Barcelona

Cierra la centenaria ferretería Llanza, parte del "milagro" del paseo de Sant Joan

La jubilación del propietario termina con uno de los tres negocios de toda la vida que seguían juntos en la calle

Jaume Llanza, dentro de su ferretería del paseo de Sant Joan.
Emili Mora Núñez
24/10/2025
3 min

BarcelonaBarcelona cambia, y junto a ella sus vecinos y comercios. Esta vez, es otra tienda centenaria la que cierra en el corazón del Eixample: la ferretería Llanza. El actual propietario, Jaume Llanza, se jubila a los 82 años. Y con él cierra uno de los tres comercios de toda la vida que se habían convertido en una especie de símbolo de resistencia en medio del paseo de Sant Joan. El trío formado por la ferretería Llanza (1928), la carpintería Ribas (1939) y la fontanería Sáez (1940) era una especie de oasis en un tramo de avenida donde proliferan los bares, restaurantes y tiendas de alquiler de patinetes. Hasta el punto de que se las llamaba popularmente el milagro del Eixample.

La ferretería Llanza representa una ciudad que, poco a poco, va dejando de existir. "Antes en la misma calle tenías granjas y colmados de barrio. Más arriba tenías talleres que han tenido que irse fuera de Barcelona. Ahora sólo tienes bares y más bares", lamenta Jaume Llanza. El paseo de Sant Joan de hoy no tiene nada que ver con la calle de inicios de siglo XX. Si nos fijamos en las inmediaciones de la misma ferretería, en el tramo comprendido entre la avenida Diagonal y la calle Diputació, se encuentran ubicados más de una treinta y tan treinta y treinta y treinta. cuatro manzanas. De estos locales, más de veinticinco han llegado tras la rehabilitación del paseo, inaugurada en 2014. Otros están dirigidos al turismo, como locales de alquiler de patinetes y bicicletas y autoservicios.

Jaume Llanza en la puerta de su ferretería del paseo de Sant Joan.

"Ferreterías como esta en Barcelona ya no quedan. Ahora todo son grupos grandes, ya no hay locales que consten de piezas únicas como las mías", lamenta Llanza, que da por hecho que el local abierto por su padre y su abuelo hace 97 años pasará a tener otro uso. "El oficio de ferretero ya no existe. Ya no hay nadie capaz de conocer y entender tanto el material como la experiencia aquí", explica junto a su mujer, Cristina Escué.

Aunque con el tiempo el local ha cambiado –en la última reforma por un escape de agua se perdieron las baldosas, el escaparate de la tienda y el mostrador hecho por sus antepasados–, todavía quedan más de 4.000 artículos. Todos ellos dentro de los cientos de cajones de madera que se levantan hasta 5 metros de altura y que sólo están inventariados en la cabeza de Llanza porque en la tienda, como él mismo se encarga de presumir, nunca ha entrado un ordenador. Un stock irrepetible con el que Llanza y Escué admiten que ahora no saben qué hacer.

Impacto sobre los comercios vecinos

El anuncio del cierre de la ferretería ha impactado también en los otros dos negocios históricos vecinos. La carpintería y la fontanería seguirán, de momento, como los últimos representantes de una Barcelona cada vez menos presente. Daniel Ribas y Antonio Sáez regentan actualmente la carpintería Ribas y la fontanería Sáez, respectivamente. Como Llanza, son hijos de trabajadores de esas tiendas y siguen manteniendo la tradición del oficio familiar. La despedida de Llanza les aboca a una realidad cercana, ya que ninguno de los dos negocios cuenta por ahora con un posible relevo.

Consideran que el adiós de Llanza hace que "el paseo de Sant Joan sea ahora menos paseo de Sant Joan". Apuntan, además, que el cierre coincide con un momento en el que el local del histórico restaurante Can Soteras pasará a ser otra franquicia de comida rápida. "El cambio es notorio. Cuando vivía mi padre aquí cerca había un bar (Bar Montserrat), y una tienda de óleos donde hay un local de alquiler de patinetes", explica Sáez, quien lamenta también que se haya perdido la conexión entre vecinos. "Mi padre se ponía con la silla en la calle y saludaba a todo el mundo que pasaba. Este paseo hoy es inexistente", explica. Sáez, que es el único de los tres que está en régimen de alquiler, se muestra preocupado también por el futuro de la fontanería y considera "un milagro" que siga todavía en el paseo de Sant Joan.

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