Barcelona

¿Quién fue Poppy Scott? Una historia oculta de Barcelona

El bailarín no abandonó su trabajo de profesor de baile y gimnasio hasta poco antes de su muerte, a los 86 años

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El bailarín con unas animadoras de baloncesto en una imagen cedida

BarcelonaCon las dulces melodías de Stevie Wonder, Whitney Houston y Barry White, los amigos del Poppy le despiden con una ceremonia íntima y sencilla en el tanatorio de la ronda de Dalt. Un centenar de personas contienen la emoción, se ríen recordándolo y glosan su exigencia, firmeza y humanidad. Cornelius Scott, Poppy para todos, murió el pasado día 3 en Barcelona a 86 años, después de una vida larga e intensa, fecunda en amistades y experiencias vitales. Era neoyorquino y su vida ha sido la música y el baile, a los que entregó sacrificios, amores y toda la energía que le ha proporcionado su físico envidiable -"pura ingeniería anatómica", me explica la actriz Muntsa Alcañiz, alumna suya durante treinta años– por ser profesor de baile y gimnasio, trabajo que no ha abandonado hasta hace escasamente seis meses, cuando las fuerzas ya le fallaron definitivamente y tuvo que trasladarse a una residencia.

Llevo dos días zambullido en la historia de la vida de alguien de quien nunca había oído hablar antes. La fascinante historia de un bailarín y coreógrafo que es también una historia oculta de una ciudad, Barcelona, de sus locales nocturnos, del cabaret, la revista, el picante de unos tiempos de cambios, de revoluciones. Pero quizás empiece por el principio.

El jueves, como casi todos los días, visité mi indispensable tienda de tesoros, El Coleccionista, en Córcega con Enric Granados. Josep Valsells lo tenía claro: acababa de llegarle un hallazgo que me gustaría. "Mírate esto": un haz de revistas, programas de mano y fotografías de artistas de cabaret, de transformistas –la mítica y precursora Cocinelle, que revolucionó la Barcelona de los años 60–, actores, bailarines... Fotos autografiadas y dedicadas a un tal Poppy. Y un álbum de fotos personales, fotos de actuaciones de baile y danza por todo el mundo: Turquía, Milán, Beirut, Atenas, El Cairo, Nápoles y también Barcelona, en el Teatro Victoria con la compañía de danza de Fernando Rego.

En todas ellas, Poppy Scott, con su cuerpo estilizado, piel morena y sonrisa casi permanente. También fotos de bailarinas y bailarines ligeros de ropa de la histórica Cadena Ferrer, de Barcelona, la empresa de Bienvenido Ferrer, propietario de locales como Mister Dollar, Panam's, Starlets y New York, que animaban con revista, cabaret y erotismo las noches grises de los años 70. Y también folletos de algunas de las escuelas de danza donde trabajó Poppy como profesor, Hamelin en Diagonal con Ganduxer y Cadaqués Center, en Madrazo y Sant Eusebi.

Poppy a los 8 años
Poppy en el ballet de Turquía
Poppy en un ballet de juventud

Curioso con la avalancha de este material gráfico, escribo su nombre a Google. Y me da un estremecimiento el corazón. Poppy murió el 3 de octubre y mañana, día 6, es el funeral. No puedo dejar pasar la ocasión, tengo que ir. Llamo enseguida a Joan Estrada, memoria viva de la noche barcelonesa, de los espectáculos, de los rincones olvidados, de las transgresiones que nunca han sido suficientemente reconocidas. "¡Por supuesto que sé quién es! Fue el coreógrafo al que encargamos las coreografías de las cheerleaders del Barça de baloncesto!" Una foto del álbum lo confirma: Poppy haciendo un complicadísimo espagado ante las animadoras en medio de la pista de baloncesto del Palau Sant Jordi, la casa del Barça de baloncesto en los años antes de los Juegos Olímpicos de 1992.

Con Joan vamos al funeral para saber más cosas de una vida fascinante.El primer enigma enseguida lo resolvemos.¿Por qué han aparecido las fotos de su vida en una tienda dos días después de su muerte? Muntsa Alcañiz: Hace unos años, durante una estancia larga de Poppy en el hospital, encargó a una amistad suya que le cuidara el piso, con buena intención, esta persona quiso poner tanto orden que deshizo de objetos y documentos de toda la vida del bailarín, entre ellos, claro, las fotos que hoy están en mis manos, hay algo que no cuadra. que el jueves aparecieran en la tienda, justo dos días después de su muerte?No hay manera de sacar el entramado, me temo.

Poppy bailando, en una imagen antigua
Poppy en el ballet de Milán
Poppy en el Teatro Victoria

Conozco también a Pepita, 97 años y una energía impresionante, alumna suya en el club Iradier de Barcelona –también lo fue de los gimnasios Arsenal y Metropolitan– durante más de treinta años: "Era un maestro buenísimo, con un físico de persona de veinte años". No tenía familia, pero Mari Carme, también alumna y amiga, se considera como su hermana. Nos cuenta que vino a Barcelona a finales de los años 60 o primeros 80, una vez dio por terminada su carrera de bailarín por todo el mundo, junto a grandes nombres como Margot Fonteyn y Antonio Gades, por ejemplo. Le gustó la ciudad y la hizo suya para poner en marcha su segunda vida, la de coreógrafo y profesor de baile y gimnasio.

Durante los parlamentos de tres de sus amigas conocemos algunos detalles importantes. El baile, desde pequeño, fue el sueño que llenaba de sentido su vida. En Nueva York de los años 30 y 40, Poppy lo tenía claro, quería bailar. Con la oposición frontal del padre y el apoyo total de la madre, salió adelante y basta con escuchar a Michi, Carolina y Cristina para saber cómo era: "Has llevado magia a nuestras vidas", "Nos has enseñado en gozar de la vida en plenitud", "Eres duro e inflexible, pero qué sensibilidad que tenías", "Penalizabas la mediocridad y premiabas el esfuerzo y la tenacidad". Su frase de cabecera era: "Siempre hay que competir contra uno mismo". Perfeccionista, exigente, optimista, "eras libre, amabas la belleza, la elegancia, qué privilegio coexistir contigo". Qué privilegio también, para un periodista, conocer su historia. Una historia oculta, como tantas otras que merece la pena revelar.

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