Tres euros por examen: ¿cómo se eligen y qué tienen en cuenta los correctores de la selectividad?

Este año habrá 221 tribunales con más de 2.400 profesores implicados

Una vigilante de examen de las PAU en una imagen de archivo.
09/06/2025
5 min

BarcelonaLos 44.200 alumnos que a partir del miércoles se juegan una parte de su futuro en la selectividad hace meses que, de una u otra forma, se preparan para ese momento. En paralelo, también hace semanas que los engranajes para hacer que las PAU funcionen como un reloj —o al menos intentarlo— han empezado a girar. En este entramado se encuentran desde la coordinadora de las PAU y la jefa de la Oficina de Acceso a la Universidad en Cataluña hasta 221 tribunales que organizan 35 pruebas y, evidentemente, los más de 2.400 profesores que están implicados en la selectividad.

Pero también hay otros actores menos conocidos como los Mossos d'Esquadra, que son los responsables de custodiar los exámenes de la selectividad para evitar filtraciones y asegurarse de que todos llegan a las decenas de sedes que hay en todo el país. Una de las encargadas de tomar el testimonio de los Mossos es Rosa Cerarols, la presidenta de uno de los tribunales de las PAU que organizan los exámenes en una de las universidades de Barcelona. "Como presidenta de tribunal debes gestionar muchísimas cosas sin que se note que las estás gestionando", detalla.

De sus manos, los exámenes pasarán a las de los vigilantes y correctores de las pruebas como Arnau Pallarès, que es el segundo año consecutivo que realizará esta doble tarea. "Soy profesor asociado en la universidad y me apunté porque pienso que como docente podía ser interesante ver cómo funcionan las pruebas desde dentro". Para ello, Pallarès tuvo que apuntarse a un sorteo en el que pueden participar tanto docentes de secundaria como profesores universitarios.

Ahora bien, el sorteo no es el único criterio para decidir quién vigila y corrige a la selectividad. La normativa establece que, para cada materia, al menos debe haber un 40% de profesorado universitario y un 40% de secundaria, y que debe mantenerse la paridad de género, siempre que el número de solicitudes lo permita. Además, primero se opta por escoger docentes de secundaria que ya son funcionarios o profesores que forman parte de la plantilla estable de una universidad catalana. Si estos perfiles no son suficientes, entonces la selección se amplía añadiendo docentes interinos, personal universitario investigador y profesores de centros de secundaria concertados.

Una semana para corregir las pruebas

Los escogidos tendrán que vigilar las pruebas durante tres días durante la mañana y la tarde y, después, tendrán una semana exacta para corregir los exámenes de su materia. Por todo ello, el profesor recibe 165 euros por cada uno de los tres días que vigila pruebas y 15 euros al día en dietas.

En cuanto a las correcciones, la retribución puede variar: por los primeros 50 exámenes corregidos, al profesor se le pagan 130 euros –2,6 euros por examen– y una vez supera la cincuentena, se le pagan tres euros por cada examen de más. Por otro lado, si un profesor corrige exámenes de más de una materia, recibe 35 euros por materia extra y tres euros por cada examen corregido de esta asignatura adicional.

A la hora de corregir, los docentes no reciben ninguna indicación hasta el mismo día del examen, cuando se les hacen llegar los criterios de corrección. "Hasta ese momento tú no sabes nada de nada, pero una vez te llegan, lo cierto es que las pautas de corrección están muy detalladas. Lo hacen de forma minuciosa porque todos corregimos lo máximo de igual posible, al menos en química... quizás en las asignaturas de lengua hay más margen", reconoce Pallarès.

Una de estas asignaturas en las que puede valer más la interpretación que haga el corrector de que ha escrito el alumno es historia. "Yo intento primero mirarme 10 o 15 exámenes antes de ponerme a corregir en serio para poder saber un poco cuál es el nivel y ser igual de exigente con todo el mundo", describe Gerard Llorens, que lleva siete años corrigiendo exámenes de historia en las PAU. Explica que "el nivel es más bajo de lo que cabría esperar", pero que se ha encontrado de todo. "He corregido muchos exámenes brillantes ya menudo se me acaban antes las pegatinas de 9 y 10 que las de suspendido" defiende. Sin embargo, explica que a veces hay "algunas barbaridades" que suelen hacer alumnos que no dominan suficientemente la materia. "Si no saben, no tienen margen para escribir mucho, pero si saben algo, a veces confunden a personajes... Alguna vez me han escrito que Lluís Companys era presidente de España", recuerda.

Ahora bien, los dos correctores insisten en que, aunque haya riesgo de equivocarse, es muy importante que el alumno se extienda tanto como crea necesario. "Parece que tengan pánico a escribir y eso hace que no concreten lo suficiente, que el texto no sea coherente con lo que se pide y que haya vaguedades", insiste Llorens.

Pallarès también pide algo parecido en el caso de las ciencias. "Es casi más importante que expliquen bien todo el procedimiento que han seguido para resolver el problema que si el resultado final es el exacto. Si lo haces todo bien y te equivocas con la calculadora, pero no me explicas el procedimiento, tendrás directamente un 0 porque yo no puedo averiguar si sabes hacerlo", advierte.

Desde lo que pierde el DNI hasta lo que se equivoca de su

Mientras profesores como Llorens y Pallarès vigilan las pruebas en las aulas, las presidentas de tribunal como Cerarols son las encargadas de hacer que todo funcione para que los alumnos puedan hacer los exámenes lo más tranquilos posible. "Es un buen lío porque lo llevas todo. Desde el teléfono de la ambulancia, hasta la atención a los alumnos despistados, estar por los profesores que les acompañan, por los revisores... Debes tenerlo todo en la cabeza para que funcione", detalla.

Cerarols explica que, por ejemplo, es ella quien debe dar las indicaciones a los revisores de cómo funciona todo. "Ellos deben velar por que no pasen cosas que no deben pasar como que alguien entre con un móvil, o revisar que no les hablen por un auricular desde fuera, pero también deben ser conscientes de que una de sus misiones es conseguir que los alumnos estén tranquilos", insiste.

Además, los presidentes de tribunal deben resolver las incidencias sobrevenidas que puedan haber. "Ha habido alumnos que se han dormido o que directamente se han equivocado de sede donde realizar el examen", recuerda Cerarols. Explica que, en estos casos, si el lugar donde debe realizar el examen está suficientemente cerca, llaman y piden que pueda empezarlo 15 minutos más tarde. Si, por el contrario, está demasiado lejos, es Cerarols quien debe validar que el alumno puede realizar la prueba en otro centro y que después se envíe el examen realizado al tribunal que le corresponde.

"Nos hemos encontrado que se han dejado el DNI o que durante el día lo pierden. Esto es complicado porque el revisor de cada examen debe comprobar la identidad del estudiante", recuerda. Sin embargo, siempre hay solución: "Si tiene el pasaporte y los padres pueden llevarle, nos guardamos el examen hasta comprobarlo. Y si es un caso muy extremo, alguna vez hemos custodiado un examen hasta que han llevado la denuncia de los Mossos explicando que no tenían documentación porque la habían perdido", reconoce la presidenta.

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