40 consultas, cinco partos y una cesárea: así es una guardia en ginecología
El ARA acompaña el trabajo de tres médicos del Hospital del Mar durante toda una noche
BarcelonaUn largo pasillo lila tomado por el silencio de la noche. Bien entrada la madrugada, de repente, se oye un gemido: una nueva vida acaba de empezar. Estamos en el área de urgencias de ginecología y obstetricia y las salas de partos del Hospital del Mar, donde, pese al ritmo frenético, el cansancio acumulado, los centenares de decisiones que se toman y las complicaciones, estos momentos consiguen lo impensable: parar el tiempo por un instante. Pero la vida nunca se para.
Cada noche, cuando el ritmo de Barcelona baja, un equipo de tres ginecólogas hace guardia para traer nuevas vidas al mundo y atender las consultas de urgencia. De 8 de la mañana a 8 de la mañana, 24 horas trabajando. Hoy les toca a la doctora Ferriols, adjunta de ginecología y especialista en medicina fetal; la doctora U., residente de cuarto y último año, y la doctora R., residente de primer año. Las dos médicos residentes se están especializando en el área, mientras que la adjunta ya ha acabado el interinidad y es una profesional especializada desde hace años.
Durante el día, los picos de trabajo coinciden con los horarios laborales de la gente. "Al mediodía se acumulan consultas y hacia las 20.30 h también hay siempre un boom", explican las doctoras. Las tres ginecólogas no paran. Pasan consulta, atienden los partos cuando las comadronas avisan que hace falta ayuda y van revalorando las pacientes que están en observación por cuestiones más graves. Entremedias, hoy tienen que hacer un raspado, un procedimiento para abortar y una visita a la planta de ingresos para extraer unos taponamientos a una paciente que operaron ayer. No hay que pasar mucho rato con ellas para ver que van sobrecargadas de trabajo.
De hecho, sobre el papel, el personal residente (MIR) no está reconocido como indispensable en el sistema sanitario, es decir, que se tendría que sostener sin su presencia. Pero la práctica lo desmiente: "Son muy necesarias", reafirma la doctora Ferriols, flanqueada por las dos residentes que le acompañan esta noche. Sobre las visitas que les llegan, reconoce que muchas "no proceden" y se podrían resolver opr "vía ambulatoria, en el CAP, y no habría que venir al hospital". Por suerte, en el pasillo lila también trabajan auxiliares y comadronas, todas claves para el buen funcionamiento del área. "Me gusta mucho el trabajo de urgencias", afirma la doctora Ferriols. Es el resumen perfecto de la vocación con la que se resolverá todo lo que pasará durante la noche.
Hacia a las 22.30 h, aprovechando que esperan los resultados de unas pruebas y no hay pacientes nuevas que atender, las doctoras van a cenar. Las comidas, si es que las pueden hacer, son el momento de distensión del equipo. Charlar, sentarse un rato, compartir anécdotas, comentar casos. La doctora Ferriols habla de cómo eran las guardias antes, cuando no se libraba al día siguiente y tocaba trabajar 32 horas seguidas o más. Según los resultados de una encuesta de Metges de Catalunya, el 84% de los profesionales son partidarios de suprimir las guardias de 24 horas "por la salud de los médicos y por la seguridad clínica de los pacientes". La pausa para cenar dura una media hora, y al volver al pasillo lila el ritmo se retoma.
Siempre conectadas
A las 00.30 h, después de acabar varias consultas y revisiones, a pesar de saber que habrá que levantarse al poco rato por la evolución de los partos y algunos de los casos en observación, deciden que es el momento de intentar dormir un poco. Efectivamente, media hora después, sin ni siquiera tener tiempo de coger el sueño, el busca suena para reclamarlas. El busca permite conectar todas las áreas del hospital. Así, si por ejemplo una mujer llega por problemas digestivos y declara también problemas ginecológicos, las dos especialidades se pueden poner en contacto y comentar el caso. Las doctoras se levantan inmediatamente; están acostumbradas: "Pese a esto, siempre me da un salto el corazón cuando me despierta el busca", explica la doctora U. Si tiene suerte de poder dormir, aunque sea poco, el sueño nunca es profundo. Constantemente con el ojo medio abierto y a punto para ejercer.
De golpe, se han hecho las 3 de la madrugada y tienen que atender a una mujer que lleva dos días de parto y no evoluciona bien. La exploran y toman la decisión de intervenir: "Lo mejor es una cesárea". Las ginecólogas se empiezan a preparar. La doctora U. confiesa que la franja entre las 3 y las 5 de la madrugada "acostumbra a ser la más dura", pero que una vez superada "comienza la cuenta atrás y ya es más fácil". ¿Y cómo se afronta una operación de madrugada y sin haber dormido? "Si es un trabajo manual, te activa más. Cuando son consultas en las que hay que pensar sobre qué medicamento administrar o casos complejos que diagnosticar cuesta más porque tienes la mente ofuscada", afirma la doctora U. "La adrenalina también hace mucho. Te despiertas de golpe y cuando te pones no tienes sueño", añade la doctora R.
Todo a punto en quirófano. Entra el equipo, unas once personas, cada cual con su función, y empieza la cesárea. Cortar, empujar, remover, coser, quemar, aspirar. Realmente un engranaje perfectamente coordinado. La operación es complicada, porque no hay mucho espacio para sacar el bebé. La doctora Ferriols se va secando el sudor. Están preocupadas y van hablando sobre cómo proceder. Ferriols pone las manos dentro de la madre, y con mucha traza saca un bebé que al cabo de pocos segundos empieza a llorar. El neonato está sano. Todo ha salido bien. Mientras acaban de coser, reciben una nueva llamada por un caso en urgencias. Dos cosen y la tercera, hacia consultas.
Después de la cesárea toca la parte más pesada de todas: la burocracia. Hay que hacer papeles también después de cada visita. Vuelven a valorar los casos críticos y ya pasan de las 6 de la mañana. Quedan en revalorar todas las pacientes a las 7.30 h, y se disponen a cerrar los ojos un rato más. Esta vez pueden dormir unos 45 minutos, hasta que a las 7.15 h suena el busca para una nueva urgencia. Saltan de la cama otra vez. Pronto será el cambio de turno y, ya con el final de la guardia a la vista, las doctoras visitan y comentan el estado de todos los casos para preparar el pase.
Toda guardia acaba con el llamado pase, una reunión entre el equipo de guardia y el que entra a trabajar por la mañana para explicar cómo ha ido la jornada. "Hemos hecho 40 consultas, cinco partos, una cesárea y un raspado", empieza la doctora R. Detallan el estado de todas las pacientes y comentan las previsiones. La reunión acaba a las 8.30 h y, ahora sí, es el final de la maratón. Ya pueden irse a casa y descansar. "¡Por eso las guardias se libran!", exclama la doctora U. El agotamiento se ve en las caras dormidas de las tres, que se despiden mientras el pasillo lila del hospital está, de nuevo, lleno de vida.