El descontrol de los botellones obliga a replantear el dispositivo policial

El SEM ha atendido a 386 personas por intoxicaciones y embriaguez en los últimos dos fines de semana y la policía ha desalojado a 16.000 solo en Barcelona

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Un grupo de jóvenes, de fiesta a la playa de la Barcelona, sábado por la noche

BarcelonaLa euforia de centenares de personas por salir a la calle sin mirar la hora desde el 9 de mayo ha llevado a la celebración de decenas de fiestas y aglomeraciones los fines de semana y a un aumento del consumo de alcohol y otras drogas. Los datos del Sistema d'Emergències Mèdiques (SEM) lo corroboran: evidencian un incremento de las asistencias sanitarias por consumo abusivo de alcohol (en algunos casos, mezclado con cocaína, heroína, marihuana y otros fármacos) durante los dos primeros fines de semana sin toque de queda respecto al resto del año.

El fin de semana del 8 y el 9 de mayo el SEM atendió a un total de 219 personas por intoxicación y embriaguez, 155 de los cuales tuvieron que ser trasladados a un centro sanitario. De hecho, estas cifras se acercan a las registradas el mismo fin de semana del 2019, el último año comparable sin pandemia: entre el 4 y el 5 de mayo, el SEM recibió un total de 248 avisos por intoxicaciones etílicas y trasladó a 191 a un centro sanitario. “Los datos de los dos últimos fines de semana son superiores a los registrados el último año pero no exceden los de un año normal. Además, esta semana ya se han moderado los avisos en todo el país”, explica el subdirector general de drogodependencias del departamento de Salud, Joan Colom.

Este último fin de semana la bajada ya se ha notado, puesto que el SEM ha atendido un total de 167 personas por avisos de intoxicación y embriaguez, una cincuentena menos. El experto en salud pública atribuye este comportamiento al "efecto botella de cava”. “Era previsible que las primeras noches hubiera una hiperrespuesta por parte de un grupo reducido de personas con comportamientos extremos después de un año con restricciones”, afirma Colom. Con todo, pide no “extraer conclusiones” prematuras. “Hay menos botellones que antes del covid, pero son mucho más visibles porque están más concentrados y por el efecto mediático que generan”, dice.

Lo cierto es que la repetición de las aglomeraciones en las playas y algunos barrios de Barcelona ha hecho que los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana estén revisando el dispositivo desplegado. Los dos cuerpos intentan responder a las quejas por los excesos y el descontrol, que sábado por la noche llevaron a desalojar de la capital a 16.000 participantes en fiestas y encuentros multitudinarios.

El debate ahora rae en cómo se puede dar permiso a las ansias de ocio nocturno y mantener a la vez las estrictas medidas de seguridad y distancia que impone la pandemia. “Todavía tenemos que saber si el incremento ha sido un fenómeno episódico o si realmente hay una tendencia al alza”, afirma Colom. Y para hacerlo, habrá que recuperar aspectos de “normalidad” y encontrar un equilibrio en el contexto del ocio nocturno para disminuir los comportamientos de riesgo. Añade que la apertura de los locales de ocio nocturno tampoco parará botellones, ni intoxicaciones etílicas o por otras drogas: "Cuando estaban abiertos no se evitaban".

Reabrir los locales para reducir los "excesos"

Colom admite que sobre la mesa del Procicat están “todas las opciones” en estudio, como la de alargar el horario de las terrazas e iniciar la apertura progresiva de los locales al aire libre, o incluso los interiores. El primer teniente de alcaldía de Barcelona, Jaume Collboni, apuesta por abrir el ocio nocturno "cuanto antes mejor" para evitar los botellones y las aglomeraciones, porque entiende que con los locales abiertos se "quitaría presión" del espacio público.

La Federación Catalana de Locales de Ocio Nocturno (Fecalon) ha pedido la reapertura urgente y critica que la ciudad se ha convertido en "el botellódromo más grande de Europa", y el director del Gremio de Restauración de Barcelona, Roger Pallarols, también insiste que si las aglomeraciones se producen "al acabar la restauración", se refuerza su reclamación por alargar "hasta la una de la madrugada el horario de las terrazas" –el que había para los fines de semana antes del covid. 

En la Barceloneta, uno de los barrios donde se concentran las aglomeraciones, los vecinos se quejan de que las autoridades no se hayan adelantado a las más que esperadas aglomeraciones en las playas, y critican que tanto el Ayuntamiento como el Govern lo fíen todo "al dispositivo policial". El vicepresidente de la Asociación de Vecinos del barrio, Manuel Martínez, asegura que la entidad solo valora el cierre de las playas "como último recurso" y advierte de que antes habría que hacer "un cambio de modelo" para introducir medidas pedagógicas para que se cumpla la normativa contra el covid. Propone campañas informativas dirigidas a los "extranjeros residentes en Catalunya" para que "no hagan en Barcelona lo que no les dejan hacer en sus países de origen".

El caso del Hospital del Mar

Al lado de las playas y de la Barceloneta, el Hospital del Mar atendió el fin de semana del 8 y 9 de mayo 26 intoxicaciones por drogas, como cocaína y marihuana mezclada con alcohol. El fin de semana pasado la presión bajó: atendieron a cinco, cuatro de las cuales también por mezclar diferentes drogas. “El primer fin de semana sin estado de alarma vimos un aumento respecto a los anteriores similar al de festivos como Nochevieja o San Juan, a pesar de que es cierto que algo menos que en época precovid”, admite August Supervia, médico adjunto del Servicio de Urgencias del Mar. En el Hospital Clínic también han notado el aumento de casos respecto a los que había durante la pandemia, según fuentes del centro.

Según Supervia, no hay cambios sustanciales en el perfil o la evolución de los atendidos por intoxicaciones. El 90% recibieron el alta entre 6 y 16 horas después de entrar en el hospital. Solo una de las personas que entró en urgencias –había mezclado alcohol y cocaína– acabó ingresada. El experto cree que sería recomendable abrir los locales de ocio nocturno de forma reglada y supervisada, con todas las medidas de seguridad desplegadas, antes de que continuar tolerando los botellones y las fiestas a la calle.

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