Barcelona

Operación Miró: así se preservará el mosaico de la Rambla durante las obras

Un equipo específico de restauradores velará por la conservación de la obra mientras dure la reforma

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Mosaico de Joan Miró en el llano del Oso, en la Rambla

BarcelonaLa renovación de las Ramblas es una de las transformaciones más emblemáticas que afronta Barcelona en este mandato y también una de las más delicadas. No sólo por la dificultad que comporta intervenir sobre uno de los paseos más concurridos de la ciudad, sino también por la necesidad de preservar iconos como el mosaico de Joan Miró en el Pla de l'Os. A dos semanas porque empiecen las obras del tramo principal de la Rambla, el ARA puede explicar cómo se prepara el Ayuntamiento para proteger una de las obras que Miró entregó a Barcelona para dar la bienvenida a los visitantes.

La Operación Miró no es sencilla, porque la reforma de la Rambla conlleva renovar completamente su pavimento. ¿Quiere esto decir que también habrá que retirar uno a uno los 6.000 mazorcas cuadrangulares que conforman el mosaico? No exactamente. Según consta en el proyecto ejecutivo de la obra, la propuesta, tanto del equipo de arquitectos que diseñaron el proyecto –el equipo KM-Zero, liderado por Itziar González– como de la responsable de Intervenciones del Servicio de 'Arqueología, Montserrat Pugés, prevé la limpieza, cuidado y restauración del mosaico de Miró in situ. Es decir, sin moverle en ningún momento del paseo.

Para llevar a cabo esta intervención quirúrgica se creará un equipo formado por una media de cuatro técnicos restauradores especialistas en trabajos de conservación y restauración de mosaicos, que estarán bajo la dirección técnica del Servicio de Arqueología. Ellos serán los encargados de supervisar unos trabajos que se dividirán en tres fases y que deben garantizar que, cuando a principios del 2027 se hayan marchado las máquinas, las vallas y el polvo y se inaugure la nueva Rambla, el mosaico de Joan Miró luzca como el primer día.

Durante la primera fase se realizará todo el trabajo previo para proteger el mosaico. Por un lado, se documentará y valorará el estado actual de la obra para comprobar qué teselas necesitan ser rehabilitadas. Por otro, se limpiará el mosaico y se tapará para protegerlo del impacto de las obras a su alrededor. La fase intermedia será una vez empiece a levantarse el pavimento alrededor del mosaico –las obras en la parte central de la Rambla se prevén para el inicio del 2026, ya que antes se harán en el lado Besòs y en el Llobregat– y consistirá básicamente en un trabajo constante de supervisión para impedir que se estropee la obra. Y, finalmente, la última fase, una vez la obra alrededor del mosaico esté terminada, implicará el levantamiento de la protección, una nueva limpieza general y la sustitución de las piezas que puedan haberse estropeado.

Recreación de cómo quedará el mosaico de Miró en la nueva Rambla.

Historia de un regalo en la ciudad

Inaugurado en 1976 –las obras harán estar tapado cuando cumpla los 50 años–, del mosaico original de Miró ya solo se conservan las piezas negras y blancas. Las de color azul, rojo y amarillo –más sensibles– tuvieron que ser sustituidas por degradación en dos intervenciones realizadas en 1992 y 2007. Cada panot, hecho con la técnica del terrazo, es un cubo de 10 centímetros de lado y 8 de espesor. Si se observan de cerca, se puede apreciar cómo la parte superior –la visible– está coronada por un cuadrado descentrado en relieve, lo que da una textura irregular al mosaico. Todas juntas, las 6.000 piezas forman un círculo imperfecto de unos 60 metros en el que destaca una flecha que indica a los visitantes que llegan a Barcelona desde el mar cómo adentrarse en la ciudad.

El mosaico forma parte de las obras que Miró quiso regalar a Barcelona para dar la bienvenida a los visitantes. Entonces el turismo todavía era visto como una esperanza y no como un quebradero de cabeza, y el artista diseñó el mosaico de la Rambla como la obra que debía recibir a los visitantes que llegaran a Barcelona por mar, mientras que el mural del aeropuerto –el primero que se hizo– recibiría a los visitantes venidos por aire. Para los que venían por tierra, Miró imaginó una gigantesca escultura para el parque de Cervantes que resultó quiebra –la maqueta puede verse en el patio norte de la Fundació Joan Miró–, y acabó brindando la escultura Mujer y pájaro, que está en el Parque Joan Miró.

De Santiago Carrillo al 17-A

Concebido con el objetivo de ser vivido y pisado, Miró no quiso proteger el mosaico como si fuera una pieza de museo. De ahí que la obra haya tenido que soportar las inclemencias del tiempo, el incivismo –la retirada de chicles del mosaico es un trabajo titánico de los servicios de limpieza– y el paso de la historia. Pocas horas después de su inauguración, el 23 de diciembre de 1976, ya vio cómo le pasaba por encima la manifestación en protesta por la detención de Santiago Carrillo, que acababa de regresar a España tras la muerte de Franco. Vería muchas otras, convertido poco a poco en un elemento discreto del paisaje que, el 17 de agosto del 2017, cobró una otra dimensión cuando el fin del recorrido de la furgoneta del atentado terrorista de la Rambla le convirtió en un símbolo por la paz.

Las ofrendas con flores y juguetes que se hicieron en la Rambla como homenaje a las víctimas del 17-A.

Las crónicas del estreno del mosaico explican que Miró tardó un mes en visitarlo en persona. Relatan que, cuando le visitó, se quedó en un lado observando el paso de la gente sobre su obra y escuchando las reacciones de los que pasaban. También la de un albañil que, dicen, le dijo que encontraba que las baldosas estaban mal puestas. Medio siglo más tarde, aquellos panots queridamente irregulares se preparan para sobrevivir a la reforma de la Rambla.

Contra el traslado del mural de Miró a la T1

También el mural de Miró en el aeropuerto de El Prat podría tener que afrontar una intervención en breve. Aena ha decidido trasladarlo de la T2 a la T1 para darle mayor visibilidad. El anuncio ha generado controversia, hasta el punto de que el Colegio de Arquitectos de Catalunya se ha posicionado en contra del traslado en un comunicado en el que alertan de que se puede poner en riesgo "la integridad de la obra", formada por casi 5.000 piezas de cerámica. Además, remarcan que "es clave mantener la unidad entre la arquitectura y las intervenciones artísticas" y subrayan que cuando Miró concibió la obra para dar la bienvenida a los visitantes que llegaban a Barcelona en avión lo hizo pensando "en un edificio concreto, en un sitio preciso, con proporciones y colores propios".

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