Barcelona

Los pisos fantasma de lujo del Raval ya se alquilan por 2.000 euros al mes

Después de tres décadas y muchas polémicas, el edificio se destina ahora al alquiler temporal

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El edificio, todavía vacío pero ya reformado, a la ronda Santo Pau de Barcelona

BarcelonaSon las ocho de la tarde y en un par de balcones del edificio que hace esquina en la calle de les Flors con ronda de Sant Pau, en el Raval, se ve luz. La escena podría parecer convencional, pero no lo es en absoluto. Este bloque de cinco pisos es un edificio fantasma con historia en el barrio. Desde que se construyó hace más de 30 años ha estado siempre vacío, excepto en los momentos en que el movimiento okupa se lo ha hecho suyo, el último con el centro social La Rimaia, desalojado en el 2017. Ahora, sin embargo, ya tiene inquilinos. Según ha podido comprobar el ARA, los pisos del edificio fantasma más lujoso del Raval ya se pueden alquilar. Eso sí, hay que rascarse el bolsillo. En un anuncio en el portal inmobiliario Idealista, la empresa que gestiona los pisos pide 1.950 euros al mes para alquilar una de estas viviendas de 75 metros cuadrados.

Quien gestiona ahora estos pisos, propiedad de la inmobiliaria Camat, es SHBarcelona, que cuenta con una cartera de 2.000 viviendas entre Barcelona y Madrid, muchas de ellas destinadas al alquiler temporal. Es el caso de los del bloque de la calle de les Flors, que se alquilan por un período que va de los 31 días como mínimo a los 11 meses como máximo. El intervalo no es baladí. Superando los 31 días se esquiva la regulación de vivienda turística, limitándolo a menos de un año se dificulta que se pueda considerar vivienda habitual del inquilino y se evita la actual regulación de topes de precios. Según un informe reciente del propio portal Idealista, el 28% de las ofertas de alquiler en Barcelona ya son de temporada.

Con esta vía el bloque de la calle de les Flors ha encontrado inquilinos después de que la idea original fracasara. En un primer momento, los de este edificio fronterizo entre los barrios del Raval y Sant Antoni eran pisos de 200 metros cuadrados –solo había una vivienda por planta– con cinco habitaciones, tres aseos y complementos de lujo como un jacuzzi. Ante la falta de ofertas, sin embargo, la propiedad decidió dividir cada planta entre dos y tres pisos para poder rebajar precios y encontrar inquilinos.

Un grupo de agentes de policía desalojando el edificio de la Rimaia.

Visitar uno de estos pisos, sin embargo, no es sencillo. Antes es necesario rellenar un formulario en el que te piden las fechas en las que querrías alojarte, el motivo de tu estancia en Barcelona y, en función de si eres estudiante o empleado, el lugar donde harás los estudios o la empresa para la que trabajas. Si superado este primer control alguno de los pisos está vacío y quieres alquilarlo, para reservarlo será necesario adelantar el pago de una mensualidad y depositar una fianza equivalente a dos mensualidades más. Además, tendrán que hacer frente a los honorarios, que van desde el equivalente a una mensualidad en caso de contratos de más de seis meses a tener que pagar un 70% o 80% de una mensualidad si el contrato es inferior. Todo esto puede llegar a suponer un desembolso cercano a los 8.000 euros. El piso, un quinto con orientación oeste, tiene dos habitaciones dobles, dos baños y un balcón. Está amueblado, y, a diferencia de los pisos de alquiler habitual, se ofrece equipado hasta el punto de que incluye ropa de cama y "papel higiénico de cortesía".

Un intento frustrado por parte del Ayuntamiento

La nueva vida del edificio parece poner punto y final a más de tres décadas de polémicas en torno al bloque, que había generado indignación vecinal por su desuso. Incluso en el 2016, en los primeros compases de Ada Colau como alcaldesa, el Ayuntamiento intentó sin éxito comprar la finca y amenazó con sancionar a la inmobiliaria por tener el edificio vacío durante más de dos décadas. La multa nunca llegó. Después llegó el desalojo de la Rimaia en el verano de 2017, y desde entonces era fácil ver a un vigilante de seguridad en las puertas para evitar que volvieran a entrar los ocupas. Desde hace unos meses ya no está, y su silla ha dejado paso al ir y venir de los inquilinos que habitan los pisos temporalmente.

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