Construirse una casa en Barcelona con pladur y módulos prefabricados

Una familia explica cómo se ha espabilado para vivir con dignidad a pesar de no poder pagar un alquiler

3 min
En el interior de la casa se puede ver perfectamente que está hecho con módulos prefabricados

BarcelonaLa casa está hecha de planchas de pladur y módulos de obra, aquellas estructuras rectangulares que se plantan en cualquier lugar para utilizarlas como oficina cuando se construye una nueva promoción. Rebeca y su familia han construido de este modo una casa en Barcelona, a pocos minutos a pie de una parada de metro. Lógicament, sin permiso de obras y con el corazón en un puño de que el Ayuntamiento la eche por tierra en cualquier momento. Pero al menos es suya. Prefieren esto a estar en un piso o en un local ocupado. Si los desalojan, dice, se llevarán la casa prefabricada a otro lugar.

Su nombre real no es Rebeca. Por razones obvias prefiere mantener el anonimato, pero considera importante dar su testigo para romper estereotipos, y más todavía después de lo que pasó esta semana en el local incendiado de la plaza Tetuan, donde murieron cuatro personas. Rebeca dice que a ella, como a todo el mundo, le encantaría tener una vivienda de propiedad o poder alquilar un piso. Pero como tal como están los precios lo ve imposible, se ha limitado a buscarse la vida. “Yo puedo vivir en cualquier lugar, pero mis hijas no”, dice. Tiene dos niñas de 10 y 12 años. El marido es camionero y gana unos 1.300 euros al mes.

Rebeca ha construido la casa en un pequeño terreno que compró su padre después de pedir un préstamo. Como no tenía dinero para hacerla de ladrillos, lo ha hecho con módulos prefabricados. “Son casetas de obra. Las compré a un constructor que se quería deshacer de ellas con la pandemia”, explica. Cada módulo le costó mil euros y los fue comprando poco a poco, a medida que consiguió reunir el dinero. Primero uno, después otro, hasta que juntó cuatro. Encima de los módulos prefabricados ha colocado una estructura de hierro con forma de tejado porque la casa a simple vista parezca una vivienda convencional, y también tiene previsto revestir la fachada con papel pintado para simular que está hecha de ladrillos y así no tener problemas con la administración.

Rebeca también ha dividido el interior de la casa en diferentes aposentos con planchas de pladur. De este modo ha hecho tres pequeñas habitaciones, una cocina-comedor y un lavabo. “Las planchas las conseguimos de una fábrica que las tira porque están dobladas o estropeadas por alguna esquina. Las recogemos por la noche, cuando la fábrica cierra”, declara. También aprovechan los restos de hormigón de las obras. De este modo consiguieron allanar el terreno antes de colocar los módulos prefabricados. Y son unos asiduos de cualquier cosa que se regale en Wallapop.

Un resultado sorprendiente

El resultado es sorprendiente. La casa por dentro parece una vivienda convencional. Algunas paredes de pladur están revestidas con baldosas o con pintura de colores. Hay un lavabo completamente equipado con incluso una ducha con mampara, y la cocina también da gozo de ver, con electrodomésticos nuevos. Rebeca dice que los está pagando a plazos durante doce meses. En el comedor también hay un cómodo sofá que, según dice, le regalaron en Wallapop y que al comienzo daba asco. Estuvo tres días limpiándolo. Ahora está impoluto .

El lavabo de la casa está completamente equipado.

Lógicamente, en la casa todavía faltan muchas cosas: en alguna pared todavía hay tubos y cables colgando y alguna habitación todavía no está acabada. Pero no faltan las cosas esenciales: el tubo de aguas residuales está conectado con el desagüe general y hay agua y luz. Eso sí, pinchada, y a veces saltan los plomos. Según dice Rebeca, su marido es un manitas. Incluso tienen internet. Han contratado una compañía.

La tónica general

La coordinadora técnica de la asociación Moviment Quart Món, Jessica González, asegura que esta es la tónica general. Es decir, las familias que residen en viviendas precarias, incluso en naves industriales, hacen todo lo posible para vivir en las mejores condiciones dentro de sus posibilidades económicas. “Hacen un gran esfuerzo para dignificar su situación. Nosotros tenemos el estereotipo de que viven en un lugar sucio, pero no es así”, asegura. El Moviment Quart Món apoya a 98 familias en Barcelona y su área metropolitana. Muchas tienen hijos que están escolarizados.

Rebeca dice que le encantaría que sus hijas continuaran estudiando y fueran a la universidad y que no tuvieran una vida como la suya. Admite que ella vive con miedo. Teme que la desalojen y que todos sus esfuerzos se queden en nada. “Yo no vivo, yo sobrevivo”, puntualiza.

stats