Un programa de ayudas estatal deja en la estacada a casi 300 investigadores internacionales en Cataluña
Los investigadores denuncian un futuro incierto después de llegar a las universidades catalanas por el programa María Zambrano, que se ha cancelado
Barcelona"Me siento estafada. Llegué de Estados Unidos con un currículo brutal y con ganas de aportar a mi país", explica MR, una psicóloga forense de 42 años especializada en casos de violencias. Con todo, afirma con crudeza y mucho desencanto: "Mientras allá se me rifaban, aquí nada. Ni una oportunidad". Su historia bien podría ser un guión de Hollywood: llegó a Nueva York en el 2010 con una reputada beca Fulbright bajo el brazo, después de licenciarse entre los mejores de su promoción y como deportista de alto rendimiento. En EE.UU. su talento le fue abriendo puertas, y ha trabajado en el país como experta en clínica forense por laboratorios de investigación que tenían vínculos con el FBI y otras organizaciones policiales; para el hospital penitenciario de mayor seguridad de EEUU y investigando aplicada en varias universidades del país.
"Tenía una carrera profesional brillante, pero llevaba 11 años en una relación a distancia con mi pareja. La pandemia fue la gota que colmó el vaso", explica. Esto le empujó a buscar opciones para regresar, 15 años después, a Barcelona. "Al marchar de EEUU lideraba un proyecto importante sobre medidas penales alternativas y prevención de la violencia en las escuelas y lo dejé para venir al departamento de derecho penal y criminología de la Universidad de Barcelona", afirma. Sin embargo, las cosas no han salido como se esperaba y ahora está en una situación de total incertidumbre.
Esta catalana, que prefiere no revelar su nombre, forma parte de un grupo de cerca de 300 investigadores con currículos brillantes que se instalaron en universidades de Cataluña hace dos años procedentes de centros universitarios y de investigación de en todo el mundo a través del programa de ayudas para la atracción de talento internacional María Zambrano, lanzado en 2021 por el entonces ministro de Universidades, Manuel Castells. Según aparecía en la convocatoria pública del BOE, el programa estaba sufragado por fondos europeos y tenía como objetivo "recualificar el sistema universitario español", es decir, inyectar talento en las universidades con personal altamente cualificado que potenciara los trabajos de investigación. Se fijaba un sueldo mensual de 4.000€ brutos y una fecha final: 31 de diciembre de 2024.
El llamamiento fue un éxito y España adjudicó 1.103 ayudas María Zambrano, de las cuales el mayor grueso (274) fueron a parar a siete universidades catalanas: la Universidad de Barcelona (UB), la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), la Universidad Pompeu Fabra (UPC), la Universidad Rovira i Virgili (URV), la Universidad de Girona (UdG) y la Universidad de Lleida (UdL). La UB es la que más Zambranos captó, seguida de la UAB. Madrid fue la segunda comunidad que atrajo a más investigadores (239).
Aunque en el redactado de la convocatoria no constaba ningún compromiso para estabilizar a los investigadores una vez terminara el contrato ni se establecía ningún mecanismo de consolidación posterior, el gobierno de Pedro Sánchez presentó el programa como la primera herramienta para “regresar a casa el talento que se había ido”. Y el ministerio de Universidades señalaba en en las redes sociales que se intentaría facilitar una vía de consolidación en el sistema universitario para los beneficiarios. Tenía sentido: de aquí a 2030 se prevé que se jubile el 15% del profesorado universitario.
A la deriva profesional
No ha pasado nada de eso y ahora el futuro de estos investigadores está en el limbo. La situación de la mayoría es desesperada. Algunos han optado por marcharse ya al extranjero, desengañados, en busca de mejores oportunidades para proseguir su carrera profesional. Es el caso de Martín (nombre ficticio), un físico teórico con plaza fija como científico titular en Argentina que vino con su familia para trabajar en la UB. La inestabilidad, sumada a las muchas trabas con las que se encontró para poder presentarse y liderar proyectos de investigación, un sueldo mucho más bajo de lo prometido y un horizonte laboral nada optimista hicieron que decidiera hacer las maletas y regresar a su país.
Del resto de investigadores –los que optaron por quedarse o no a los que no se les presentó ninguna otra posibilidad de marcharse–, algunos están en paro. Y salvo algunos casos, la mayoría están en una situación extrema, a dos meses de que termine su contrato y sin perspectiva laboral alguna a la vista. Justo López, físico teórico de 48 años, había realizado toda su carrera profesional en América, primero en Estados Unidos y después en Colombia, donde era profesor titular de la Universidad Nacional. "Tenía condiciones muy buenas, pero soy ciego, con todas las dificultades que comporta la discapacidad, y quería volver a casa para tener mayor apoyo social", explica.
Esto le empujó a presentarse para obtener una Zambrano para ir a la UB. Su contrato terminó el 1 de abril y desde entonces está en paro. "Lo dejé todo: un trabajo previo y mi casa; y todo por venir aquí, y ahora me siento totalmente abandonado. El programa María Zambrano fue puro marketing. Decían que apoyaban la investigación, que pretendían atraer talento, pero al final hemos sido trabajadores gratis para las universidades, que no se comprometieron con nosotros", lamenta.
