Salud

Por qué faltan médicos y enfermeras en Catalunya

Los facultativos se concentran en unas pocas especialidades y las universidades no forman suficientes enfermeras

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Quirofans en el Hospital Universitario de Bellvitge

BarcelonaHospitales, tanto públicos como privados, y centros de atención primaria compiten ferozmente por fichar médicos y enfermeras. Su prioridad es cubrir las bajas por covid, que van al alza, y sustituir a los trabajadores que marchan de vacaciones y que han estado al pie del cañón en los momentos más dramáticos de la pandemia. Pero las bolsas de trabajo están vacías. No hay manos disponibles. Y los profesionales que lo están no aceptan las condiciones que se les ofrecen, están agotados de encadenar contratos temporales o son savia nueva y, contrariamente a lo que pasaba en generaciones anteriores, prefieren incorporarse al mercado cuando haya pasado el verano.

El déficit estructural de enfermeras y de médicos se arrastra desde hace muchos años, pero el escenario actual es más preocupante que nunca. En 2021 se colegiaron 1.400 médicos y cerca de 5.000 enfermeras, una cifra insuficiente para cubrir las necesidades del sistema y asegurar el relevo generacional, la piedra angular de la planificación profesional. El ritmo de jubilaciones se acelera y el de formación de nuevos trabajadores se mantiene estable. Esta crisis de personal no sorprende el sector, que hace años que avisa de que es la consecuencia de los recortes y la rigidez de las normativas que regulan las profesiones sanitarias y que encorsetan la administración, las facultades y los centros sanitarios a la hora de formar y contratar personal.

“Hace una década que advertimos que llegaríamos a esta crisis de personal y todavía se agravará más de aquí a cuatro años, cuando se jubilen 6.000 médicos de la generación del baby boom y no podamos reponerlos”, afirma el presidente del Col·legi de Metges de Barcelona, Jaume Padrós. También desde el Col·legi de Infermeres alertan de que el futuro se divisa desolador: en los próximos cinco años se estima que se jubilarán entre 6.000 y 8.000 profesionales. Su presidenta, Paola Galbany, dice que el sector confiaba en la graduación de unas 1.700 enfermeras para apuntalar los servicios este mismo verano solo en Barcelona y que las previsiones no se están cumpliendo. “Antes teníamos enfermeras y no se creaban bastante puestos de trabajo. Ahora trabajo tenemos en exceso pero nos faltan enfermeras. Y muchas de las que trabajan lo hacen en condiciones precarias y sin ningún tipo de estabilidad o están exhaustas. ¿Cómo podemos exigir a las graduadas que quieran trabajar con este panorama?", denuncia.

¿Cómo se ha llegado hasta este punto? ¿Cuál es el origen de este déficit de profesionales que el sector anticipa que puede ser insostenible si no se toman medidas inmediatas? 

Universidades

Faltan plazas de enfermería y los médicos formados en el país ejercen fuera

Dicen que las carreras del mundo de la salud son las más vocacionales y, de entre ellas, medicina se proyecta como el Olimpo: cada año consigue ser el grado con más demanda, con más de 4.000 jóvenes que aspiran a llenar una de las 1.200 plazas que se ofrecen. De ellos, solo un cuarto consigue entrar en grado. La selección se hace por nota y hace tiempo que el sector duda de que sea la mejor estrategia. “No siempre los estudiantes que entran son los que nos interesan como futuros médicos”, plantea Padrós. Tampoco la Generalitat cree que este tenga que ser el único criterio y aboga por hacer un cribaje previo que tenga en cuenta habilidades personales y no científicas consideradas esenciales para un facultativo, como la comunicación empática o el trabajo en equipo, mediante una prueba de aptitud personal (PAP), como las que ya se hacen a los futuros maestros. 

También influye el distrito universitario único, que permite que cualquier estudiante del Estado haga la solicitud para acceder a una facultad catalana –o de cualquier comunidad– en igualdad de condiciones que sus residentes. Catalunya es la comunidad que más plazas públicas ofrece y, del millar de titulados que salieron el junio pasado, el 30% provenían otros territorios. “El problema no es que se estos médicos se formen en Catalunya, sino que no acabarán ejerciendo aquí”, explican desde el sector. Después de graduarse, la mayoría vuelven a su lugar de origen pero sus gobiernos se han ahorrado pagarles la formación. “Es decir, recogen la inversión que ha hecho la Generalitat. Y el objetivo de una universidad pública tendría que ser garantizar el relevo en el territorio que financia esos estudios”, añaden.

En el caso de la enfermería, el problema es eminentemente la falta de plazas en la universidad. Las facultades no pueden absorber la demanda y anualmente no salen bastantes profesionales para garantizar el relevo. Este año los departamentos de Salud y Universidades llegaron a un acuerdo para incrementar las plazas hasta las 2.745, cerca de 600 más, a partir del curso que viene. El 80% de estas plazas serán a precio público. “El Govern ha hecho una buena apuesta, pero tendrían que haberlas incrementado hasta el millar. No saturaríamos el mercado y si queremos aumentar la disponibilidad de manos de cara a los próximos años, se tienen que tomar estas medidas ya. Tardamos entre cuatro y cinco años en fabricar enfermeras”, asegura Galbany.

