Hospitales públicos de gestión privada: ¿es posible un caso Torrejón en Cataluña?
Sindicatos y patronales evalúan el riesgo de prácticas irregulares en los modelos catalán y madrileño
BarcelonaDejar de atender a personas enfermas para ganar más dinero va en contra de los principios éticos y de la deontología de los médicos y, en cambio, es lo que presuntamente estaba ocurriendo en al menos un hospital de la Comunidad de Madrid desde hacía meses. Estas semanas han sonado todas las alarmas en el sistema sanitario público a raíz de el escándalo del Hospital de Torrejón de Ardoz, un centro de titularidad pública con gestión privatizada, en el que supuestamente estaba la directriz de rechazar pacientes o procesos no rentables para alargar las listas de espera y aumentar sus beneficios. Esta información ha abierto la enésima guerra política entre los gobiernos de Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, pero también ha reabierto el debate sobre la prestación de servicios en la red pública.
El ministerio de Sanidad ha asegurado que está investigando a fondo el centro de Torrejón –que lo gestiona el polémico grupo Ribera Salud–, y el resto de hospitales madrileños de gestión privada del Grupo Quirón, que en los últimos años han incrementado sustancialmente el presupuesto que recibe de la administración. El ministerio ha presentado un informe sobre el crecimiento económico de la red privada de hospitales del Estado, que en la última década ha visto que la financiación que reciben se ha disparado un 85%. De hecho, el documento detalla que el número de hospitales privados integrados en el sistema público ha pasado de 106 en el 2011 a 145 en el 2023 y, en esta línea, la ministra Mónica García alertó de una "creciente dependencia" y aseguró que Torrejón no es un caso aislado. "Es unomodus operandique intenta parasitar a nuestro sistema público a través de la cuenta de resultados de las empresas privadas", afirmó.
Las acusaciones de la ministra han caído como una jarra de agua fría entre las diferentes entidades y proveedores del sistema sanitario catalán, que temen que pueda afectar a la reputación de los sectores concertado y privado en un territorio que tiene un modelo que tiene un modelo que tiene un modelo de modelo patronal. en Cataluña, que han sido consultadas por el ARA –La Unió, el Consorcio de Salud y Social de Cataluña (CSC) y la Asociación Catalana de Entidades de Salud (ACES)–, han cerrado filas y han dejado muy claro que lo ocurrido en Torrejón no se puede replicar aquí "Cataluña no es Madrid. La ministra ha levantado toda esta polémica y ahora traslada dudas a nuestro sistema, pero el modelo catalán no apuesta por entidades especulativas con ánimo de lucro", defiende la directora general de La Unión, Roser Fernández.
Cierto es que las entidades privadas juegan un papel esencial en el sistema sanitario público del Estado y, como constata el ministerio, cada vez ganan más peso. Ahora bien, los modelos autonómicos son diferentes y en cada territorio se articula de forma distinta. Si nos fijamos en los modelos catalán y madrileño, ambos forman parte del Sistema Nacional de Salud (SNS) y esto significa que deben garantizar una cobertura universal –la edad, los ingresos económicos y las enfermedades previas no excluyen a nadie de recibir atención– y que su financiación bebe mayoritariamente de los impuestos. Pero su forma de organizarse y de prestar los servicios es muy diferente.
Dos modelos diferentes
En Madrid, la externalización de la gestión de los centros tiene mucho protagonismo: mayoritariamente se basa en concesiones a grupos privados a los que la administración autonómica paga un canon anual fijo en función del volumen de población a la que prestan servicio. Por tanto, el hospital recibe el mismo dinero haga más o menos operaciones o más o menos pruebas diagnósticas. Además, las empresas gestoras son sobre todo grandes grupos con ánimo de lucro.
Por lo que respecta a Cataluña, históricamente la atención sanitaria se ha basado en un modelo mixto, en el que los centros públicos y concertados conviven dentro del sistema sanitario integral de utilización pública de Cataluña (Siscat) –es el caso de dos grandes centros como el Hospital Clínic o el Sant Pau, ambos en Barcelona–, y los gestores' comarcales.
La gran diferencia con Madrid radica en el modelo de concertación, que en Cataluña está enfocado en alcanzar unos objetivos de actividad, es decir, los centros se comprometen a realizar un número determinado de asistencias, operaciones y pruebas al año y, si no llegan, se les penaliza. Por ejemplo, un hospital comarcal pacta con el departamento de Salud que realizará 200 operaciones de cadera y, si hace menos, se le castigará por haber incumplido el acuerdo. Es una estrategia pensada para secar las largas listas de espera y evitar que pueda haber incentivos perversos que vulneren los derechos de los pacientes.
Publificar o privatizar
Teniendo en cuenta las diferencias de modelo que existen en cada comunidad autónoma, las tres patronales han cargado contra el informe del ministerio, que la directora general de ACES, Anna Zarzosa, ha tildado de "bomba" contra la sanidad privada. En su opinión, los centros privados son la clave para reducir las listas de espera, por lo que no entiende por qué la ministra está planteando el caso de Torrejón como un problema sistémico. "El modelo madrileño nada tiene que ver con el modelo de colaboración público-privada de Catalunya", defiende el director general del Consorcio de Salud y Social de Catalunya, Francesc José María Sánchez, quien apunta que el problema madrileño es "la falta de control" que existe sobre las concesiones que se hacen a las empresas para la gestión del centro.
