"En Lladurs hay que seguir remojando la zona durante dos días"

Existe el riesgo de que el fuego vuelva a reavivarse porque es un área inmensa de pinos, encinas y robles

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Un hidroavión en tareas de extinción en Lladurs

LladursUna llamada interrumpe la conversación. El alcalde de Lladurs, Daniel Rovira, se disculpa y contesta el teléfono. Habla apenas un minuto y, cuando cuelga, afirma con cara de preocupación: “Me acaban de decir que vuelve a quemar el fuego de Castellar [de la Ribera] que está al lado de Lladurs”. Rovira está en el centro del mando que se ha habilitado en el pie de la carretera entre Solsona y Castellar de la Ribera. Se le nota cansado. Ya lleva dos días así. De hecho, este es el principal riesgo del incendio de Lladurs: que vuelva a reavivarse. El miércoles se dio por extinguido y el jueves volvía a quemar. Y, si ya pasó una vez, nadie puede poner la mano en el fuego de que no se volverá a repetir.

Viendo la zona del incendio, se entiende por qué hay tanto riesgo y por qué las autoridades repiten como un mantra que existe el peligro potencial de que quemen 50.000 hectáreas. Es una zona forestal inmensa, situada en la parte oriental de Lladurs, la que da a la cuenca del Cardener, donde solo hay pinos, encinas y robles. La vegetación es tan sumamente espesa que mires hacia donde mires solo ves árboles y más árboles. Según el alcalde, en esta zona solo hay alguna casa diseminada, sin embargo, desde la distancia, ni se ven. Una de estas casas fue evacuada el jueves. A los vecinos de otra les recomendaron que se confinaran.

Un árbol quemado en Lladurs, con un hidroavión de los Bomberos en la lejanía.

De hecho, Lladurs es un pueblo que solo tiene unos 170 habitantes empadronados y que ni siquiera tiene un núcleo con casas propiamente dicho. Sí que hay un lugar donde se concentran el Ayuntamiento, una escuela, una parroquia y una sala polivalente. Pero el resto de las viviendas están esparcidas por el enorme término municipal.

La zona donde se declaró el incendio es, además, especialmente abrupta, en la vertiente de una montaña, y el acceso por tierra es muy difícil. Solo hay dos caminos forestales que llevan hasta allá y no están en muy buenas condiciones. Por eso este viernes los Bomberos centraban todos sus esfuerzos a intentar combatir el fuego desde el aire. No dejaban de pasar hidroaviones y helicópteros que descargaban agua sobre la zona del incendio. Este viernes al mediodía no se veían llamas ni ninguna gran columna de humo, pero sí que continuaba saliendo humo de varios puntos de la montaña. "Es necesario continuar remojando la zona durante dos días", advertía el alcalde, que espera que los efectivos que se han desplegado no se marchen.

Poca coordinación

De hecho, el viernes cuatro miembros de la Agrupación de Defensa Forestal (ADF) de Lladurs esperaban preparados en el hostal restaurante Cap del Pla, situado a pocos metros de uno de los caminos forestales que llevan a la zona del incendio. Iban vestidos con las características camisetas de color amarillo del ADF y tenían aparcado en una explanada un tractor con una cisterna de 3.000 litros de agua. Se les veía fastidiados. “El jueves teníamos controlada una zona y disponíamos de agua de sobra para continuar trabajando, pero vinieron los Bomberos y nos dijeron que nos marcháramos”, explica uno. “Nos lo tomamos como una patada en el culo. Nos vinieron a decir que estorbábamos”, apunta otro. Los ADF son voluntarios, pero, como ellos dicen, conocen mejor que nadie el terreno y son los que pueden llegar primero al lugar del incendio porque viven allí: son vecinos del municipio.

Varios miembros del ADF esperando en Lladurs a que les permitan ayudar en las tareas de extinción.

Incluso el propio alcalde se queja de la poca coordinación que “los cuerpos de seguridad” han mostrado con las ADF. En el pueblo hay un centenar de ADF, sin embargo, eso sí, reconoce que tienen pocos medios. “A mí me sorprende que las ADF de cerca de Barcelona dispongan de material nuevo y nosotros continuemos trabajando con cisternas de hace 30 años. La financiación llega con cuentagotas”, lamenta.

La propietaria del hostal restaurante Cap del Pla, Carme Sunyer, ha cerrado este viernes el establecimiento para concentrarse en preparar agua y bocadillos para los efectivos que combaten el incendio. Se la ve preocupada. Si quema esta zona, la gente que va a Lladurs los fines de semana o de vacaciones no volverá a pisar el municipio.

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