Rafael Vilasanjuan, director de análisis y desarollo de ISGlobal: "Una persona vacunada está 90 veces más protegida que una no vacunada"

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Luz al final del túnel, por fin.

— Es un fenómeno occidental, pasa en todos los países con un porcentaje de vacunación elevado, pero no es un fenómeno global y, por lo tanto, está claro que puede llegar una sexta ola. Hay alrededor de 40 países donde casi no se ha vacunado a nadie, en África sobre todo, en Asia y en América Latina. Son la clave de la pandemia. Hay que evitar que se creen nuevas resistencias o variantes, que harían crecer el riesgo aquí. Hace poco fui a la reunión mundial del consejo del comité de dirección de la vacuna y una de las pautas que tenemos es hacer llegar, como sea y antes de final de año, 1.500 millones de dosis a los 92 países de renta baja porque por ahora han llegado 300 millones.

¿Y esto quién lo paga?

— Básicamente, Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea, que han dado más de 7.000 millones de los 10.000 recaudados para pagar estas dosis. Pero no es fácil, porque los productores no tienen ningún interés en vender vacunas a un precio más bajo, sobre todo porque aquí ya estamos poniendo la tercera dosis. Y nos equivocamos si pensamos que estamos protegiendo más a la gente aquí, poniendo la tercera dosis, que llevando dosis allá para incrementar el porcentaje de vacunación.

La gente de aquí estará más protegida con la tercera dosis, ¿no?

— No. De esto no hay ninguna evidencia, lo que sí que tendrán serán más anticuerpos. A los inmunodeprimidos y personas de más riesgo les aumenta la protección, pero no al resto de la población. Y antes de terceras dosis tenemos que tratar a los que piensan que como ya estamos a más del 80% de vacunación, ya no se vacunan. A estos apáticos los tenemos que convencer con campañas de vacunación y después ya hablaremos de terceras dosis. Además, para reducir el riesgo de nuevas variantes, tenemos que parar la pandemia fuera, y esto no es buenismo. Nos interesa que no haya pandemia, porque, si hay, volverá aquí.

Aquí, en Europa, ¿cómo será el invierno en relación a la pandemia?

— Ya hay estudios que afirman que el del covid será un virus estacional con el que tenemos que tener cuidado, por ejemplo ventilando interiores. No tenemos inmunidad de rebaño, y recordemos que estas vacunas no son esterilizantes, es decir, no hacen que tú y yo, vacunados, no nos infectemos. Solo hay una vacuna que sea un escudo protector al 100%, que es la vacuna de la fiebre amarilla, que puesta una sola vez en la vida ya tienes suficiente.

Las del covid no son tan eficaces.

— No evitan el contagio pero hacen que la enfermedad no se desarrolle con tanta severidad, como hemos visto con las cifras de bajada de entradas a hospitales y UCIs, que son espectaculares. Este virus ha venido para quedarse. Controlado, eso sí. Hoy por hoy, y estoy avanzando lo que se está cocinando en los laboratorios, parece que tenemos una inmunización como mínimo para dos años. Inmunización para no desarrollar la enfermedad, no para el contagio, ¡eh!

En encuestas, el segundo motivo más citado para no pincharse es el miedo a los efectos adversos. ¿Cómo se combate esto?

— Una persona vacunada está 90 veces más protegida de sufrir los efectos severos del covid que una no vacunada. Es la primera herramienta de convicción. Y, de momento, los efectos secundarios son residuales, no mortales, y en cambio la enfermedad es mortal o te puede llevar a una UCI y te puede dejar secuelas de por vida.

¿Estás diciendo que dentro de tres años me puedo quedar en silla de ruedas porque me he puesto una vacuna?

— Sería absolutamente extraño. Compáralo con lo que te puede llegar a pasar si coges el covid y haz el cálculo riesgo-beneficio.

Joan Majó escribía en el ARA que los gobiernos tenían que pasar de los estímulos a las obligaciones.

— Yo no obligaría a la vacunación, pero cuando tenemos un problema de salud pública el beneficio colectivo está por encima de las creencias individuales. Y por lo tanto pondría ciertas barreras disuasorias. Una extrema: una persona que no se ha querido vacunar y entra a la UCI, que pague el servicio.

Esto es una fortuna.

— Es mucho dinero, sí, pero los no vacunados tienen que saber qué nos pueden costar a todos. Busquemos alternativas. Si no estás vacunado y vienes a trabajar, no puedes ir a reuniones de cuatro personas y por lo tanto reúnete por pantalla. De lo que soy partidario es de obligar a maestros y sanitarios a vacunarse.

En los foros internacionales a los que asiste, ¿la idea del covid concebido en un laboratorio chino todavía dura?

— No, la idea de que esto fue creado no tiene recorrido, porque sino el creador tendría el antídoto. Hay alguna proteína de este virus donde el conocimiento humano de la ciencia no llega para crearlo; para copiarlo sí, pero para crearlo no. No hay mala fe. Puede haber ocultación de información en el primer momento, eso sí. Que estuvieran experimentando con un virus para ver el potencial en humanos, se les escapó, no dijeron nada y durante 22 días contagiaron a la población de Wuhan.

¿Quién ha perdido en el juego geopolítico internacional con el covid-19?

— Hemos perdido todos. Hemos visto que hay una gran distancia entre países ricos y países pobres. Han perdido bastante China y Estados Unidos, porque mientras coincidieron el virus y Trump se dispararon contagios y mortalidad. Y han perdido los países de renta baja y renta media-baja.

¿Hay alguien que haya ganado?

