¿Cómo es el modelo educativo que las escuelas cristianas proponen para el futuro?
Un equipo de 480 personas de la FECC han estado dos años analizando las necesidades del sistema educativo para realizar propuestas de mejora
Barcelona"Si no nos ponemos ahora, dentro de cinco años veremos que hemos perdido el tren". Así de contundente es la secretaria general de la Federación de Escuelas Cristianas de Cataluña (FECC) y ex consellera de Educación, Meritxell Ruiz, explicando la necesidad de transformar el modelo educativo actual. Para hacer frente a esta necesidad, desde 2021 casi 500 personas, entre ellas docentes, directores, familias, alumnos y expertos han estado haciendo una reflexión sobre cómo debe ser la escuela del s. XXI –y también cuál debe ser el papel de la escuela cristiana en la actualidad.
De este proceso de dos años han salido un conjunto de grandes palancas de transformación que ya se están empezando a aplicar a las más de 380 escuelas que forman parte de la FECC, entre ellas los centros Vedruna, l 'Escola Pia o La Salle y que se presentarán en el congreso de educación Quórum 23 que esta semana se celebrará en Barcelona. La persona que ha dirigido esta tarea ha sido el expresidente del Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo de la Generalitat, Joan Mateo, quien insiste en la necesidad de realizar un cambio de mirada: "Tradicionalmente, la sociedad ha dictado los ejes de la educación, pero el mundo actual ha cambiado y es impredecible, y eso lo modifica todo. Ahora debe ser la educación quien dé las herramientas a la sociedad para explorar la realidad".
La escuela como ecosistema inteligente
Uno de los puntos principales a mejorar, según la FECC, es la forma en que se forma y se acompaña a los docentes. Por eso han empezado a crear redes de direcciones escolares para que las experiencias sean compartidas. Explican que el objetivo es que ningún centro tenga que lidiar solo con los problemas del día a día y que se busca que la agrupación de centros para compartir experiencias debería realizarse en función de las características y prioridades de cada centro y no sólo en función de su localización o complejidad. También insisten en que el debate ya no es qué metodologías deben utilizarse, sino qué herramientas se debe dar a los docentes para que sean ellos quienes decidan cuál es la mejor metodología para cada alumno. A su vez, apuestan por hacer llegar los datos y estudios educativos a todos los centros creando una base de datos compartida donde haya desde los informes de las competencias básicas hasta los estudios que realiza la UNESCO o la OCDE sobre la situación educativa actual.
El papel de las familias
"La visión de los años 70 que dejas al niño en la escuela y te lo vuelven educado ya no se aguanta", insiste Mateo, quien destaca que uno de los objetivos que han empezado a trabajar es el fomento de la relación entre escuela y familia como uno de los principales actores en la transformación educativa. Apuestan por que las familias se corresponsabilicen activamente del proyecto educativo de centro. "Tiene que haber un vínculo, la familia debe ofrecer lealtad al centro, pero también debe poder exigirla", detalla. También proponen impulsar la relación con entidades del entorno y con escuelas públicas cercanas.
La acción social de la escuela
Uno de los aspectos que la FECC siempre destaca de las que ellos llaman escuelas de iniciativa social es el trabajo que se realiza en los centros para incluir alumnado vulnerable y migrante. Para facilitar esta inserción proponen impulsar el aprendizaje a lo largo de toda la vida para ayudar a los padres de estos alumnos y sensibilizar a la sociedad de la oportunidad que supone la llegada de población recién llegada. Más allá de esta inclusión, también insisten en la necesidad de que la educación tenga un papel activo en los retos sociales, como la sensibilización hacia la sostenibilidad o la inclusión de nuevas competencias para "aprender a enfrentarse a un mundo incierto".
Integración de las nuevas tecnologías
"El trabajador que dentro de cinco años no haya hecho nada con inteligencia artificial no le contratarán a ninguna parte", advierten Ruiz y Mateo, y añaden: "La mirada que ahora tiene la escuela de las tecnologías es la del amenaza y el miedo". Para darle la vuelta a esta situación (ya diferencia de lo que muchas escuelas empiezan a defender), desde la FECC proponen integrar, aún más, las nuevas tecnologías en las aulas. El objetivo que defienden es que se adapten las herramientas y contenidos a las necesidades de cada alumno y que se fomente el uso responsable y ético de las tecnologías.
¿Qué papel debe adoptar la escuela cristiana?
Mateo critica que "se ha creado un debate en torno a la escuela cristiana que no siempre ha sido amable ni positivo" e insiste en la necesidad de cambiar este relato. Para ello quieren apostar por hacer visible el compromiso social de los centros de la FECC, y que sean distinguidos por la implicación en el uso de la lengua catalana y en el impulso de la cultura propia del país y por ser un "referente" pedagógico".