Especialización

No hay bastantes médicos especialistas y no se reconocen las especializaciones enfermeras

Otro de los puntos en los que el sector hace hincapié es en el poco margen de maniobra que tiene la Generalitat en la planificación sanitaria. La Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) tiene más de veinte años y otorga al Estado prácticamente todas las competencias de formación y especialización de los médicos y enfermeras. “No solo hay que trabajar conjuntamente un nuevo modelo de planificación de plazas de formación y de criterios de acceso a los grados, sino revisar la LOPS y ampliar la mirada sobre roles profesionales para que cada cual haga aquello que aporte más valor”, plantea la directora general de la Unión Catalana de Hospitales (UCH), Roser Fernández. 

En el caso de los médicos, los expertos consultados consideran que el sistema de las pruebas MIR (médicos internos residentes) funciona pero es mejorable. La oferta de plazas MIR se redujo mucho entre 2011 y 2016, por debajo de las 7.000 plazas, obedeciendo a la lógica de los recortes y, por lo tanto, descuidando las necesidades de planificación que habría que haber tenido a cinco o seis años vista, el tiempo que se tarda en producir un especialista. Además, los MIR se concentran en especialidades hospitalarias en detrimento otros como la medicina de familia. Este año quedaron una setentena de plazas vacantes para ser médico de CAP, cosa que no pasaba desde el 2014.

Con las enfermeras hay un problema de reconocimiento. La gran mayoría no tienen ninguna especialización porque el modelo actual favorece que no se planteen hacer las pruebas de enfermera interna residente (IIR) porque, cuenten o no con la formación, tendrán las mismas condiciones laborales que una enfermera generalista. De hecho, el 80% de las enfermeras que cuentan con una especialización no son catalanas y, a medio o largo plazo, acaban marchando del país. El ministerio solo reconoce siete especializaciones pero solo las comadronas tienen un sueldo superior (y por directiva europea). En el resto, como salud mental, geriatría, pediatría y atención primaria, se van dando pasos pero todavía no están reconocidas por los convenios colectivos.

Precariedad

Contratos temporales, sueldos bajos y demasiada burocracia

Formación pagada a cambio de un compromiso de permanencia, sueldos más elevados e, incluso, búsqueda de trabajo para las parejas para trabajar en centros alejados de Barcelona y el área metropolitana. El sector privado también intenta atraer profesionales para nutrir sus plantillas mediante incentivos económicos y condiciones laborales diferentes. “Todas las organizaciones tienen que saber que para atraer y retener el talento tienen que entender los valores de las nuevas generaciones de profesionales, que buscan comprometerse en proyectos que los sean atractivos, que valgan la pena y donde encajen las expectativas profesionales y en los que se respete la conciliación personal”, corrobora Fernández. 

La contratación depende de cada centro pero el sistema sanitario en general es demasiado dependiente de la contratación temporal, sobre todo de enfermeras que van acumulando decenas de contratos mensuales, según Galbany. “Tenemos muchas enfermeras trabajando como temporeras: en verano, en invierno y, ahora por el covid, como refuerzos por bajas. Las enfermeras no son un comodín y se las tiene que cuidar”, ejemplifica. En cuanto a los médicos, Padrós asegura que faltan profesionales y, a corto plazo, plantea flexibilizar la edad de jubilación de los médicos más allá de los 65 años para mantener los profesionales que quieren continuar trabajando pero se ven obligados a colgar la bata, sobre todo en el sector público.

¿Tiene algo que ver la falta de personal con la fuga de cerebros que se dio en los peores años de la crisis económica? Según los expertos, influye pero no es definitorio. Cada año hay un centenar de enfermeras que se marchan a otras comunidades autónomas e incluso al extranjero, pero también las hay que abandonan la profesión (1.300 desde el 2020) porque “se pasan 10 o 15 años solo trabajando fines de semana, festivos y a temporadas”, añade Galbany. El covid ha sido el golpe de gracia. Algunos médicos también se van pero la mayoría lo hacen porque vuelven a sus países de origen o continúan su ruta europea. Y en la otra cara de la moneda está la importación de profesionales: el 49% de los nuevos médicos colegiados y el 35% de las enfermeras vienen de fuera de Catalunya. De hecho, Salud contrató a 600 enfermeras andaluzas en 2021 y este junio ha fichado a 300 más del sur de España.

Esta semana el gobierno español aprobó un decreto que facilitará que 67.300 profesionales sanitarios de todo el Estado con una plaza estructural pero un contrato eventual pasen a ser fijos, 7.636 en Catalunya. Se trata de una medida celebrada por el sector sanitario, pero que recuerda que tiene un alcance muy limitado: a pesar de que en el modelo sanitario catalán la gestión concertada tiene mucho peso, a diferencia del resto del Estado, esta estabilización solo afectará al Institut Català de la Salut (ICS), puesto que no hay ningún otro proveedor con personal estatutario. Y el déficit de sanitarios es estructural, tanto de la sanidad pública cómo de la concertada y la privada. “El ICS tiene más volumen y margen para gestionar personas que los centros concertados, que cada uno es una entidad en sí misma. Pero todo forma parte del sistema público de salud y los profesionales que trabajan en centros concertados tendrían que computar también a efectos de antigüedad”, propone Fernández.

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