Tercera dosis: ¿es realmente necesaria para tener inmunidad contra el covid?

Los expertos solo la recomiendan en algunos grupos de población y reclaman más evidencias científicas antes de ponerla a todo el mundo

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Una sanitaria vacunando en una imagen de archivo.

GironaLa OMS hizo un llamamiento esta semana a no aplicar una tercera dosis –o dosis de refuerzo o de recordatorio– hasta que al menos el 10% de la población mundial esté vacunada. Aún así, países como Israel ya han empezado a inyectarla a los pacientes inmunodeprimidos y a las personas mayores de 60 años, y Francia y Alemania anunciaron jueves que también lo aplicarán a las personas mayores y a las más vulnerables. Una opción que también se plantea España: la ministra de Sanidad, Carolina Darias, afirmó que “todo apunta a que la tercera dosis se tendrá que administrar” –a pesar de que no especificó si a determinados colectivos o a la población en general–, y la secretaria de Salud Pública de la Generalitat, Carmen Cabezas, apuntó que están estudiando poner una tercera inyección a los pacientes inmunodeprimidos, como son, por ejemplo, las personas trasplantadas o que siguen algún tratamiento contra el cáncer. Pero ¿realmente es necesaria una tercera dosis para tener inmunidad contra el covid?

Los tres expertos consultados son unánimes con la respuesta: sí que la recomiendan en el caso de los pacientes con problemas de inmunosupresión o en el caso de las personas mayores, pero creen que hace falta más evidencia científica antes de inyectarla a la población en general. Además, los tres plantean una duda ética y moral: ¿es justo que una parte del mundo administre una tercera dosis cuando otros países no han recibido ni una sola inyección y no tienen ni siquiera protegidos a los sanitarios ni a la gente mayor?

Diferenciar grupos de población

“Una cosa es la población general, y la otra los grupos más vulnerables como las personas que están en residencias, los mayores de 80 años o los enfermos con una inmunodeficiencia”, indica el vicepresidente de la Asociación de Vacunología Española, Ferran Moragas Llop, que apuesta por hacer más estudios para ver si la respuesta estándar a las vacunas en este perfil de personas ha sido más baja y si, por lo tanto, realmente es necesaria la tercera dosis. 

En este sentido, el investigador del IRTA-CReSA Joaquim Segalés considera que, antes de poner ninguna inyección, hace falta monitorizar a las personas para saber cómo están. “El peor de los escenarios sería que una persona con un grado de inmunosupresión elevado no responda a las vacunas. Y tú puedes irle vacunando, pero no genera una inmunidad protectora o genera tan poca que, si se infectara, la vacuna sería poco efectiva o nada”. 

Precisamente esta semana se hizo público un estudio en tres residencias que muestra que las personas generan más anticuerpos protectores si, además de haberse vacunado, han pasado el covid. De hecho, los niveles de anticuerpos de las personas que no se habían infectado bajaban muy significativamente tres meses después de haberse inoculado y eran menos potentes a medida que se incrementaba la edad. “Todavía no tenemos datos de qué nivel de protección tienen seis meses después de recibir la vacuna, pero el estudio muestra que hay personas que han respondido poco a la vacuna y tienen más riesgo de infectarse”, indica el investigador del IrsiCaixa Julià Blanco, que cree que en este grupo de población una tercera dosis “probablemente aumenta” la respuesta relativamente baja que han presentado algunas personas mayores o pacientes con tratamientos inmunodepresores. “Vemos que hay un porcentaje de personas que no ha generado una respuesta correcta, y quizás con la tercera dosis son capaces de generarla”. “Es una necesidad que nos tenemos que plantear”, sostiene. 

Vacunas para las nuevas variantes 

Pzifer y Moderna han admitido que probablemente será necesaria una tercera dosis para mantener el nivel de protección, puesto que el número de anticuerpos disminuye con el paso del tiempo. Ahora bien, ni Moragas, ni Segalés ni Blanco creen que se pueda aplicar a toda la población en general sin más estudios científicos que lo avalen. Además, el investigador del IRTA-Cresa recuerda que la inmunidad no solo se puede medir a partir de la cantidad de anticuerpos que genera el cuerpo. “No estamos midiendo toda la protección generada por la inmunidad celular y podría pasar que, a pesar de que bajen los anticuerpos, se puede estar igualmente protegido, como pasa en otras enfermedades”. El problema es que para medir la inmunidad celular hacen falta técnicas de laboratorio muy complejas que no permiten análisis a gran escala.

"Dicen que probablemente la inmunidad celular dure más de lo que duran los anticuerpos neutralizantes. Es una hipótesis, se tiene que ir estudiando”, puntualiza Segalés, que justamente participa en un estudio para mirar cuánto tiempo duran los anticuerpos neutralizantes. “Hemos visto que disminuyen con el paso del tiempo, pero muy lentamente. La inmunidad nos puede durar mínimo un año, seguramente más, pero todavía no ha pasado suficiente tiempo para tener datos”, insiste.

En el supuesto de que hiciera falta, el investigador del IrsiCaixa –el centro impulsado por la Fundació La Caixa– defiende que habría que aplicar una tercera dosis pero de las nuevas vacunas que surjan y que estén preparadas para luchar contra las nuevas variantes que han aparecido, porque “sería más efectivo que dar una tercera dosis de la misma vacuna de hace un año, que está basada en un virus que ya no circula”, dice en referencia al covid que surgió de Wuhan y que, a lo largo del último año y medio, ha ido cambiando en forma de nuevas variantes. 

Así mismo, el vicepresidente de la Asociación de Vacunología recalca que sí que sería necesaria una tercera inyección en toda la población en general si surgiera una variante que se escapara de las actuales vacunas, o si se aprobara una vacuna esterilizante, es decir, que también cortara al 100% la infección y no solo protegiera de la enfermedad grave, como hacen las que se inyectan actualmente.

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