— La ciencia. Pasaron 333 días desde que se descifró el genoma hasta que se puso la primera vacuna en Coventry. Es verdad que hemos tardado un año desde que se puso la primera vacuna en Europa hasta que llegó la primera vacuna a África, pero es que los medicamentos contra el sida tardaron diez años en llegar. Ah, y en nuestro caso, el Servicio Catalán de la Salud es un ganador. Se ha reivindicado como nunca, y cualquier político que gobierne a partir de ahora sabe que no aceptaremos que sea menos de lo que tenemos.

¿Cómo está el mundo?

— Con una serie de riesgos potentes y una serie de mecanismos incapaces de dar respuestas. Nuestros mecanismos de defensa son los ejércitos. El Consejo de Seguridad de la ONU piensa en guerras. Fíjate que ha habido muy pocas resoluciones del covid y, en cambio, te aseguro que tu seguridad depende más de que las vacunas lleguen a Afganistán que no que haya soldados nuestros en Afganistán defendiendo no sabemos muy bien qué.

¿El covid no ha abierto los ojos a los organismos internacionales?

— Sí, es muy interesante ver lo que hace la Alianza Mundial de la Vacunación, porque son 28 personas las que deciden, 28 personas. Hay cinco estados que representan a los que ponen dinero, cinco estados que representan a los que reciben vacunas, está la industria farmacéutica del norte, la industria productora del sur, está la filantropía representada por la Fundación Gates, que es quien más dinero ha puesto. Después dicen que se está queriendo poner un chip a la gente...

Hombre, pues ahora que lo comenta...

— Yo no he visto nunca ningún chip, ni de Bill Gates ni de nadie, y en las reuniones te aseguro que nunca se ha hablado de poner el chip ni entrar en móviles para saber qué estamos haciendo, es decir: no. Y punto.

¿Es vinculante lo que decide la Alianza?

— Absolutamente. En toda la compra de vacunas ha sido absolutamente vinculante. Es verdad que no representamos a todos los países, pero es que los países no son los gobiernos. O sea, yo estoy representando a 4.000 organizaciones de 180 países, y tengo un voto y lo tengo junto a cinco representantes de países que están poniendo 10.000 millones de dólares cuando se habla de poner dinero. Y quizás esta no legitimidad te da soluciones que la legitimidad de un sistema como por ejemplo el de la ONU no da, porque está el derecho a veto y es una maquinaria lenta y preparada para la defensa clásica. Pero es que la seguridad de hoy en día viene de riesgos como por ejemplo el cambio climático, los movimientos de población o la guerra informática digital. Tenemos que avanzar hacia un multilateralismo diferente.

O sea que tenemos una crisis de representatividad de los gobiernos.

— Totalmente, porque los gobiernos pueden decidir mucho en el ámbito local y pueden decidir muy poco en el ámbito global. Mira, esta pandemia estaba completamente anunciada. En mayo de 2019, seis meses antes de que empezara la pandemia, la señora Gro Brundtland, ex primera ministra noruega y ex directora de la OMS, escribió el memorándum donde decía que el riesgo de una pandemia vírica respiratoria en menos de un año era real, que la pandemia probablemente sería global y haría bajar un 5% la economía y el PIB mundial. Mira, calcado.

Y no teníamos ni mascarillas.

— No teníamos nada. Y ya tienes a los gobiernos pagando fortunas por mascarillas que quizás no estaban homologadas. Nos faltan mecanismos de prevención no solo de pandemia sino de radiaciones nucleares, cambio climático, de todo lo que nos tiene que venir de sequías, de incendios, porque todo está relacionado. La guerra del agua es absolutamente cierta, es decir, ahora mismo tenemos menos agua. Si hay más calor, llueve menos, pero las lluvias podrán ser más torrenciales. Todo esto también está conectado con las pandemias, porque sabemos que el sida, el Ébola, e incluso creemos que el coronavirus, tienen una relación directa con la ocupación humana de espacios que no estaban ocupados, y por lo tanto con la proximidad a animales salvajes.

Hay alguien al volante, ¿o la concertación de intereses es imposible?

— No es imposible. Tenemos el caso de Angela Merkel, que ha pensado mucho en las relaciones Rusia-China-Estados Unidos, y ha sido el eje de las relaciones internacionales durante mucho tiempo. Estados Unidos es un eje central por naturaleza porque son el país que más dinero pone en todo, pero mira cómo de mal se han retirado de Afganistán. Tenemos que estar muy pendientes de lo que pase con China, Rusia y otros países que están creciendo, como India y toda Asia, de hecho. Tenemos mecanismos que palian crisis pero no hay una persona, no tenemos una visión como se tuvo después de la Segunda Guerra Mundial de crear un sistema de Naciones Unidas nuevo. Y esto es lo que nos haría falta.

Perfil
  • Rafael Vilasanjuan Sempere (Barcelona, 1961) ha ido construyendo un currículum extraordinario que lo ha llevado a ser una de las pocas personas que tiene una visión bien informada del estado del mundo. Es uno de los 28 miembros de la mesa del Patronato de la Alianza Global de las Vacunas, donde representa a las organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo. Ha llegado en cuanto que director de análisis y desarrollo de ISGlobal, el instituto de investigación de la Fundació La Caixa con el Hospital Clínic, el Parc de Salut del Hospital del Mar, la UB y la UPF. Durante seis años fue el secretario general de Médicos Sin Fronteras. Ha trabajado en zonas de conflicto militar y emergencia humanitaria en Asia, África y América Latina, y fue subdirector de radio y televisión de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Vilasanjuan empezó como periodista en El Correo Catalán, trabajó durante 3 años en Antena 3 con José María García, a quien define como “un maestro de la investigación y la escenificación”.
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