Educación

Mallorca ya no atrae a los viajes de fin de curso

Menos del 3% de los hoteles de la isla acogen a estudiantes, que prefieren otros destinos

Turistas británicos toman la calle de Punta Ballena, en Magaluf, la noche de la semifinal de la Eurocopa entre Inglaterra y Dinamarca.
Laura López Rigo
17/06/2024
3 min

PalmaDurante los años 80, miles de estudiantes de octavo de EGB –el actual segundo de ESO– de toda España llegaban al Arenal, en Mallorca, entre marzo y junio para el viaje de fin de curso. Una estampa habitual era ver a grupos de entre 50 y 100 alumnos custodiados por profesores. Pero la costumbre ha ido languideciendo y, hoy en día, los viajes de estudios ya no tienen condición de fenómeno y se han convertido en residuales. La Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) cifra en menos del 3% los establecimientos que albergan este tipo de turismo.

Las palabras Mallorca y Arenal han marcado toda una generación que hizo una especie de rito iniciático con el viaje de estudios. En plena adolescencia, los recuerdos permanecían imborrables. Hoy son esto, sólo recuerdos. ¿Qué ha pasado para que ya no se realicen viajes de estudios? ¿Qué ha cambiado en la sociedad y el turismo? Los años 80 fueron una época dorada para los viajes de estudios. Con poca vigilancia y muchas ganas de hacer algo más que fuera de excursión, los adolescentes después de cenar se excedían y eso molestaba al resto de clientes, explican trabajadores de las discotecas y los hoteles del Arenal. Por eso, los responsables buscaron una manera de tenerlos controlados y que, a la vez, pudieran pasarlo bien. Según explicó el empresario Antoni Jordi Pastor en el texto Salas de fiestas y ambiente de noche en el Arenal –era el pregón de las fiestas de San Cristóbal del 2010–, un profesor de Madrid pasó por delante de la sala Scorpio y pidió si los alumnos podrían entrar y tomar un refresco sin alcohol.

Así fue como una discoteca improvisada para menores dio lugar a una forma de hacer negocio. Los estudiantes hacían publicidad y "todo el mundo quería ir de viaje de estudios a Mallorca el curso siguiente", afirma quien fue director de la discoteca Scorpio, Llorenç Romaguera. El número de estudiantes en el Arenal se multiplicó y, con ellos, las discotecas. "En ese momento, los jóvenes sólo habían hecho excursiones culturales y una sala con música se convirtió en una gran guardería para ellos y en un rato libre para los profesores", añade.

Demasiado grandes para discos cerradas

Pero la situación cambió en 1990, cuando la EGB se sustituyó por la ESO y los jóvenes peninsulares aterrizaban en la isla con 16 años y no con 14. Las preferencias ya no eran las mismas. "No podían controlarlos, querían discotecas más potentes", constata Romaguera. Y cerraron los locales que abrían sólo para esos grupos. "Se cambió el problema de sitio porque ahora hacen botellones en la calle", lamenta quien fue subdirector de Scorpio, Alain Carbonell. Algunos hoteles de la zona abrían a principios de marzo para los estudiantes antes de que llegaran los turistas e incluso reservaban plazas exclusivamente para ellos. Actualmente, muchos establecimientos ya les deniegan la reserva cuando se enteran de que son estudiantes.

Los hoteles aprovechaban a los estudiantes cuando la demanda de turistas extranjeros no era tan relevante como ahora, comenta una trabajadora de la zona. "En este momento, Baleares no tiene necesidad de estos colectivos. Hay otros nichos de mercado que suponen más rentabilidad y menos problemas", ratifica el presidente de la Agrupación Empresarial de Agencias de Viaje de Baleares (Aviba ), Pedro Fiol. Además, con el incremento de la demanda, la planta hotelera ha aumentado los costes de las habitaciones, lo que hace que los profesores elijan otros destinos más cercanos y con mayor oferta cultural. "Si para venir a Mallorca deben pagar 900 euros, los padres sugerirán que les lleven a Disney, que les cuesta lo mismo", añade Fiol. Además, la proliferación del turismo de excesos ha provocado que las escuelas rechacen el Arenal como destino para realizar el viaje de fin de curso. "La imagen que hemos exportado no es la mejor para reclutar a este tipo de público y basta con caminar por las calles para comprobarlo", sentencia Fiol.

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