"Si no doy mi cuerpo a la ciencia, ¿para qué va a servir?"
La facultad de medicina de la UPF ya ha expedido siete carnés de donante antes de inaugurar su servicio de donaciones
BarcelonaMaría revuelve dentro de su cartera hasta que encuentra el carnet que la reconoce como donante de cuerpo a la ciencia. "Hacía muchos años que quería hacerlo", dice mientras le exhibe con orgullo. Tiene 84 años y es la primera donante de la Facultad de Medicina de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), que ha arrancado este curso su programa en colaboración con el Hospital del Mar. El interés por dar el cadáver por mejorar la formación académica de los universitarios va en aumento. La Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña, hasta ahora la más nueva, ha expedido más de 600 carnés desde 2018 y la Universidad de Barcelona (UB) está aceptando una veintena de solicitudes al mes. Sin embargo, algunas facultades han tenido que bajar el ritmo de expedición, o directamente no aceptar a más donantes, como la de la Autónoma de Barcelona (UAB). Ahora, el hecho de disponer de una nueva facultad receptora debe permitir absorber mayor demanda, especialmente en Barcelona y el área metropolitana.
Hace más de cinco años, Maria ya intentó hacer los trámites para poder dar su cuerpo en el momento en que muriera, pero desde la universidad le dijeron que las listas estaban cerradas. Dado que cada facultad tiene su registro de donantes exclusivo, no pueden compartir donantes. De ahí que tengan que ser muy prudentes a la hora de aceptar nuevas incorporaciones en los registros. De hecho, Maria ha tenido que esperar a la apertura del servicio de donación del Campus Mar para poder realizar los trámites. Para crearlo, era necesario que la universidad tuviera un grado de medicina propio (lo tiene desde hace tres años) y que se adecuaran las instalaciones para tener salas de disección. Hasta entonces, los estudios de medicina estaban vinculados a los de la UAB, que ya tiene su programa de donación y hace años que no acepta a más donantes. Una vez terminada la sala de disección y se han incorporado médicos especialistas del Hospital del Mar como profesores asociados de anatomía, se han podido hacer los convenios y empezar a aceptar las solicitudes.
De momento, como Maria, siete personas ya tienen el carné de donantes de la UPF. Y eso que oficialmente el programa no se inaugurará hasta la próxima semana. La mayoría han llegado por el boca-oreja. Ella dice que por fin está tranquila. "¿De qué servirá, si no, mi cuerpo? ¿Deben quemarme o enterrarme? Yo quiero ayudar, quiero que los estudiantes tengan mi cuerpo para estudiar, que sean los mejores médicos posibles y salven vidas", resume, visiblemente emocionada. Hace unos años sufrió una enfermedad oncológica y en el Hospital del Mar la salvaron, y dice que ésta es su manera de agradecérselo. "Es imposible que un médico pueda curar los males de un paciente sin conocer cómo funciona el cuerpo humano por dentro", coincide el decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Vida de la UPF y jefe del servicio de medicina intensiva de 'Hospital del Mar, Joan Ramon Masclans. "Todo médico debe tener unas bases generales de anatomía para conocer cómo es el cuerpo, cómo funciona por dentro y poder tratarlo", añade.
Altruista y voluntario
La cesión del cuerpo a la ciencia es una decisión personal y voluntaria que sólo puede tomar al interesado en vida. Debe ser altruista –está prohibido compensarlo económicamente– y debe constar administrativamente. De hecho, no vale con dejarlo por escrito en las voluntades anticipadas, sino que es necesario que la persona haga los trámites administrativos en la facultad donde quiere dar, acompañada de un testigo. A diferencia de la donación de órganos, la familia no puede decidir por el difunto. Ahora bien, en Cataluña no existe ninguna estadística oficial de donantes. Además de la expedición de los carnés, cada facultad se hace cargo de los registros y gastos, sea con presupuestos propios del servicio o de la universidad.
Tampoco existe un marco jurídico propio: existen referencias genéricas al reglamento de policía sanitaria mortuoria, a la normativa de trasplantes ya la de investigación biomédica. La de autonomía del paciente también habla de ello en el capítulo del consentimiento informado. Sí existen dos actas que fijan cómo deben ser las salas de disección, que fueron aprobadas en 1996 y 2015.
"La disección del cuerpo humano es fundamental para el aprendizaje del profesional de la medicina, porque el médico, en la práctica, lo que se encontrará son personas reales. Aunque hay elementos de innovación docente como la realidad virtual, el contacto con un cuerpo real, ver un órgano o un nervio de verdad, ver por dónde pasa y poder diseccionarlo con un bisturí, te permite adquirir un aprendizaje que no puedes adquirir de otro modo", explica Masclans.
En Cataluña, cada facultad de medicina decide quién puede ser donante y la mayoría tienen los mismos criterios de selección: cualquier mayor de edad en plenas facultades mentales puede serlo. Las excepciones son las personas con enfermedades infecciosas como la hepatitis B y C o el VIH, las que han muerto repentinamente o en circunstancias criminales –casos en los que, por tanto, es necesario realizar una autopsia– y las que han dado los órganos. Desde el 2020, algunas facultades también rechazan a los donantes que dieron positivo en cóvido cuando murieron.