El frío y la lluvia se ceban con los expulsados del B9: "En África no hay tanta miseria"
El realojo va muy lento y las decenas de personas que siguen bajo el puente de la C-31 comienzan a enfermar ya perder la esperanza
BadalonaEn un Sant Esteve marcado por la lluvia y el frío, Ousseynou Touré se queja porque no tiene nada caliente para comer. Desde que le expulsaron del instituto abandonado B9 de Badalona que vive bajo el puente de la C-31 en una tienda de campaña, que está completamente empapada por culpa del temporal que ha caído en la ciudad en los últimos dos días. Está mal, tiene la gripe y está preocupado por si su estado de salud empeora. "Con ese frío no aguantaré mucho más tiempo", dice. Como él, decenas de personas que hasta hace 10 días vivían en el B9 aún duermen a la intemperie sin alternativa alguna a dónde ir, más allá de este campamento de refugiados en la periferia de una de las ciudades más pobladas de Catalunya. "Estamos en el siglo XXI, ¿quién debe vivir así? En África no hay tanta miseria", se pregunta.
Mientras el agua cae con fuerza, debajo del puente todavía quedan algunos de los desalojados que no fueron reubicados por el dispositivo de Cruz Roja y el departamento de Derechos Sociales porque querían más información para decidir si dejaban su vida en Badalona por un techo temporal aunque fuera por dos meses. Muchos de ellos tienen trabajo y amigos en la ciudad, y no quieren dejarlo todo si en unas semanas volverán a estar en la calle. Carles Sagués, de la entidad local Badalona Acull, explica que los realojamientos en las últimas horas se han hecho con cuentagotas, sobre todo gracias a las personas voluntarias que están acompañando a los afectados a otras ciudades, y lamenta que el dispositivo de la Generalitat no haya tenido mayor continuidad.
Las prisas y la improvisación para hacer el dispositivo, dice Sagués, hicieron que muchas de estas personas no entendieran qué se les estaba ofreciendo. Hammed, por ejemplo, lamenta que nadie les ha preguntado nada, que todo lo deciden otras personas por ellos. Remarca que él ha venido hasta Catalunya para ganarse la vida y ayudar a su familia, como el resto de sus "hermanos" con los que comparte tienda bajo el puente. "Queremos contribuir a la sociedad, trabajar, pagar impuestos, y no nos dejen", defiende. Llegó hace menos de un año desde Alemania, donde dice que sí se respetan los derechos humanos, y admite que si llega a saber que iba a vivir bajo un puente, no habría venido. "En mi país nunca he dormido en la calle".
De hecho, todos los desalojados del B9 que ha entrevistado a este diario sólo hablan de trabajar y vivir con dignidad. Los que siguen bajo el puente no tienen ningún sitio al que ir, y pasan el tiempo y el frío como pueden. Escuchan música, se hacen compañía y se ayudan entre sí. Otros simplemente están en silencio, callados, con la mirada perdida. Ousseynou Touré sostiene que cada una de las personas que hay allí son responsables de una familia en su país de origen. "Yo tengo mujer y tres hijos. No he venido a hacer tonterías, he venido a trabajar", asegura. Él ha trabajado sobre todo empaquetando y vendiendo pescado, pero era un trabajo físicamente muy exigente y ahora tiene ciática y ya no puede hacerlo. Sólo quiere curarse para volver, pero tiene claro que no podrá recuperarse mientras duerma en una tienda bajo el puente.
Accidentes y enfermedades
Aparte de los voluntarios que trabajan sin cesar para atender a los desalojados que hay bajo el puente, proporcionando comida, bebidas y ropa, hay más personas que acuden cada día para ayudar con lo que haga falta. Es el caso de Matar, un joven senegalés que también vivía en el B9, pero que ha tenido más suerte y desde hace dos semanas comparte piso en Santa Coloma de Gramenet. Antes de llegar al B9 vivía en una nave ocupada en el barrio del Gorg, que el Ayuntamiento del popular Xavier García Albiol también desalojó, y reconoce con ironía que ya está harto de atender a los medios para denunciar la situación que lleva años viviendo en Badalona. "Ya no tengo voz, me he quedado afónico de tanto tiempo pidiendo una solución", espeta. Está preocupado por todas las personas que todavía viven debajo del puente, ya que "han perdido su vida" en su país y también aquí, ya "no tienen nada".
Hammed dice que intentan ser fuertes, pero reconoce que están perdiendo la esperanza. "Nos están volviendo locos. He perdido el móvil y ya no puedo hablar con mi familia. Tampoco podemos ducharnos, no podemos ir al baño. Solo queremos reanudar nuestra vida, no somos criminales". Desde Badalona Acull advierten que la salud de las personas que hay debajo del puente de la C-31 está en juego, y no sólo por el frío y la lluvia. El Modou Lamin Dramme, que conocen por el apodo de Coffee, se quebró el pie y ahora apenas se puede mover. Fuentes de la entidad explican al ARA que a otro de los desalojados le han tenido que amputar un dedo porque se hizo daño recogiendo chatarra y, durmiendo en estas condiciones, se le ha infectado y no han podido hacer nada por curarlo.
Por todo ello, Sagués reclama al Govern que se reanude el dispositivo de realojamiento a partir del sábado, una vez hayan pasado los días festivos. Fuentes de Derechos Sociales, sin embargo, explican al ARA que descartan más dispositivos como el que hicieron con Cruz Roja y ahora empezará una fase de análisis de cada caso de forma individual, por lo que la previsión es que estas personas sigan bajo el puente en los próximos días. Mientras, Hammed insiste en que necesitan una alternativa que implique dejar de vivir a la intemperie. "Esa es la vida que vivo. Necesito una solución".