Prisión para el grupo más “activo” contra la policía en las protestas por Hasél

El juzgado les atribuye intento de homicidio por la furgoneta quemada de la Guardia Urbana

Pau Esparch / Germán Aranda
4 min
Uno de los detenidos que los Mossos trasladaron lunes a la nave de Mataró

Barcelona / Canet de Mar / MataróEl juzgado de guardia de Barcelona ha decretado prisión provisional y sin fianza para ocho de los detenidos en los disturbios del sábado en Barcelona. Son los que forman el grupo que desde la Comisaría General de Información de los Mossos d'Esquadra, dedicada a la lucha antiterrorista, vinculan con el movimiento anarquista y los disturbios en la capital catalana que dejaron la imagen de una furgoneta de la Guardia Urbana quemando. Se los investiga por los delitos de pertenencia a un grupo criminal, intento de homicidio –por el incendio de la furgoneta con un agente adentro–, atentado contra los agentes de la autoridad, manifestación o reunión ilícita, desórdenes públicos y daños. Los detenidos comparecieron este martes ante el juzgado de instrucción número 17 de Barcelona y solo respondieron a las preguntas de su defensa.

Para los Mossos, las ocho personas que integran el grupo, cinco hombres y tres mujeres mayores de edad, actuaron el sábado “con un grado de violencia muy elevado”. Son seis italianos –cinco hombres y una mujer–, una francesa y una catalana. Aparte de la quema de la furgoneta de la Urbana, la policía los relaciona con los desperfectos en entidades bancarias, los saqueos en tiendas y los destrozos en el mobiliario urbano. Esa noche tuvieron lugar los peores disturbios desde que empezaron las protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasél. Entonces se detuvo a 14 personas por los disturbios en Barcelona, pero el foco se sitúa en cerca de la mitad de los arrestados.

La acción de rociar el vehículo policial con líquido inflamable la hizo la mujer italiana del grupo, aunque los Mossos valoran que los ocho detenidos intervinieron “de manera conjunta”. El agente que la conducía salió por la puerta del copiloto. La policía explica que en movilizaciones anteriores ya habían detectado a “un grupo muy activo con un alto nivel de organización” que actuaba contra los agentes. Según el cuerpo, se cubrían entre ellos para evitar las detenciones, aprovechando el grueso de gente que asistía a las manifestaciones. Los Mossos dicen que el sábado hicieron un dispositivo con el objetivo de “neutralizar” a este grupo: primero arrestaron a siete miembros y más tarde al octavo.

"No queremos hablar"

La policía también fue este lunes con los detenidos a dos casas okupas de Canet de Mar y Mataró, donde residirían. Los agentes registraron las naves, y este martes los que todavía viven ahí no querían hablar. “¡Fuera! ¡No sacaréis nada de aquí!”, gritaba por la ventana una joven con acento italiano en la nave de Mataró. “Las cosas están muy calientes, todavía no sabemos muy bien de qué va todo esto”, respondía mucho más amable y en castellano con acento gallego un hombre de unos 40 años a la puerta de la antigua fábrica Can Jover de Canet, un edificio modernista diseñado por Puig i Cadafalch que cerró en 2011 después de 126 años dedicados al textil.

La antigua fábrica Can Jover de Canet, una de las casas okupas registradas

La alcaldesa de Canet, Blanca Arbell, afirma que la policía municipal ya controlaba a los okupas que vivían en esta antigua fábrica y que esto ha facilitado las intervenciones. Duna, una vecina de enfrente, cifra en una decena las personas que han ido entrando y saliendo del edificio desde que fue ocupado. La Sareb, explica Arbell, se quedó con la casa por las deudas de la familia Jover y el verano pasado la compró un nuevo propietario que ha hecho las denuncias, de la mano del consistorio, para echar a los que siguen ahí, porque se había detectado “incivismo”.

Duna asegura haber visto cómo un hombre que lleva en la casa desde el principio, un italiano de unos 50 años, según ella, “apaleó” a otro que intentaba hacer destrozos en la nave. “De día a veces llegaban furgonetas con muebles, pero cuando venían por la noche se notaba que querían esconder lo que llevaban”, explica de nuevo Duna, que describe al italiano como el “líder” de la casa. En la fachada colgaron un cartel en el que se leía “El verdadero virus es el capitalismo”.

Vídeo de los registros a las casas okupas de Canet y Mataró

En la entrada de Canet desde la estación de tren, dos carteles firmados por la casa (autodenominada La Kanka) exponen la ocupación de la nave y un incidente por el que la policía la registró, en medio de la desaparición de carteles electorales y la aparición de la letra A rodeada, propia de los anarquistas, en el lugar de la propaganda. Denuncian que hubo “identificaciones arbitrarias” y “entradas no autorizadas” después de los hechos. El otro cartel advierte: “Siempre más veremos disturbios y guerrillas que harán temblar a los amos. Ningún sindicato, ningún partidito rojo conseguirán frenar la furia y la rabia que ya se están propagando en cada ciudad”. Más poéticos, dicen que quieren “Vivir libres, iluminar los cielos con la luz del fuego que quemará en las calles”.

Fiestas y conciertos ilegales

En Mataró, Estrella, vecina de la nave ocupada ya hace unos tres años, también observa que había “un líder” de unos 35 o 40 años, mayor que el resto de jóvenes que viven en la casa. A él, dice, no lo han detenido. En la casa viven, según Maria José, propietaria del bar también de enfrente, una decena de personas que hablan “castellano, catalán, italiano y francés”, que nunca han creado ningún problema con los vecinos más allá de las fiestas y conciertos ilegales, que coinciden en cifrar en tres, dos de las cuales durante la pandemia.

“Una vez fui a un concierto y la música estaba tan alta que no se oía ni la voz del cantante”, relata Héctor, que vive pared con pared con la nave y que después no ha tenido ningún contacto con los okupas. Curiosamente, él fue uno de los fundadores de la Oficina de Okupación de Barcelona y acabó desmarcándose del movimiento, por discrepancias con el ala más radical y por la falta de estrategia. “Votaron en asamblea si romperme las piernas. Por suerte salió que no. El anarquismo más individualista se está imponiendo, el de destruirlo todo aunque no se consiga nada”, reflexiona.

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