Las tres patronales catalanas defienden que "las reglas del juego" son las mismas para todos los centros, independientemente de la titulación de quien los gestiona. "En la concertación de servicios de salud no cabe la especulación, sino que revierte en el sistema", asegura Fernández, y José María sostiene que generar excedentes "no es malo si proviene de la calidad asistencial y la innovación", pero sí lo es si se "recorta condiciones laborales y empeorando la atención de la ciudad".
El informe del ministerio va en línea con el modelo 100% público que ha defendido la ministra en alguna ocasión y con una reivindicación muy habitual también en las manifestaciones sanitarias, sean del ámbito que sean, en el que uno de los cánticos más habituales es "Sanidad pública y de calidad". Las patronales miran con recelo el informe porque piensan que puede alimentar estos discursos en detrimento del modelo sanitario catalán y Fernández, desde La Unió, es muy contundente. "Querer hacerlo todo público no es el modelo catalán y tampoco es la solución. Hay que gestionar el modelo de concertación con criterio de servicio público, como hasta ahora", defiende.
Desde CSC y ACES también critican que las acusaciones de la ministra puedan afectar al sector. "Partimos de muchos apriorismos ideológicos que no tienen razón de ser", defiende José María, y Zarzosa cree que el informe es contraproducente para el conjunto del sistema sanitario. "Nos estamos poniendo bastones en las ruedas y en lugar de facilitar el trabajo lo estamos entorpeciendo".
Desde Madrid, Ángela Hernández, cirujana y secretaría general del sindicato Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (AMYTS), asegura que el caso del Hospital de Torrejón "se repite desde hace quince años" y que se ha generado "un ecosistema muy difícil de revertir". "Se han creado chiringuitos y redes clientelares, el afán de lucro se ha establecido en el sistema y fallan los mecanismos de comparación y transparencia", se lamenta.
Médicos "incómodos"
Hernández explica que en estos hospitales los cirujanos reciben presiones para alargar aquellos tratamientos no urgentes para conseguir mayores beneficios de acuerdo con el canon anual fijo contratado con la administración. Según explica, se trata de contratos "muy complejos", con muchos pliegos y que benefician a las empresas, que son quienes tienen "la sartén por el mango" a la hora de negociar con la administración para la prestación de un servicio público.
Aparte de la ciudadanía que recibe la asistencia, los que salen más perjudicados son los profesionales, según Hernández. "Con todo este maremagnum los que somos incómodos para las empresas somos los médicos, que seguimos priorizando a los pacientes. Esto provoca, por ejemplo, que los despidos improcedentes [en Madrid] sean muy habituales en estas empresas", se lamenta.
Pese a las diferencias evidentes, el sindicato Metges de Catalunya ve semejanzas en este capítulo y también considera que son los profesionales quienes acaban pagando las consecuencias de las carencias del sistema, como por ejemplo que la altísima presión asistencial la gestionen plantillas justas y no bien remuneradas.
"La perversión de nuestro sistema es esta. La empresa pacta con el departamento cuánta actividad hará y después puede decidir si contrata a un médico o contrata a cincuenta para realizar esta actividad", explica Josep Maria Serra, vicepresidente de Médicos de Cataluña y responsable del sector concertado en el sindicato. A su juicio, lo que hacen estas empresas en Catalunya para ahorrar dinero es "disminuir el número de profesionales y generar sobrecarga en las plantillas", ya que así deben pagar menos sueldos para realizar la misma actividad asistencial.
Para el sindicato, la única manera de revertir esta situación es que los médicos dependan del departamento de Salut, como ocurre con los maestros y Educación, y que sea la administración quien determine quien trabaja en cada centro. Esto permitiría "acabar con la inequidad territorial y entre centros", así como ayudaría a "reducir las listas de espera de aquellos territorios con menos profesionales disponibles", argumenta Serra.
"Ilegalidades graves" según la Sindicatura
Otro elemento a tener en cuenta es que este año la Sindicatura de Cuentas ha detectado "ilegalidades graves" en la financiación de la atención hospitalaria y especializada de agudos en hospitales concertados por parte del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) en 2022. En concreto, ha detectado "problemas graves de incumplimiento de la legal de hospitales caducados en toda Cataluña.
Serra critica la falta de transparencia en todos los procesos que afectan al sistema, que reconoce que no es perfecto. Igualmente, coincide con las patronales en las que es poco probable que se replique un caso como el de Torrejón en Catalunya, pero insiste en que es necesario cambiar el modelo para proteger lo más importante del sistema, los profesionales, y que éstos estén bajo el paraguas del departamento. Sin embargo, reconoce que conseguirlo no será fácil: "Tenemos unos contrincantes importantes: las empresas".