La revolución "educativa" que prepara la UPF

Se tendrán en cuenta las actividades fuera del horario lectivo, se harán menos clases magistrales y los alumnos aprenderán a hacer investigación

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El campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra, en una imagen de archivo

BarcelonaEn la Universitat Pompeu Fabra están preparando lo que consideran una "revolución educativa". Dentro de dos años, los estudiantes harán la mitad o menos de clases magistrales y más sesiones en grupo en las que el profesor será un coach o tutor, menos exámenes tipos test y más reflexión y participación en clase. Inspirándose en la oleada de transformación educativa que desde hace una década ha cambiado escuelas e institutos del país y también en el funcionamiento de las mejores universidades del mundo, como el MIT o Stanford, la UPF quiere avanzar hacia un modelo universitario "de cara al futuro".

"Hace 21 años que trabajo en la universidad y he visto un cambio enorme de la capacidad de atención del alumnado, de la manera de trabajar y de la voluntad de reflexión, y también han cambiado las industrias, que piden profesionales versátiles, que puedan hacer trabajos transversales", explica al ARA Manel Jiménez, comisionado de comunicación y educación de la UPF. Desde hace unos años trabaja con el vicerrector de innovación, Josep Lluís Martí, en el nuevo programa EDvolució, después de constatar una "actitud diferente en clase" de los alumnos, que "llegan con dinámicas que no se ajustan a lo que la universidad les podía ofrecer". "En plena sociedad de la información y la comunicación, la adquisición de conocimiento es diferente y las universidades nos tenemos que adaptar a los nuevos momentos y actualizar nuestros modelos de aprendizaje", afirma.

Menos magistrales y más participación de los estudiantes

Ya tienen en mente medidas concretas. Sin renunciar a la clase magistral "siempre que tenga sentido", la idea es impulsar el trabajo por proyectos y el aprendizaje a partir de la resolución de un problema, potenciar la participación activa de los estudiantes y avanzar hacia una personalización de los estudios, con más horas de seminarios, entornos de laboratorio o simulaciones. "El aprendizaje es mejor cuando es una experiencia práctica", reivindica Jiménez. En este sentido, también preparan el Passaport, una especie de currículum que recogerá las asignaturas cursadas pero también todas las competencias y actividades complementarias que hacen los alumnos fuera del horario académico, como teatro, ligas de debate, cursos de idiomas o deportes. "Hacer teatro dará créditos y quedará registrado para acreditar que el estudiante se forma en espacios no formales", ejemplifica Jiménez.

Además, se preparará a los alumnos para hacer investigación. "Las metodologías docentes han ido siempre por un lado y la investigación por otro. Tenemos que conseguir que la investigación que hacen nuestros profesores revierta en nuestros contenidos docentes", apunta Jiménez. De hecho, tal como explica el nuevo rector, Oriol Amat, en una entrevista al ARA , uno de los retos de la UPF en los próximos cuatro años es mejorar la transferencia de conocimiento a la sociedad.

La intención es que en septiembre todos los estudiantes de la UPF hagan al menos una asignatura con este nuevo modelo y se hará un llamamiento para que se apunten los profesores voluntarios que quieran empezar. Amat dice que se apuntará porque "si lo hace el rector, el resto de profesorado pensará que es importante", y así también podrá detectar qué funciona y qué es mejorable. Para el nuevo rector, todos estos cambios hacen posible "el modelo docente que tendría que haber sido el plan de Bolonia y que es muy parecido a incorporar el modelo anglosajón de Cambridge y Oxford a nuestro sistema educativo". "Un indicador que probará si lo hemos hecho bien es que en dos años venga mucha gente de todo el mundo a ver nuestro modelo docente", asegura.

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