este 2024 es cobrar unos 95 millones de euros derivados de la tasa turística, de los que 75,1 provienen del recargo municipal y 19,9 de la parte del impuesto turístico que gestiona el consistorio. A consecuencia de el último aumento del recargo, en el 2025 la suma podría alcanzar los 115 millones.

Con un coste de entre 5 y 7,5 euros por persona y noche, hasta ahora la tasa turística no ha supuesto un descenso de las pernoctaciones en la ciudad. A principios de septiembre, el propio Gremio de Hoteles admitía vivir un momento dulce y explicaba que durante los meses de julio y agosto se habían pagado de media 195,1 euros por habitación, un 30% más de lo que se pagaba el año 2019, el indicador de referencia por ser la última temporada estival antes de la pandemia.

Ante este escenario, el objetivo del Ayuntamiento es incrementar aún más este recargo. El viernes, el cuarto teniente de alcalde de Economía, Jordi Valls, se hacía suya la petición del grupo municipal de ERC para que el Parlament cambie la ley que regula el impuesto y que la ciudad pueda ampliar el recargo hasta los ocho euros. Sin embargo, apuntaba la posibilidad de incluir precisiones, como que el precio sea diferente en función de si es temporada alta o baja. Está por ver también si, dentro de la revisión de la norma y más allá de dar margen a Barcelona con el recargo, el Gobierno de Salvador Illa opta por subir también las tarifas de la tasa turística.

Pero más allá del propio turista, el Ayuntamiento busca también aumentar la aportación de los operadores turísticos y de las principales infraestructuras turísticas. En esta línea se deben leer decisiones como la de cuadruplicar el coste que tendrá para los autocares operar en Barcelona o los cambios propuestos por el gobierno municipal en el IBI en los inmuebles de características especiales (conocidos como bices) y que afecta básicamente a equipamientos de dentro del puerto, como las terminales de cruceros. La voluntad del Ayuntamiento es que, en vez del 0,8% actual, en 2027 paguen un IBI del 1,3%, que es el máximo legal y el precio que ya paga, por ejemplo, la parte del Puerto que tributa en El Prat de Llobregat.

El impuesto fallido en los grandes barcos

En el caso de los cruceros, por el contrario, se han ahorrado por ahora tener que hacer frente también al impuesto sobre los grandes barcos. Un tributo que gravaba las emisiones contaminantes de los barcos que llegaran a los puertos catalanes y que la Generalitat de Pere Aragonès quería tener aprobado este año pero que finalmente decayó con el final abrupto de la legislatura y la falta de apoyo por parte del PSC y Junts. Quien sí paga un impuesto similar, en cambio, es la aviación comercial, que desde 2014 tiene vigente un impuesto de la Generalitat que grava la emisión de óxidos de nitrógeno de la aviación.

También en la línea de aumentar la fiscalidad sobre los sectores que viven del turismo está la decisión del gobierno Collboni de subir un 0,08% el IBI al 10% de inmuebles de mayor valor de la ciudad, la inmensa mayoría de los cuales –203 sobre 233– son hoteles de lujo. Es una medida que, si acaba aprobándose, aportará a las arcas del Ayuntamiento unos 2,8 millones de euros extras.

Sobre la mesa, sin embargo, el gobierno municipal tiene propuestas para ir aún más allá. Tales como la de los comunes, que piden subir hasta en un 1,3% este IBI en los hoteles o doblar el precio de la entrada en el Parc Güell para que cueste hasta 20 euros. Valls, que el viernes alertaba del riesgo de que generar una fiscalidad "excesiva" sobre el turismo acabe siendo contraproducente, será quien tendrá que negociarlo.

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