Este sentimiento de engaño es común entre los investigadores María Zambrano con los que ha hablado el ARA. "La frustración ha sido total, tanto para los españoles que creyeron las declaraciones del gobierno cuando decía que era el primer programa que permitía el regreso a casa de cerebros en el exilio, como para los internacionales que vinieron atraídos por las condiciones y, a posteriori, se han encontrado en un callejón sin salida", explica Miguel Ángel Fernández, astrobiólogo en la Universidad Autónoma de Madrid y portavoz oficioso del colectivo Zambrano. "¿Cómo pretenden atraerte por dos años?", se pregunta.
"Es un despropósito todo –exclama la valenciana Carla Olmo, investigadora en ciencias ambientales que vive angustiada pensando que le quedan dos meses de contrato con la UdG. Después todo es incertidumbre–. Nos reclaman con un programa soberbio en nombre de la recalificación del sistema universitario. Claro que entiendes que te quedarás; si no, ¿qué sentido tiene todo?
Desde el ministerio se defienden alegando que el contrato no tenía como finalidad contratar de forma indefinida personal y lanzan el balón al tejado de las universidades. "Los investigadores que se habían atraído tenían expectativas de que las universidades les acabaran contratando pero en el programa no había ningún compromiso de continuidad", señala Joan Subirats, que tomó el relevo de Castells al frente del ministerio de Universitats en diciembre del 2021 , aunque admite que en la convocatoria había "inconcreciones" que han tenido "efectos negativos" sobre los Zambrano. En todo caso, dice, "es en las universidades a las que correspondería haber establecido mecanismos de estabilización",
Sin respuesta del ministerio
Para Quim Salvi, rector de la UdG y presidente de la Asociación Catalana de Universidades Públicas (ACUP), aunque los contratos Zambrano eran muy interesantes para las universidades que "buscamos maximizar la captación de recursos y talentos para impulsar la investigación pública", era una convocatoria de recursos finitos, sin ningún compromiso por parte de las universidades de estabilizar a estas personas. "No tenemos financiación para ello", lamenta. Recuerda que la Generalitat dedica un 0,60% del PIB a Universidades, una cifra que desde la ACUP se reclama que suba hasta el 1%.
Hartos de la situación, los investigadores se organizaron a principios de año, y en mayo, después de mucha insistencia, lograron mantener una primera reunión con la Secretaría de Estado, en concreto con Juan Cruz Cigudosa, para exponer su situación e intentar encontrar una salida. "Fuimos cuatro personas del colectivo con una propuesta de solución bajo el brazo. La discutimos, nos reiteraron que la convocatoria no comprometía a estabilización y lanzaron balones fuera: ellos habían puesto el dinero y ahora era responsabilidad de las universidades ", expone Fernández, portavoz del colectivo.
Desde el actual gabinete de Ciencia, con Diana Morant al frente, no han querido hacer declaraciones a este diario, aunque de forma extraoficial fuentes del ministerio consideran que es responsabilidad de cada comunidad autónoma, ya que las competencias en materia de universidades están transferidas. En cambio, preguntada por el ARA, la conselleria de Universidades e Investigación ha rechazado hacer declaraciones al considerar que era una cuestión que debía explicar el gobierno español.
Fernández, en representación de los Zambrano, lamenta que la situación es un perjuicio para la propia comunidad científica, porque muchos proyectos de investigación han quedado suspendidos; y científicos con años de experiencia que podrían aportar al sistema se irán. "Va en contra de los objetivos de las ayudas María Zambrano, que según decía el ministerio, perseguían mejorar la calidad del sistema universitario", denuncia.
"Nos sentimos maltratados"
El desencanto del colectivo también está relacionado con el trato recibido en las universidades. En muchos casos, los Zambrano consideran que les han "maltratado". "La UAB ha tenido trabajadores altamente calificados a gasto cero haciendo publicaciones muy buenas que le ayudan a subir a los rankings de universidades. Y no se lo merecen", dice enfadada Pilar, una investigadora del sector biomédico de 38 años. Ella tampoco significa su nombre real.
También está el caso de Míriam, investigadora en ciencias sociales de 58 años, que tiene un currículum brillante. Tras pasar como María Zambrano por la UAB, está en paro. Antes había publicado varios libros y decenas de artículos científicos y estaba afincada en Francia. "Pero soy de Girona y quería volver a casa", explica. A la UAB le han "despreciado y maltratado laboralmente" y critica que "Cataluña no sea capaz de acoger y recuperar a sus propios investigadores".
Salvo algún caso aislado en el que se han encontrado maneras de consolidar al investigador, desde las universidades la única solución que se da a este colectivo es que se presenten a los concursos para obtener plazas públicas como docentes. Salvi apunta que las universidades están convocando algunas plazas a través del programa Integro del ministerio, que ahora se empezará a aplicar en la figura de lectores, que es la categoría más baja en la carrera universitaria, normalmente reservada a personas recién doctoradas y con un sueldo de 1.500 euros mensuales. "Las universidades ofrecerán plazas y los María Zambrano se podrán presentar. Además, en la medida de lo posible iremos sacando plazas para impulsar el relevo generacional", añade el presidente de la ACUP.
"Estamos sobradamente preparados para asumir plazas de catedrático –responden los Zambrano contactados–. Después de todo lo que hemos pasado ahora nos quieren obligar a competir con personas de 20 años", se lamentan.