Ciutat Vella llora la muerte de Carlos, el "mejor veterinario del mundo"
Los vecinos homenajean al dueño de la Clínica Veterinaria Ciutat Vella, fallecido a los 50 años


BarcelonaEn Barcelona nacen historias vecinales en cada instante. También en Ciutat Vella, de largo el distrito de la ciudad donde el impacto de la masificación turística ha hecho más daño al tejido social. Entre tiendas de carcasas, pisos turísticos y locales de brunch, todavía hay refugios donde poder hacer red. Dónde hacer comunidad. Lo atestigua la escena que se puede ver estos días en el barrio de la Ribera. Concretamente en el número 20 de la calle Carders, en la que se ha erigido esta semana un altar particular: un homenaje espontáneo de los vecinos a Carlos. Él era desde hacía años el veterinario del barrio.
A finales de enero, Carlos murió repentinamente a los 50 años. Alguien colgó en la puerta de la clínica veterinaria un cartel que informaba de cuándo sería el velatorio y el funeral. Desde entonces no han parado de acumularse en el cristal de la clínica mensajes de pésame firmados por Nevado, Ray, Canelo, Galo o Linda. Hay flores, fotografías de gatos y perros y mensajes de cariño de los vecinos hacia el hombre que durante tanto tiempo cuidó a sus mascotas. O, como dicen ellos, en el "mejor veterinario del mundo".
Solo hace falta un vistazo a los comentarios que en los últimos años han dejado a sus clientes en la página web de la Clínica para corroborar que Carlos era considerado un gran veterinario. "Es un amor y se nota su estima profunda por los animales. Ellos le adoran", apuntaba hace un mes un cliente, que, pese a no vivir en la Ribera, aseguraba que seguiría siendo su veterinario de confianza. "Es un superveterinario", decía Natalia el pasado abril. "El mejor veterinario de Barcelona", aseguraba Samuel. "Insustituible", añadía Anna.
Una semana después de su muerte, el altar improvisado no deja de crecer y cada día son más las flores, carteles y amigos que pasan a rendir su particular homenaje a Carlos, el veterinario de Ciutat Vella.
La Librería Sant Jordi
El caso de Carlos es una muestra más del peso que los comercios de barrio tienen a la hora de hacer comunidad. No hace mucho, también en Ciutat Vella se vivió un caso similar. Entonces fue la muerte de Josep Morales, el librero de la Librería Sant Jordi, la que sacudió a unos vecinos que durante días y días hicieron cola en la calle Ferran para mostrar su cariño a los amigos y familiares de Josep e intentar poner su grano de arena ayudando a vaciar el stock de la tienda antes de que cierre.
También se han visto vecinos dejando huella, por ejemplo, en Gràcia, donde el año pasado murió Miguel, propietario del añorado restaurante vasco de la calle Mozart Ipar Txoko. O, sin salir de la Vila, también está el caso de Pol Vicente, para quien en lo que va de año hay flores, velas y mensajes de recuerdo en la plaza del Raspall, frente a la Barraqueta.