Los 'castellers' se reencuentran con sus aficionados

El VendrellEste fin de semana los castells han dado un paso más para recuperar la normalidad, y la agenda de exhibiciones lo ha notado. El número de citas se ha doblado respecto a la semana pasada y el nivel técnico empieza a crecer sin freno. A pesar de todo, lo que tiene más valor para aficionados y castellers no son los pisos, los folres o las manilles, sino lo que se escapa de los recuentos y no perciben las cifras: han vuelto las conversaciones y los abrazos entre miembros de diferentes colles. Poco a poco se va reactivando el aspecto más humano de esta tradición.

El viernes 15 octubre el Govern levantó una parte importante de las restricciones que todavía afectaban a los elementos de la cultura popular como por ejemplo a las colles castelleres. Desde entonces, las formaciones ya no tienen limitaciones en cuanto al número de participantes, se ha eliminado la obligación de presentar un certificado de vacunación o un test negativo para participar y, quizás lo más importante, las colles podrán colaborar en las pinyas para mejorar la seguridad de sus construcciones y el público podrá volver a vivir las actuaciones de pie.

Hay costumbres que no se pierden nunca, como la de llegar temprano a la plaza e irse el último. Disfrutar de aquel tímido goteo de pantalones blancos y fajas bajo el brazo marchando rambla arriba. El domingo las terrazas cerca de la plaza Vella del Vendrell se volvieron a teñir de camisas rojas y lilas de hambrientos castellers que calentaban máquinas con un buen almuerzo de tenedor y cuchillo. 

Los gigantes, las gitanas y los diablos con sus versots compartían de nuevo el espacio con una de las partes más importantes de la cultura popular, su público. La única anomalía en la fiesta de Santa Teresa fue un discurso inicial que celebraba el reencuentro, pero anunciaba las dos restricciones que todavía quedan en pie: todos los castellers tendrían que llevar mascarilla y el público no podría colaborar en las pinyas. Un precio bajo para seguir avanzando.

Ganas de 'castells'

Pasada la primera ronda, y la retirada inevitable de los espectadores más endomingados, por fin volvieron las conversaciones entre aficionados, la movilidad en la plaza, los anuncios de los castells logrados en otras fiestas –con unas redes sociales más activas que nunca– y el análisis de todas aquellas incertidumbres que todavía rodean a la actividad.

Las ovaciones después de los primeros castells y los abrazos entre manos altas, muletas y bajos evidenciaban sensaciones de alivio y de reencuentro a partes iguales. A pesar la prudencia mostrada por todas las colles, el público también disfrutó y celebró los pequeños instantes de sufrimiento, sin los cuales no se habría forjado una tradición tan arraigada. 

Sonrisas, miradas de complicidad y carcajadas tontas para celebrar que los castells han vuelto, ahora sí, a compartir sensaciones con un público que alargó el acto en una larga “cuarta ronda” después de la fiesta. ¡Hay ganas de castells!