Montcada i Reixac empieza a esconder una de sus cicatrices con treinta años de retraso
Este lunes arrancan las obras para enterrar la R2 de Cercanías, en un tramo en el que han muerto atropelladas 179 personas


Montcada i ReixacEl paso a nivel se baja. Durante siete minutos la barrera separa a Montcada i Reixac en dos mitades. Los peatones siguen pasando por encima de las vías pese a la prohibición. Una chica con dos niñas pequeñas es la primera que se detiene. Al otro lado, un padre con dos criaturas le imita mientras el vaivén de gente no se detiene. Un joven con patinete, mirando el móvil, es el último en atravesar. Quince segundos más tarde pasa el tren de Cercanías de la R2 en dirección a Barcelona.
Oficialmente, y con un retraso de más de tres décadas, hoy comienzan las obras de soterramiento de esta vía ferroviaria, cerca de cuatro kilómetros de obra que permitirán coser el centro urbano de un municipio de menos de 40.000 habitantes, pero lleno de cicatrices: tres líneas ferroviarias sin enterrar, la de larga distancia que pasa por debajo del suelo, dos ríos, una autopista como la C-33, la autovía C-17... “Es un municipio troceado totalmente, no hay cohesión”, lamenta Sergio. Acaba de atravesar por el paso a nivel con su mujer y su hija, Marta, que vive justo delante de las vías de la R2. A menos de 100 metros tienen otra línea de tren, y les inquieta la afectación que pueda ocasionar una obra que se prevé alargar durante 7 años. "Estamos preocupados por si el soterramiento afectará a los cimientos de los edificios, si empezarán a salir grietas", alerta él, a la vez que reclama información logística al consistorio para ver qué cambiará a partir de hoy.
El ministerio de Transportes va adjudicar el proyecto a una Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por la catalana Comsa, FCC y Ferrovial por valor de 540 millones de euros. Ayer los técnicos empezaron a marcar el pavimento de las calles paralelas a la vía para señalar dónde se ubicará la maquinaria y el material que poco a poco irá llegando a Montcada para empezar las obras. Es la única señal hoy en día de lo que va a pasar.
Sin información
De hecho, el impacto sobre el centro de Montcada i Reixac será progresivo. En la estación de Cercanías todavía no hay información al respecto, y los responsables de Adif aseguran que hasta octubre no están previstas las grandes afectaciones. La obra se irá haciendo tramo a tramo hasta completar los cerca de cuatro kilómetros de enterramiento. "Serán 10 años", vaticina Sandra, vecina de la zona.
“Aunque el tren ya estaba antes que nosotros, es necesario porque lo mejorará todo”, dice Carmen, una vecina que lleva más de 51 años viviendo delante de las vías. "Hasta que no vea el primer agujero, no me lo creo", asegura. Tiene 72 años y después de más de tres décadas viendo cómo los proyectos para soterrar las vías iban posponiéndose, se lo mira con recelo: "No sé si lo veré". Administración tras administración, independientemente de quien gobernara, han ido aplazando las obras. que vendrá pronto: la parte central en la que él vive, entre las estaciones de Moncada y Bifurcación, debería completarse en dos años. Se han acostumbrado a convivir con las molestias que supone tener una línea de Cercanías frente a casa. Pero en los últimos tiempos, por ejemplo, el impacto sonoro es más molesto. "Con los pasos a nivel y la gran cantidad de suicidios que ha habido, los maquinistas están hechos un saco de nervios, y silban más que antes", relata el Germán.
Precisamente, la reivindicación del soterramiento se acentúa por la gran cantidad de muertes que ha habido por atropello, 179. “Ten cuidado no seas la próxima víctima. Hasta que no nos entierren las vías, ¡este paso es muy peligroso!”, advierte un cartel pegado a uno de los pasos a nivel que conecta el centro del municipio. "La gente no tiene paciencia y cruza", admite Dolors desde una terraza cercana. “El cambio será espectacular, si dan un paseo, el impacto visual será grande y también habrá cambio a nivel de seguridad”, explica Ester.
Horas perdidas
Manolo, sentado junto a su familia, espera para cruzar con el coche. "He perdido muchas horas de mi vida aquí", resume con el coche parado frente a la valla. Lamenta que ha llegado a estar casi "quince minutos" parado esperando a que el semáforo cambie de color. Hoy, en el enésimo intento, esta espera empezará a tener fecha de caducidad.