La jornada intensiva en las escuelas perjudica a los alumnos, las familias y la economía
Un informe calcula que se dejan de ingresar 8.000 millones de euros anuales para hacerse cargo de los hijos por la tarde
BarcelonaLa jornada intensiva en las escuelas (dar clases solo hasta la hora de comer) no es buena para los alumnos, sobre todo en términos sociales y emocionales. ¿El motivo? Repercute directamente en la logística laboral de los padres y acaba generando una brecha de género y económica, dependiendo de si la familia tiene red familiar o los recursos necesarios para asumir el cuidado de los niños por la tarde. Es la conclusión principal del estudio Jornada escolar continua: cómo la pandemia está acelerando un modelo social y educativo regresivo, elaborado por el Centro de Políticas Económicas de Esade, el EsadeEcPol.
Concretamente, el informe detalla que la jornada escolar continua –que en Catalunya hacen los institutos y las escuelas durante el mes de junio, y que a partir del curso que viene harán todos los centros durante todo septiembre– supone una pérdida de 8.048 millones de euros al año para las familias españolas, que se ven obligadas a tener ayuda externa para el cuidado de los pequeños o bien a dejar de trabajar para hacerse cargo de ellos.
La reducción de estas jornadas laborales, además, es una carga que, todavía hoy, soportan sobre todo las mujeres, en un 66,4% de los casos, según el informe, que se ha elaborado a partir de los datos de familias con hijos de entre 3 y 12 años recogidos en la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE). Cuando uno de los dos progenitores deja el trabajo para encargarse de los hijos, el horario laboral se ajusta como máximo hasta las 25 o 28 horas de trabajo semanales, lo que tiene un impacto directo en los ingresos familiares. "Son unos resultados muy relevantes que visibilizan por primera vez que el avance de la jornada matinal o continua conlleva enormes costes sociales, económicos y de igualdad de género para las familias españolas", asegura Ángel Martínez, analista en EsadeEcPol y coautor del informe.
Precisamente, la jornada intensiva es la solución que propone el departamento de Educación en Catalunya para compensar el adelanto del horario escolar a principios de septiembre para evitar que los profesores tengan que hacer más horas de trabajo. A pesar del rechazo mayoritario de los equipos docentes al adelanto del curso, el informe de Esade constata que los docentes prefieren trabajar en horario intensivo.
Los docentes, a favor de la jornada intensiva
De hecho, la jornada continua se ha extendido a muchos centros a raíz de la pandemia y podría llegar a más. Entre los docentes que todavía hacen jornada partida (mañana y tarde), el 44,5% dicen que sus claustros están debatiendo cambios para el curso próximo y el 28,7% ya han activado votaciones para conseguirlo. La mayoría de los más de 2.100 profesores entrevistados prefieren la jornada intensiva: el 93% de los docentes entrevistados apuntan a que el principal beneficio es el aprendizaje de los alumnos y un 65,5% dicen que es mejor para la conciliación de las familias a pesar de que los resultados del informe apuntan a lo contrario. Solo el 26% de los docentes ven un motivo de peso que la jornada intensiva mejore su propia conciliación laboral. "La divergencia entre la opinión del profesorado y las evidencias del informe se pueden deber a una cierta subjetividad del docente en las valoraciones sobre la jornada continua, más versada en opiniones propias que en investigaciones rigurosas", aseguran desde EsadeEcPol.
De hecho, el informe también destaca que algunos informes correlacionales señalan que la jornada completa o partida está asociada a mejores resultados, si bien es cierto que los mismos analistas reconocen que, en este caso, en su estudio no constatan una "evidencia rigurosa" entre el tipo de jornada y el rendimiento académico.
Lo que sí que demuestra el estudio de EsadeEcPol es el impacto beneficioso del tiempo (lectivo o no lectivo) que los niños y niñas pasan en la escuela, sobre todo a escala socioemocional. También han comprobado que comer pronto y hacer una pausa después se adapta mejor a los biorritmos de los niños y mejora la salud, los ciclos del sueño y el bienestar. “Si situamos al alumnado como eje central de las políticas educativas, toda la literatura empírica rigurosa apunta a la importancia de jornadas escolares amplias con comidas relativamente temprano, justamente lo contrario de lo que pasa ahora”, afirma Marta Ferrero, profesora de la Facultad de Educación de la UAM y coautora del informe.
La economía pierde
Finalmente, los autores del informe apuntan que, en términos económicos, el Estado también se beneficia de la jornada completa porque se evita que los progenitores abandonen el trabajo y, por lo tanto, se dejen de ingresar también los impuestos equivalentes en estas ganancias vía el IRPF. El informe asegura que instaurar la jornada completa partida en las etapas de infantil y primaria supondría un aumento de 1.200 millones de euros en la recaudación de IRPF.
Con este dinero, apunta el estudio, el Estado tendría que repercutirlos en tres partidas fundamentales: ampliar las becas comedor, mejorar las infraestructuras de los centros y compensar al profesorado con un complemento salarial por aumentar las horas de permanencia en los centros. "Consideramos que se puede avanzar hacia una educación a tiempo completo que sea políticamente viable y que permita equilibrar los costes y los beneficios teniendo en cuenta los intereses de todo el mundo", concluye Lucas Gortázar, director de educación de EsadeEcPol y coautor del informe.